Néctar

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Es tarde Elizabeth me va a matar, debe llevar rato esperando – pienso mientras voy en el taxi – Es tan típico en mi, esta acostumbrada pero eso no quita que sea molesto.
Llegó miro alrededor, no esta en la puerta, debió haber entrado o se fue. Entro al café y ese olor a beiggets y cafeina me invade, amo ese aroma.
Registro el local con la mirada y la encuentra ya ubicada en nuestra mesa al fondo. Me acercó contorneando mis caderas, mas de uno detiene su quehaceres para mirarme, por la esquina del ojo veo como una chica palmea a su acompañante para llamar su atención de mi.
Cuando llego a su lado, levanta la cabeza y me lanza una mirada furibunda. Sin poner atención a su enfado me siento.
— Hola preciosa
— Una hora y 20 minutos tarde, ¿enserio Kathia? ¿Cuando aprenderás a ser puntual? Te aviso que es la ultima vez que espero tanto la próxima vez a los 15 minutos me voy.
No es la primera vez que me amenaza con eso, pero nunca lo cumple.
— Las niñas bonitas no pelean tanto. Oh mi dios que eso que tienes en la frente – digo alarmada. Llevo un dedo a su frente y la toco. Ella tiene los ojos desorbitado y asustada.
— ¿Que es lo que tengo Kathia?– dice mientras rebusca en su cartera en busca de un espejo.
— Ah no, es una arruga de tantas peleas. – digo en tono desinteresado.
Levanta la mirada de repente y me mira incrédula. Pone los ojos en blanco y cierra de golpe la cartera.
— No se porque hago caso a lo que dices en ese tono, siempre es una payasada tuya. – pone mala cara y se queda ahí mirando su café.
Me estoy cansando de su mal humor, nunca he tenido paciencia para esto, por eso sigo soltera. Miró alrededor buscando al camarero, cuando lo vislumbró le hago señas de que estoy lista para pedir.
— ¿Que desea?
— Una cappucino caramel y un croissant para mi y un té de valeriana para la señorita.
Cuando el camarero se va, acerco mi silla a la de ella. Tomo su mano y deposito un beso en ella. Su mirada se suaviza un poco, ella ama los detalles románticos. Volteo su cabeza hacia mi y la beso, no me importa la audiencia que tenemos, debo suavizarla y estas demostraciones de afecto lo conseguirán. Mientras la beso cuelo mi mano bajo mesa y toco su pierna, no la muevo de ahí. Término el beso y empezamos a tener una conversación trivial, ella esta desconcentrada por la mano en su pierna y lo que eso significa. Cuando no aguanta la espera ella misma mueve mi mano a la parte íntima, para que la toque.
— Perra – digo en voz baja para que solo ella lo escuche, aspira entre dientes, siento como empieza a mojar, las palabras sucias y soeces la excitan – no tienes ropa interior.
Se sonroja profundamente. — Para que ponermela si eso solo hace el trabajo mas complicado, te facilite las cosas.
Acaricio su clítoris y respinga, esta erecto, este tipo de situaciones prohibidas la ponen al limite, el miedo de que alguien se de cuenta, la adrenalina.
El camarero se acerca con el pedido, le doy las gracias, con mi mano libre tomo el café y le doy un trago, mientras la sigo masturbando. Ella agarra el té para darle un sorbo, pero cuando sus labios tocan la taza, meto mi dedo mayor en su vagina, casi deja caer la taza, y gime tan fuerte que varias personas de mesas cirscundantes voltean a mirar.
— Ella es muy sensible – digo en voz alta – y el té esta caliente.
Ella mira alrededor avergonzada — Lo siento – dice sonrojada, luce como un tomate, no si porque la estoy tocando o por lo que acaba de hacer, quizás ambas.
Saco el dedo de vagina y masajeo su clítoris rápido, siento como acompasa sus caderas con mi mano, esta temblando esta apuntó de estallar, le paso mi crossant para que lo muerda, ella lo toma y le da un gran mordizco, y en ese instante vuelvo y meto el dedo en ella, lo que la lanza directo al borde, gime pero el pan en su boca impide que se distinga el sonido, esta temblando, saco mi mano debajo de su falda y lamo mis dedos, su mirada esta centrada en mis acciones, el fuego en sus ojos no se ha extinguido, ella quiere mas, mucho mas.
— Tu néctar es exquisito – le digo. Inspira fuerte.
— Camarero la cuenta – llama a uno que estaba cerca. Mas bajito para mi dice – Vamos a mi casa y allá me vas a demostrar que tanto te gusta.
Me gusta cuando esta así, frenética, desesperada, su perra interior sale y es demandante y apasionada.
Se líquida la cuenta y salimos directo a un taxi que habia afuera con rumbo a su casa, este día sera absolutamente encantador.

Kathia NotebookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora