2. Billy y el Espejo Mágico

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Había una vez una casa en medio del bosque en la que vivía un niño llamado Billy con su gran familia y digo su enorme familia, pues aquella vivienda tenía muchos habitantes: abuelos, tíos, sus primos Nicolás y Daniela, sus padres y sus tres hermanos mayores, Julián, Víctor y Manuel. Diríamos que debía ser una casa muy divertida al ser tantos pero todos estaban muy atareados en sus quehaceres y el pobre Billy que era el más pequeño de ellos sólo quería jugar.

- Nico ¿juegas conmigo? -dijo el niño apuntándole con una pistola de vaquero, su traje de cuatrero constaba de un pañuelo al cuello y un cinturón repleto de balas de goma.

- Ahora no puedo Billy, estoy haciendo los deberes.

-Daniela y ¿tú?

- Estoy jugando con mis muñecas. Juega con tus hermanos.

Así iba el pobre uno tras otro pero ninguno podía. El pobre niño aburrido se marchó al desván que había en la parte de arriba. Estaba lleno de bártulos y de polvo. Cuando entró se llenó de telarañas pero eso no le impidió seguir investigando, al fin y al cabo seguro sacaría algún trasto de allí con lo que divertirse. Removió un poco las mantas que cubrían el mobiliario para preservarlo un poco y una capa de fino polvo le hizo estornudar.

- Achussss

- Jesús -dijo de pronto una misteriosa voz.

- ¿Quién anda aquí? - preguntó Billy inquieto con su pistola apuntando a un enemigo invisible, pero no percibió ningún movimiento en aquel lugar.

- Soy yo -dijo otra vez la voz- aquí muchacho detrás de la mesilla de noche.

Billy se acercó hasta el lugar de donde provenía la voz pero allí sólo había un espejo enorme un tanto rococó. Era dorado con la cara de un ángel y muchas filigranas.

- No te veo -dijo el niño curioseando los alrededores.

- Estoy delante tuyo -le dijo el espejo.

El niño se fijo en la cara del ángel y al ver que pestañeaba se cayó al suelo del susto. Se restregó los ojos pero la cara le sonrió.

- ¿Te has hecho daño?

- ¡Caray! Un espejo que habla -dijo Billy impresionado.

- Más que eso muchacho, soy un espejo mágico y si quieres vivir una aventura, te mostraré un lugar y podrás atravesarlo.

- ¿Y qué hay en ese lugar?

- Magia, entra y lo verás.

El niño se quedó pensativo unos minutos.

- ¿Y cómo regresaré luego a mi casa?

- Cuando quieras, verás que en el otro lado habrá un espejo idéntico a este con la imagen de tu casa, sólo tendrás que atravesarlo de nuevo.

Billy aceptó el trato y el espejo le mostró un lugar muy hermoso, delante de él aparecieron unas escaleras de madera en medio de un bosque frondoso y verde. Debía estar húmedo pues se notaban las gotas del rocío. El niño probó a tocar la superficie del espejo pero en un momento se encontró al otro lado. Al girar su cabeza el espejo seguía allí pero con la imagen de su desván.

- ¡Buena suerte muchacho! Disfruta de tu aventura -le animó el espejo.

Billy subió los escalones toscos y grandes. Eran muchos y se cansaba, estaba jadeando cuando por fin llegó al final de aquella interminable subida. Un caminito de tierra parecía llevarle a algún lugar, Billy lo siguió sin parar de observar aquellos árboles tan enormes, parecían secuoyas. Tan distraído iba que no se percató de un saliente en su camino y tropezó con una rama, cayéndose de bruces al suelo. El chico se levantó todo embarrado y con el pelo rubio lleno de motas oscuras.

Cuentos Y Fábulas Con MoralejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora