Café

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Necesitaba un café. En serio lo necesitaba. Y un brownie. Y olvidarme de mi vida por una hora.

Camine lo mas rápido que pude hacia el café, rogando a todos los santos que la mesa de la esquina no estuviera ocupada.
Una vez que entro y la campana de la puerta suena, instintivamente camino hacia la pequeña mesa redonda para dos personas que se encontraba frente a la vidriera de la cafetería.

Amo esa mesa, desde allí se puede ver todo. A eso de las cinco el sol pega justo en esa dirección, y, ademas, tiene un enchufe cerca para mi notebook.
Me siento como habitualmente lo hago y rápidamente prendo el equipo y comienzo a escribir. A los tres minutos siento una sombra cerca mio.

-Bienvenida al café "Todo contigo" donde el café parece pis de lagarto y la comida hecha por mi abuela.

Luego de decir eso quedo atónita, usualmente me atiende una chica pelirroja con lentes que ve a este lugar como la joya escondida de Nueva York. En cambio, frente a mi se sitúa un chico de unos veinti tantos, algo delgado (también con lentes) y rubio. Cuando por fin mis neuronas conectan le digo:

-¿No se supone que debes recomendarme el cheescake o los muffins para empezar?

El larga una pequeña risita, admito que es algo contagiosa, sus mejillas se ponen coloradas al instante, eso hace que sonría.

-Se supone.

Todo ContigoWhere stories live. Discover now