17: Cosas Nuevas.

Começar do início
                                    

Con mi lengua, pedí entrada a su boca, ella me lo permitió y gustoso comencé a jugar con su lengua. Me excitaba el rose de nuestras pieles.

—Con ese diminuto traje de baño—susurré—haces que me ponga celoso—apreté su pierna. Ella rió por lo bajo.

—Tu le estabas estudiado el trasero a la tipa esa y yo no te dije nada—reprochó.

—¿Celosa?—deposité un beso casto en sus labios.

—Claro que no—rodó los ojos.
Miré su rostro de cerca, lucía cansada.

—¿Te parece si alquilamos una habitación de aquí y dormimos? —le propuse. Su mirada desgastada es muy obvia, no dormimos mucho anoche.

—¿Tu quieres?—asentí.

En recepción, alquilamos una habitación. El chico que atendía me obsequió condones. Si supiera que en realidad vamos a dormir.

La habitación no era tan grande, pero parecía muy acogedora. Olivia se quitó las sandalias y las dejó en un rincón de la habitación.
Su cuerpo atrapaba mi mirada, quería evitarlo pero no podía, su rostro bonito y natural me hacía querer observarla.

—Ven, descansa—la invité a acostarse a mi lado. Ella caminó rápidamente y se metió en la cama, se cubrió con la sábana y cerró los ojos. Me acomodé a su lado y acaricié su cabello.

—¿Por qué eres así hoy?—se volteó para mirarme a los ojos.

—¿Así cómo?

—Me abrazas, me tratas bien, me besas... Tu no eras así.

En realidad, no tengo una respuesta. La abrazo porque me gusta sentir el contacto de su piel con la mía, la trato bien porque su sonrisa me relaja, y la beso porque se siente diferente. Pero no le responderé eso.

Me acerqué para besar sus labios, tenía que evadir la pregunta de alguna forma. Olivia puso su mano en mi pecho. La besé con más intensidad, con un movimiento rápido la cargué de tal forma, que quedara sentada en mis piernas.
Quería tocar su trasero, pero no sabía cómo llegar. Así que comencé acariciando su espalda baja, luego su cadera, bajé a sus piernas y, lentamente puse mi mano en la tela de su bikini. Se sobresaltó y no pude evitar reírme.

—Eres malo ¿sabes?—dijo en medio del beso. Tiró suavemente de mi labio inferior y se me escapó un gemido leve. Acaricié la zona, apreté su piel y ella parecía disfrutarlo.
Sus manos recorrían mi pecho.
Decidí besar su cuello y clavícula.

—Mmm—gimió despacio.
La temperatura de nuestros cuerpos aumentó, así como la velocidad de los besos y el movimiento de nuestros cuerpos. Estaba excitado y ella también.
No me importa nada, sólo quiero que sea mia, hacerle de todo.
Quité su sostén, dejando sus pechos a mi vista. Sus mejillas estaban rojas.

—No tienes pie qué avergonzarte, eres hermosa—besé sus labios antes de tocar sus pechos y hundir mi rostro en ellos.
Comencé a lamer sus pezones. Ella gemía despacio y cerraba los ojos. Me excitaba verla excitada.

—Me encanta—mordí la piel de sus pechos. Regresé mi mirada a su rostro, sus ojos estaban cerrados, mordía su labio.—¿Qué sucede?—me incorporé.

—No sé que sucede—me miró. Pude percibir que estaba a punto de llorar.

—Escucha, Olivia—junté sus manos con las mías—es tu decisión si quieres seguir, yo no te obligo, si no quieres, tranquila.
—No es que no quiera—dijo entre pocas lágrimas que recién salían.—Cada vez que me tocas, por mi mente se cruzan esas primeras veces que intentaste tocarme y me golpeabas. Y quiero convencerme de que todo está bien pero en realidad tengo miedo.

Nathan: Un Mundo Sin Color Onde as histórias ganham vida. Descobre agora