1

2.5K 34 1
                                    

Estábamos rendidos, muertos. Nuestra respiración era entrecortada a causa del cansancio, y entre el calor de nuestros cuerpos que no tardaron nada en abrazarse; seguidamente se cerraron nuestros párpados, liberando nos en un sueño profundo.

Al despertarme en casa ajena, observo al chico que tengo durmiendo a mi lado. Creo que se llamaba Eric o por lo menos eso fue lo que creo que chillé durante ... La noche.
Me quedo un rato observándolo mirando de no olvidarme nunca más de su cara... Pero me resulta difícil.
Una piel bronceada paleta, con un par de lunares se extienden por sus brazos. Esta fuerte, va al gym. Pero una barba de un par de días amenaza en salir, me encanta.
Me encanta, pero no lo demasiado como para repetirlo. Así que me escabullo de la cama buscando la ropa, y dejando sólo mis bragas en la habitación. Es un pequeño fetiche que tengo, al igual que el zorro dejaba su marca por donde pasaba o actuaba.

Salgo de la casa en cuanto tengo todo y busco señales o indicaciones que me digan donde estoy o en que parte de la ciudad.
Ajusto mi falda corta tirándola hacia abajo, y por un día agradezco haber salido la noche anterior con la gabardina.
No hay nadie en el metro, ya que es una zona poco conocida, que incluso yo misma no sabía ni que existía. Cuento cuántas monedas tengo en el bolsillo, apartando los grandes fajos de billetes.

Las matemáticas nunca fueron lo mío- pienso mientras me agacho recogiendo las monedas que se me han caído.
Al levantarme contemplo como uno de los guardias del metro me observa o mejor dicho me mira el culo.
Es bastante atractivo....

– señorita... - dice con una voz muy sexy...
– si? - digo haciéndome la tonta. - Perdoné es que he perdido las bragas... Ya sabe.. Es algo que le puede pasar a quiera.

– ya... - responde todo incómodo.

– sabe ... ¿ aquí hay  objetos perdidos? Puede que las tengan ... – le digo susurrándole, nadie es de piedra.
– Le suena un tanga rojo algo transparente.... Es muy frágil... – me digo jugando con mi nariz en su cuello.
– lo que ... Aveces se me queda corto, y se me clava aquí... – le digo mientras tengo su mano agarrada en mi zona íntima por debajo d la falda.
Rápidamente escabulle sus dedos y eso me pilla por sorpresa. Los mueve un par de veces, dejando que el silencio llene el aire.
– creo que están por aquí... Si mal no recuerdo. - me dice hurgando en mi interior.

Y me arrastra hasta el pequeño despacho. Entramos.

Besos amargosWhere stories live. Discover now