Fugaz

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Era una noche cualquiera, de aquellas en las que tienes ganas de ponerte sexy, acicalarte y darte unos tragos.
Llamo un taxi y le doy la dirección de un Bar nuevo que hay en la ciudad, tengo ganas de un ambiente diferente y nuevo.
Llego y tomo asiento en la barra, se acerca unos de los bartender, es sexy, el chico debe rondar unos 25 años, me mira con coquetería y me pregunta que puede ofrecerme, siento que su pregunta tiene un doble sentido, pero no le hago caso a este.
— Un Malibu, por favor.
Me doy vuelta para mirar el bar por completo, es bonito, tiene potencial, la musica es buena, me gusta.
Me ponen el trago al lado, y me volteo a darle las gracias al chico, pero me quedó sorprendida de que no es él, quien esta ahí, sino una chica.
— Gracias le digo con una sonrisa de medio lado. – Ella me responde el gesto con un asentimiento de cabeza y se va.
La sigo con la mirada, tiene unos andares felinos exquisitos, unas maneras seguras, manipula las botellas con una actitud que hace que me quede par de segundos mirando como boba.
Le quito la mirada y vuelvo a escanear el área, el bar no esta lleno pero tiene una cantidad prudente de personas. En un esquina visualizo a tres chicas solas, una de ellas llama mi atención, es una pelirroja despampanante. Decidida tomo mi bebida y me acerco a ellas.
No vaciló cuando llego a su lado y varias frases rompo el hielo, en cuestión de minutos, me han invitado a quedarme con ellas.
Me cuentan que la mas bajita esta de cumpleaños y que andan celebrando, así pasa parte de la noche, hablando y coqueteando a medias con la pelirroja que se llama Tyanna. Es un tanto sosa, no es mas que unas largas piernas con poca materia gris, pero sexy y medio perra.
Pido permiso y salgo a fumarme un cigarro, me muevo a una esquina alejada de la puerta porque no me gusta fumar delante de mas personas y menos sola. En lo que prendo el cigarro, una puerta casi a mi lado se abre, grito por la sorpresa porque no me habia fijado en ella, el cigarrillo cae y se moja, maldigo y volteo dispuesta ver quien perturba mi espacio, me quedo en shock cuando veo a la bartender del principio de la noche.
— Lo siento, nadie tiende a estar en esta parte de la calle, no fue mi intención asustarte – dice rápidamente luego de haber pasado el susto inicial.
La miro con las pestañas entornadas, tímida, ella me cohibe; en voz baja le respondo:
— La culpa fue mía por no reparar en que estaba casi encima de una puerta.
— No te preocupes esta diseñada para que sea así. También lo siento por tu cigarro. ¿Puedo invitarte uno como recompensa? – dice de forma insinuante.
Algo dentro de mi se enciende con sus palabras, ella tiene el aura perfecto que me gusta.
— Claro, te lo acepto, aunque no es necesario.
— Es un placer para mi invitar a tan hermosa dama. Por cierto mi nombre es Fabiola.
No queda dudas de su preferencia con esta frase, aunque realmente no la tenía, mi radar nunca falla.
— Yo soy Kathia, el placer es todo mio.
Me acerca los cigarro, tomo uno y lo enciendo, veo que ella no tiene fuego así que se lo ofrezco, ella se acerca, toma el cigarro de mi boca y me pone el que tenía en la suya.
El acto fue simple pero sensual, insinuante.
Charlamos un rato, vive sola, soltera, lesbiana acérrima, estudia en las tardes mercadeo. Es una chica interesante.
— Debo volver, ya se acabo mi break.
No quiero que se vaya, pero la  entiendo.
— Ok, entiendo. Fue un placer conversar contigo. Se acerca un poco, creó que va a besarme, pero solo me retira el pelo de la cara, da la vuelta y se va.
Me quedó con ese aire de vacío, alrededor.
Apago mi cigarro y entró de nuevo al local. La situación con la pelirroja se ha vuelto molesta, estoy lista para marcharme, cuando un mesero se acerca a la mesa deja un malibu frente a mi con una nota debajo y sin decir mas se va. Estoy sorprendida, miro alrededor del bar buscando encontrarme con alguien mirando mi reacción, pero no veo nadie. Tomo un trago de la bebida, sin tocar la nota; las chicas con quien comparto mesa están ansiosas por saber, pero no les diré. Tomo la nota la abro, y su mensaje me deja impactada.
