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Han pasado 11 años desde qué mi padre falleció en manos de la policía...y aún recuerdo perfectamente ese día, él como, y él por qué, incluso recuerdo la ropa qué llevaba puesta y lo qué hice.
Pero él recuerdo qué más se quedó en mi mente de ese día, fue la manera en qué mi madre, con él tiempo, pasó de ser una mujer dulce y débil, a ser una mujer seria y de caracter fuerte.
Los tiempos más difíciles fueron cuando ella entró en una etapa de alcoholismo fuerte.
Y por un lado la comprendía, debió ser difícil para ella darse cuenta de la noche a la mañana qué la persona qué creía 'él hombre perfecto' haya sido en realidad algo qué ella nunca imaginó.
Mil veces le pedí a mi padre qué le contara todo a mi madre, siempre me decía qué algún día lo haría, pero yo ya sabía qué solo lo decía para salir del paso.
No sabía de qué lado estar, no sabía sí odiar a mi padre por lo qué causó en mi madre o sí adorarlo y mantenerlo en mi memoria como él hombre qué hasta en determinado momento mi madre y yo creíamos que era.

Me enteré del oficio de mi padre cuando yo tenía 5 años de edad, lo vi robar la tienda qué había visitado con mi madre días antes, recuerdo qué yo quería uno de los vestidos qué ahí vendían, mi padre solo robaba para complacerme los caprichos a mi madre y a mi, quizá por eso fue qué llegamos a creer qué era él mejor.
Aún no se como sentirme al respecto con esto.
Ahora, con 19 años, sigo su ejemplo...sí.

Soy una ladrona...

Comencé a robar desde los 14 años y con lo qué obtengo pago mis estudios y los medicamentos de mi madre. Pienso terminar la universidad, buscar un trabajo y dejar para siempre ésta mala vida.

Él sonido estruendoso de la alarma me sacó de ese sueño recurrente qué me atormenta, en él ocurre lo qué hubiese pasado sí hubiéramos logrado escapar de la policía, quizá mi padre ahora estaría vivo, me llena de culpa pensar en que pude haber hecho algo y no lo hice...algo...más no sé qué.

Me levanté lentamente de la cama y me dirigí al baño a paso lento.
Tras aquella pesadilla, sabía qué hoy no sería un buen día para mi, así qué tomé una larga ducha para después pasar a vestirme.
Era sábado y aún no lograba reunir él dinero para pagar la mensualidad de la casa, así qué pensé en 'trabajar' todo él día. Quizás y con suerte reunía más.

Bajé las escaleras rumbo a la cocina y preparé él desayuno, luego fui a la habitación de mi madre.

—Madre... —dije al entrar.

Ella estaba sentada en él borde de la cama con la mirada en él suelo y no respondió a mis palabras, ni siquiera asintió.
Me acerqué a ella y me senté a su lado.

—Madre... —volví a decir.

—¿Qué Katelyn? —respondió en voz baja y sin dejar de ver él suelo.

—Te dejé él desayuno en la cocina, veo qué hoy no te sientes bien, así qué saliendo del trabajo pasaré a la farmacia por tus medicinas.

—Ese medicamento no sirve para lo qué fue hecho —se levantó de la cama con los brazos cruzados y entró al baño azotando la puerta.

—Madre —toqué la puerta y al no oír respuesta, suspiré—. Nos vemos después del trabajo.

—Suerte en la pizzería —la oí decir antes de salir de su cuarto.

Cabe mencionar qué mi madre no sabe que en realidad me dedico al robo y no a repartir pizzas.

Antes de salir de casa, me coloque un suéter negro, amarré mi cabello en una cola alta y me delineé los ojos, quizás es ridículo qué me arregle para ir a robar pero tenía la creencia de qué así no levantaría sospechas, aunque mi cabello celeste decía lo contrario, llamaba la atención, y es extraño qué un policía no me haya atrapado ya.
Salí de la casa y caminé hasta llegar a la plaza comercial, uno de los lugares más fáciles de robar de la ciudad por qué la policía rara vez pasaba por ahí.
Caminaba despacio viendo detenidamente quién podría ser mi primera víctima del día.
Finalmente divisé a un chico, qué salía tranquilamente del supermercado, concentrado en su teléfono móvil.
Después de seguirlo un rato, pensando en como robarle, la iluminación llegó a mi.

Robar nunca fue tan Celestial Where stories live. Discover now