Andaba soñando despierta, cuando voz suave y ronca la llamó. Se volteó enseguida.

- Oye, cuidado - Rio Michael - Si volvemos a chocar, temo que los daños serán más graves esta vez -

Caroline rio, echándole una mirada a los dos cafés calientes en sus manos.

- Lo lamento, pero ese choque no fue mutuo en lo absoluto. Andabas demasiado distraído- Michael se llevó la mano a su pecho, fingiendo indignación y sonrió con la alegría de un niño. Caroline aún no podía decidir si la sonrisa era más sexy de lo que era tierna.

- ¿Intentas insinuar de que fue mi culpa? -

- Tú lo has dicho, yo no- Michael negó con la cabeza, aun sonriendo, pero de un segundo a otro, pareció preocupado por algo, casi que tímido ¿Qué estaría pensando?

- ¿Quieres que te acompañe a la universidad? -Se rascó la parte trasera de su nuca, visiblemente nervioso - Quiero decir, ya que vamos al mismo sitio... -

Caroline sonrió.

- Me encantaría - Les echó una mirada a ambos vasos de café - ¿Tomas café? -

- ¿Quién no toma café? Es como el agua –

- ¡Lo sé! Es vital... Así que ten uno, no soy capaz de beberme ambos –

Michael sonrió y le agradeció al mismo tiempo que tomaba uno de los vasos y se colocaba junto a Caroline, ambos caminando mientras tomaban café y lentamente volvían conocerse.

Hablaron todo el camino a la universidad. Las palabras surgían como si fueran viejos amigos reencontrándose. Conocer a Michael un poquito más le hizo preguntarse cómo no lo había visto antes, pero él la sacaba de sus pensamientos y la sonrojaba con algún comentario sigiloso, un cumplido aparentemente inocente, pero que la hacía volar por los aires. Como cuando le dijo que le gustaba "aquella marca de nacimiento bajo su ojo derecho" totalmente ajeno de que no era una marca de nacimiento, sino una cicatriz de su trágico accidente.

Caroline tenía ganas de preguntarle cosas sobre su vida, si era de la ciudad o de afuera, o cosas más íntimas, como quizás (y sin alguna razón) si tenía novia, pero se abstuvo de cometer semejante barbarisad. Michael se marchó antes de llegar a su facultad y de nuevo desapareció en el fino viento. Sin darse cuenta, sin poder reconocer ese nuevo sentimiento, Caroline se encontró a sí misma extrañándolo.

No pudo dejar de pensar en él toda la mañana y tarde. Quería poder verlo antes de irse, pero por supuesto no tuvo suerte. Acercarse a él implicaba suerte, demasiada, y Caroline ese día no la tenía. Se atrevió hasta de preguntarle a uno de sus amigos, el más social y con contactos de su grupo, si conocía a un tal Michael, con ojos grises y una sonrisa perfecta, que estaba en su último semestre de ingeniería, pero no tuvo suerte, y, además, siendo la Universidad de Ciudad del Cabo tan grande, la posibilidad de que conociera al Michael correcto eran escasas.

Recibió una llamada de Malcolm esa tarde. Su único hermano era también uno de sus mejores amigos. Hablaban todos los días y siempre que se llamaban por FaceTime, tenían una nueva historia que contar.

- Minenhle y yo vamos a un concierto de The Cranberries este sábado -Minenhle era la mejor amiga de su hermano desde que eran niños. Ella había sido la primera amiga de Malcolm cuando él había llegado al pueblo, solo un chico confundido siguiendo a su hermana la problemática. Ambos eran grandes fanáticos del rock, y los padres de tanto Malcolm como Minenhle estaban convencido de que algún día se casaría - Mamá teme que por escuchar tanta de su música me convierta en un zombie

- ¡Que emoción, Malcolm! - Le dijo ella. Siempre estaba emocionada por cada nueva experiencia que tenía su hermano. Desde sus primeros días de colegios, hasta los libros que se devoraba, hasta los descubrimientos musicales que junto a Minenhle hacía. Todo la hacía sentir como la hermana mayor más orgullosa del mundo - Asegúrate de no acercarte a los chicos raros con una faja de billetes, ni a los viejos con pinta extraña que anden solos, o a las personas que parezcan que están en otro mundo... -

- Lo sé, lo sé. No soy tonto, no tienes por qué preocuparte, hermana ¿Qué hay de ti? ¿Qué tal la ciudad olorosa? – Malcolm detestaba que Caroline se hubiera marchado para estudiar a Ciudad del Cabo. Él estaba satisfecho con su pueblo pacífico y su casa gigantesca. Nunca había entendido porque Caroline siempre parecía ansiosa por marcharse, e incluso después de haber hecho las paces con el hecho de que ella no volvería a vivir en aquel pueblo, no podía evitar que el desprecio por la vida cosmopolita se le escapara de vez en cuando.

- Nada interesante – Respondió Caroline a la pregunta de su hermano y Malcolm levantó la ceja, dudando.

- Eso no es lo que he escuchado. Minenhle escuchó que le dijiste a su hermana que había un chico que te gustaba. Accidentalmente se lo comenté a papá y le dijo a tu mamá y ahora ambos quieren enviarte condones para Navidad -

Caroline rio, pero no pudo evitar querer enterrar su cabeza debajo de la almohada. Perfecto, pensó. Ni siquiera sabía el apellido de Michael, pero en la cabeza de su mamá y de su papá, ellos ya estaban a dos pasos de casarse.

- No es nadie especial, lo juro. Es solo un chico que conocí camino a la universidad. Ni conozco su apellido -

- ¿Entonces cómo vas a contactarlo y decirle que él es el padre? – Bromeó su hermano. Hablar con Malcolm siempre la hacía dormir tranquila y sin preocupaciones. Le daba la certeza que sin importar lo que pasara, siempre contaría con él y él contaría con ella.

Esa noche, soñó con Michael, irradiando bajo una luz angelical, en medio de un bosque tan oscuro que no hacía sino resaltar su pureza. Era él; mismos ojos grises, misma sonrisa preciosa, mismo aire misterioso que le subía los pelos de punta. Sin embargo, en su sueño, justo cuando Michael se le acercaba para decirle algo, la imagen se cortó rápido y Caroline olvidó casi todos los detalles, excepto el vergonzoso hecho de que, de alguna forma, había soñado con él.

No tenía por qué ilusionarse con Michael ¿Por qué si quiera pensar en él? Dos veces se habían encontrado, menos de una hora en total habían pasado juntos, y sin embargo...sin embargo Michael era el único chico que le había acelerado su corazón ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué él y no otro de los chicos con los que interactuaba, de los que sí se sabía el nombre, de los que ya varias veces habían manifestado su atracción hacia ella? No lo conocía, a aquel muchacho de los ojos grises, y sin embargo... sin embargo Caroline sentía que lo quería.

Era una barbaridad ¿No? ¿Cómo puedes querer a alguien que no conoces?

Pero ella sí lo conocía.

Así que Caroline mentía.

Aclaración: Una vez subida a Dreame, este será el último que capítulo al que podrán acceder en Wattpad.

Ojos GrisesWhere stories live. Discover now