Prologo

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—Tienes tus minutos contados, me descubriste. Sorpresa —dijo burlón. —Ahora ¿ultimas palabras? —preguntó. Avanzo dos pasos antes de que él me apuntará mas firme con el arma.—No te muevas —gruñó.

— ¿Me tienes miedo? —pregunto burlona. El no sabía que pretendía, pero yo era muy buena peleando. No estaba en esta vaina porque era linda. Nadie me tendría respeto si no.

—Eres una mujer. No soy como esos lameculos que de seguro te has follado para que te sigan —gruñó Esteban. Escucho un golpe proveniente del baño. No salgas Harry ¡Maldición! me había olvidado de él. Me concentro en Esteban. —Oh, pero si tienes a un amante allí adentro, porque no le dices que salga y acabamos con esto de una... —no terminó de hablar. Se distrajo, error. Bajó un poco el arma y la inclinó, su mirada se fue detrás de mi y no a mi. No me estaba vigilando. Error de su parte. Mi brazo izquierdo golpeo el arma y mi codo su nariz. Agarro el arma antes de que cayera y lo apunto sin vacilar, en la frente.

—Mira como se invierten los papeles —digo con una sonrisa. Escucho la puerta del baño abrirse bruscamente. No le presto atención. —Ahora, vienes de mis hermosos amigos ¿Los Italianos no? —pregunto. El no contesta. Lo golpeo en la frente, fuerte, con la pistola.

—Si —escupió sangre Esteban.

—Bien —exclamo. —Te diría que les mandaras mi saludos pero no seria correcto —digo suspirando. — ¿Últimas palabras? —pregunto burlona. Estaban achinó sus ojos con rabia. Si, maldito, siéntete humillado por mi. El gruñó por lo bajo pero siento su temor. Es un niño.

—No me mates por favor —suplicó.

Si, joder si.

—Dame una razón para no matarte —replico burlona mientras lo apuntaba justo entre sus sienes.

—Te puedo servir. Hacer lo que tú quieras, pero por favor no me mates —suplicó.

—No me convences.

—No me mates, por favor, reconsiderarlo —dijo. Estaba temblando del miedo. Me encamino dando vuelvas a su alrededor mientras lo apunto.

—Todavía no oigo una buena razón para no dispararte entre tus cejas —digo. Sonrío malvadamente. Estoy en mi salsa.

—Apiádate de mí, por favor —rogó. Miró detrás de mí tratando de buscar ayuda, pero de esa persona no la iba a encontrar. Mucho menos de mi.

—Lastima —chasqueo. Alargo la palabra y coloco mi dedo en el gatillo. El cierra los ojos esperando el disparo pero no llega. Me gustan los juegos. — ...que no soy caritativa, si lo fuera, quizás te dejaría vivir. Pero como vez, cometiste un gran error y no lo puedo dejar pasar —regaño. — ¿Últimas palabras? Esta vez si piénsalas bien.

—No me mates, por favor —suplicó inútilmente.

—Mal uso de tus últimas palabras, chico.

—Él te encontrara —amenazó de repente.

Mi sangre comenzó a hervir.

— ¿Quién es él? —pregunto mirándolo fijamente. Necesito un nombre.

—Lastima —repitió mis palabras. —Que los muertos no pueden hablar —dijo burlón. Furia corrió por mi cuerpo. Esta era la última gota que derramaba el vaso.

—Tranquilo —digo entre dientes. —Cuando menos te lo esperes "Él" te acompañara en el Infierno —gruño molesta. Y sin decir nada más, aprieto el gatillo y el cayó, de espaldas en un charco de su propia sangre.

No Sueltes la pistola [SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora