parte única

2.7K 297 81
                                    

Baz estaba cayendo.
Había terminado con Simon hace un mes por una estúpida pelea que no supieron resolver. Todo por los estúpidos celos de Baz. Todo en él estaba cayendo, sin Simon no tenía nada por lo que vivir. Él era el amor de su vida, lo mantenía fuerte, y ahora que no está toda esa fuerza se fue a un lugar donde nadie la puede encontrar.
Lo más doloroso era que Simon caía con él.
Apenas comía (lo cual era raro en él) y su magia no era la misma. No podia nisiquiera hacer un truco de primero, eso era malo. Y todos lo sabían, menos Baz.
Y, aunque estén tan mal, ninguno se acercaba al otro. Era como si fueran desconocidos.
Penelope era la única que se preocupaba por ellos (más por Simon, realmente) y siempre les recalcaba que tenían que hablar con el otro, pero nada surtia efecto. Aunque pronto lo supo.
Penelope los citó a los dos en su habitación (ya que ambos apenas dormían allí) y, cuando menos se dieron cuenta, ella los encerró.

  - ¿Penelope? Sacanos de aquí. - Reclamó Simon golpeando la puerta débilmente.

  - No hasta que se arreglen.

  - ¿Qué? ¿Estás loca? Bunce, o nos sacas o nosotros saldremos. - Replicó Baz, golpeando la puerta sólo un poco más fuerte que Simon, ya que él no estaba mejor.

  - Tapie las ventanas y les saqué sus varitas, no tienen nada por hacer. Ahora hablen, reconciliencen y besense de una vez por todas.

Penelope se fue de allí y los dejó a los dos solos. Dos corazones dolidos y rotos que sólo pueden repararse entre ellos.

  - Esto es una estupidez. Bunce no entiende nada. - Baz se sentó en su cama, tapándose la cara con sus manos.

  - No, no lo hace, pero sólo quiere nuestro bien. - Le recuerda Simon. Él siempre está ahí para recordarle a Baz cosas que no puede ver o recordar.

  - Entonces que nos deje en paz, nosotros resolverémos nuestras diferencias solos.

  - No lo haremos. Por eso estamos aquí.
¿Ven? Él siempre le recuerda todo. Sin Simon, Baz es un completo desastre.

  - ¿Y tú que sabes? ¿Acaso puedes ver el futuro o algo, Snow? - Dijo Baz, un poco enojado. Aunque sabía que no era la culpa de Simon. Nunca lo es.

  - No, no puedo ver el futuro, pero nos conozco. Te conozco, Baz. - Recriminó Snow. Sus palabras, aunque sean duras para Baz, son la pura verdad.

  - Déjate de tonterías ya, Snow.

  - No son tonterías. No me crees pero te conozco más de lo que me conozco a mí. Y eso duele, pero es lo único que conservo de ti.
Y ahí Baz descubrió que el amor de su vida estaba cayendo. Pero ni se inmuta, no quiere hacerlo. No quiere mostrarse débil.

  - Por lo que veo, no es lo único. Tienes puesta mi camiseta de fútbol. - Recordó Baz. Simon lo miró por primera vez desde que Penelope los encerró.

  - ..Debo recordarte de alguna manera. De lo contrario, tengo pesadillas. - Confesó. Una lágrima luchaba por salir, pero él la contuvo.

  - ¿Tú, Simon Snow, el elegido, tiene pesadillas? Que sorpresa. Pensé que tú magia las ahuyentaba.
Baz no sabe nada, pensó Simon. Baz no entiende nada.

  - Y lo hacía, de alguna forma. Pero.. Ya no tengo tanta magia como antes. O, al menos, ya no la siento. - Confesó. Se miraron y sus mundos colisionaron. Volvían a ser ellos, y que bien se sentía.

  - ..¿Qué quieres decir con eso? - Preguntó Baz, preocupado. Él siempre se preocuparía por Snow.

  - Que ya no siento la magia. Ya no soy el hechicero más poderoso. No soy el elegido. Ahora sólo soy Simon sin-magia Snow.
Baz estaba cayendo de nuevo. No podia imaginarse a Simon Snow, el ser con más vida en la tierra, sin magia. Es como imaginarse a un ave sin plumas, a un humano sin huesos. La magia era parte vital de Simon, si ésta se iba.. Todo se rompe.

  - ¿Cómo pasó?
Baz no lo admite, pero esta preocupado. Siempre lo estará si se trata de esos rizos cobrizos y esos ojos azules.

  - Cuando te fuiste. Supongo que mi magia y todo mi ser se habían acostumbrado a ti y el no tenerte fue, simplemente, letal..
Baz quería llorar, se odiaba tanto. Su pequeño estaba mal por él.. eso era imperdonable.

  - ..No lo sabía, lo siento.

  - No había forma de que lo sepas. No nos vimos ni una vez en todo el mes, así que fue imposible que te dieras cuenta. - Simon ya había soltado unas lágrimas, así que se las secó con el dorso de la mano. Baz se levantó y se puso frente a él, poniendo una de sus manos en la mejilla del otro.

  - No. Debí haberme dado cuenta. Eres mi novio, Simon. Estoy conectado a ti. No puede pasar esto sin que lo sienta.
Simon sonrió, recordando todos los buenos momentos. Pero todo colisionó esa noche.

  - Ya no somos novios, Baz. Terminamos hace un mes.

  - No me importa. La conexión sigue ahí, y es tan fuerte como siempre.
Baz se acercó a Simon y le sostuvo la nuca, como siempre lo hacían.

  - Nunca hubo conexión, Baz. Sólo era tu instinto. - Se lamentó Simon.

  - No, no era eso, yo te sentía de alguna manera. Sabía cuándo estabas mal, es por eso que siempre estuve ahí. No soportaba saber que estabas mal y que yo..
Baz no podía hablar. La culpa y las lágrimas eran más fuertes.

  - ..¿Y que tú..?

  - ..Y que yo no estaba haciendo nada para evitarlo.
Baz lloraba. Primero fueron tres pequeñas lágrimas, y luego explotó. Se sentía mal, indefenso. Débil.

  - Oh, Baz.. - Simon lo abrazó. Le besó el cuello como siempre había para calmarlo y le acarició el cabello. Baz le acarició la cadera a Simon.

  - Nada, Simon.

  - Baz, está bien. Yo sólo-  Simon intentó hablar pero Baz lo interrumpió

  - ¡No, no está bien, maldita sea! Estabas sufriendo y no lo evite. Las pesadillas te comían por dentro y yo.. ¿Yo qué estaba haciendo? Nada. Estaba retorciéndome en la cama de Dev y odiandome por haber sido tan idiota como para haberte dejado ir.
Baz se sostenía lo más fuerte posible a Snow. no quería caer, no quería dejarlo.

  - No fue tu culpa. - Le recordó.

  - Sí, sí lo fue. Mis celos arruinaron todo. Los dos estamos mal por mi culpa.
Baz ocultó su cara en el cuello de su novio, podia oler su colonia. Tan dulce, tan familiar.

  - Yo tampoco te busqué para arreglar las cosas, también es mi culpa. No eres el culpable de todo, amor.
Simon seguía acariciandole el cabello y besándole el cuello. Se sentía tan bien.

  - Pero parece como si lo fuera.

  - Ya estoy bien, cariño. Mírame. Estoy a tu lado y ya siento un poco de mi magia volver. Eso lo ocasionas tú, Baz. Tú me estás salvando.
Ahora los dos lloraban. Eran un completo desastre, pero se amaban. Aún se amaban.

  - No, Simon. Yo soy tu muerte. Soy la muerte. Tu fuerza de voluntad te está salvando. En cambio, yo muero lentamente.
Los dos se destrozaron completamente. Cayeron arrodillados al piso y ahí, abrazados, lloraron y amaron hasta no poder más

  - No digas eso, amor. Estoy aquí, y no te dejaré. Te salvaré como tú me estás salvando a mí.
Simon no resistía todo esto. Odiaba que su novio estuviera débil, odiaba verlo llorar.

  - ¿Lo prometes? - Baz se separó y sostuvo el rostro de Simon. Sus respiraciones chocaban y ellos sólo querían besarse.

  - Claro. Recuerda; sigue adelante, Baz. - Los dos rieron ante la comparación.

  - Contigo eso es lo único que puedo hacer. Tú me impulsas a seguir adelante, Simon Snow. Tú y toda tu vitalidad. - Los dos sonrieron y se besaron. De pronto todo se sumió en amor y felicidad. Simon sentía su magia y Baz.. Baz lo sentía a él, que era lo más importante.
30 minutos después, luego de besos y caricias, Penelope volvió, aunque para ese momento los dos ya estaban durmiendo abrazados.
Bien echo, se dijo a si misma y salió de la habitación con una sonrisa en la cara.
Desde ese momento, Baz y Simon volvieron a ser quienes eran y, luego de eso, no volvieron a dejarse ir. Los dos cayeron enamorados del otro por segunda (y no última) vez.

falling § snowbazМесто, где живут истории. Откройте их для себя