"Salgo en 20 minutos, que tal si me esperas y charlamos un poco mas. Acepta este trago como ayuda a influenciarte ;)
Fabiola"
Miro hacia la barra y la veo como si nada. Estoy en un dilema, ¿espero o me voy? Ya no soportó la cháchara sin sentido de la pelirroja, pero la bartender me gusta mucho, así que suspiro y me quedó a esperar.
Treinta minutos mas tarde, cuando estoy casi de los nervios y dispuesta a irme siento que tocan mi hombro, volteo y es ella que espera detrás mio, tomo mi bolso y sin despedirme la tomo de la mano y salgo del bar.
Afuera no se como proceder, ella me toma de la mano, para un taxi, nos montamos y tomamos rumbo.
Me lleva directo a su casa. En el taxi íbamos hablando de todo un poco, pero la perspectiva de lo que podría pasar mas adelante me tiene completamente mojada.
Su casa es pulcra, me invita sentarme y me ofrece cerveza, seguimos charlando, pero ya no le presto atención a sus palabras, solo miro su boca, lo bonita que es y sin poder resistirlo la beso.
Cuando nuestros labios se tocaron fue como una corriente potente que surgió en mi. Perdimos la fachada, ya la calma fingida se había derrumbado, estábamos deborandonos como animales hambrientos, fuimos dejan todo desparramado por la sala, sus manos en mi cuerpo, las mías en su espalda. Me sacó el vestido y se quedó comtemplando mis senos antes bajar la cabeza y chuparlos, pasaba su lengua por mis montículo y rastrillaba sus dientes sobre mi piel. Bajaba dando pequeños mordiscos por mi abdomen, lamió mi ombligo, lo que me causo una pequeña descarga en mi zona V, no se detuvo a quitar mis bragas sino que por encima paso la lengua y con sus labios chupó mi clítoris, gemi alto ante la sensación de tela y aire caliente. Paso sus manos por mis piernas, las acaricio como si fueran frágiles, mientras su boca hacia un asalto en mi pubis, estaba sudando, mi piel estaba caliente, mi respiración entrecortada.
Ella me arranco la bragas, abrió más piernas y en una sucesión de lametazos, chupadas y masturbación, me tenia frenética, mi cuerpo estaba temblando, sentía como que iba a colapsar, que un volcán estaba casi en erupción, el golpe de gracia fue su dedo dentro de mi, penetrando y acariciando mi punto G eso fue el éxtasis final, tuve un orgasmo intenso. Fabiola subió y me beso, mis fluidos en sus labios.
Me doy cuenta que ella esta vestida, así que me dedicó a quitarle la ropa, se nota que es de esas chica que sólo le gusta hacer, pero conmigo es sexo es recíproco, ambas partes disfrutamos. Así que la desvisto, y exploró su cuerpo, la toco, beso, lamo, me detengo en su vagina es hermosa y sin aguantar, derrente, me sumerjo en su pubis, pasando mi lengua por su clítoris de manera circular, mientras una de mis manos va subiendo por su abdomen hacia su seno, lo voy estimulando, juego con su pezón, la escucho gemir, empieza a mecer su caderas en mi boca. No quiero tentar con la penetración no vaya a ser que no le guste y apague un poco la llama, así que doy lamentadas largas y precisas en los puntos donde gime mas fuerte, su cuerpo esta entrando en convulsión, así que me detengo y me subo encima, empiezo a hacerle la tijera, la sensación de nuestros pubis tocándose aumenta mi libido, estoy mas mojada, hago ficción, es un sensación celestial, vuelve a convulsionar, aceleró poco a poco y tomo un pezón en la boca, me clava las uñas en la espalda, siento como me arruña, me enciendo mas, también estoy casi llegando, varios minutos después siento las contracciones en su abdomen del orgasmo, sumado a su grito, me lanzo por el borde y tengo otro orgasmo maravilloso. Estamos extasiadas, fue arrollador. Nos quedamos un rato abrazadas.
Es tarde debo regresar a casa, Fabiola esta durmiendo, así que sigilosamente me levanto, me visto y le dejo una nota: "Fue un placer haber compartido estas horas.
Kathia"
Doblo la hoja y la pongo en la mesa junto al telefono, encima le dejo mis bragas rotas, que se quede con un recuerdo de nuestra noche. Llamo a un taxi y bajo a esperarlo, lo abordo hacia mi hogar. Fue una excelente noche, puede que en el futuro vuelva a ir a repetir unos tragos en ese bar, pienso con una sonrisa sastifecha.

Kathia NotebookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora