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Es un día como cualquier otro aquí arriba. Cada día llegan nuevas personas pero hoy...llegó un chico que en realidad llamó mi atención, murió en un accidente automovilístico me parece, aunque es bastante joven y muy guapo, no aparenta más de 19 años, y tiene el rostro mas perfecto que haya visto antes, tiene unas pestañas hipnotizantes y unos ojos cafés realmente hermosos, sin mencionar esos labios...wow.

¿Quién es? —le pregunté a mi padre mientras me acercaba más al chico para poder apreciar mejor su rostro.

Se llamaba Daniel Jhonson —respondió viéndolo también.

Es muy joven y realmente hermoso, no puedo permitir que muera, el mundo lloraría sangre al perder a alguien tan bello. Hay algo en él que me hace sentir un inmenso dolor al verlo morir, aun no es su tiempo, tiene miles de cosas maravillosas por vivir y por hacer. Él no puede morir aun, no de esta manera.

Él no puede morir así, aún no es su tiempo —dije casi en un susurro aunque es perfectamente audible con la calma que hay aquí.

Subí la mirada hasta los ojos de mi padre, él solo me miró también con un pequeño gesto de confusión.

Por favor —repliqué al ver su gesto. —permitele vivir, dale una última oportunidad. Le resta un millón de cosas por hacer, es muy joven aún —supliqué, aunque jamas me había interesado de esta manera en alguien que llegaba aquí.

No lo creo, si él esta aquí es por algo, además no era un buen chico, me debe muchas explicaciones y ya le haría un favor dejándolo permanecer aquí y no enviarlo a... —respondió mi padre en negación a mis suplicas.

¡No! ni lo digas, no puedes hacer eso, no puede ser tan malo, no lo creo, además yo creo que si le dieras una oportunidad tal vez él podría...cambiar —contesté aterrada.

No puede hacer eso, no creo que él merezca algo tan horrible, no puede ser tan malo...no con ese rostro.

¿Cómo puedes asegurarlo? los humanos son bastante tercos, no es tan fácil hacerlos cambiar, ese es su mayor defecto —respondió un poco preocupado por mi reacción.

Yo podría ayudarlo...  —contesté tímidamente agachando la cabeza.

¡De ninguna manera! —sentenció mi padre, determinante.

Pero no pienso dejar morir al chico más hermoso que ha pisado la tierra...y ahora también el cielo.

Por favor, te lo suplico dale una última oportunidad. Yo sé que puede cambiar, yo se que puede ser bueno y yo puedo ayudarlo —supliqué y algunas lágrimas salieron de mis ojos.

Él seguía negándose pero después de miles de suplicas y lágrimas, por fin dijo algo.

Está bien, él vivirá, pero prométeme que tendrás mucho cuidado. Los humanos pueden ser crueles y despiadados aveces, no es bueno confiar demasiado en ellos. Tú...tú eres buena y no sabes todo él peligro que correrías allá abajo —dijo mientras acariciaba mi rostro con suavidad. —no toleraría que te sucediera algo malo —terminó de decir mientras alejaba su mano de mis mejillas.

Lo prometo, tendré cuidado, ya verás que nada me pasara, seré cuidadosa —respondí con la sonrisa mas grande que he tenido. —gracias

Él permaneció en silencio un momento.

Pareció recordar algo y comenzó a hablar —Tienen 12 meses, si no cambia morirá —dijo por último —ve con Elena, ella te dirá los detalles de lo que harás allá, ten cuidado...por favor —terminó.

Dio una señal a Louis (el principal encargado de esto de recibir a los nuevos) para enviar al chico de nuevo a la tierra.

Una vez que estuve con Elena, ella me dio unos cuantos artefactos, consejos y advertencias, después comencé a sentirme adormilada y en menos de lo que tardé en parpadear ya estaba en una carretera un tanto solitaria, solo algunos carros pasaban. A lo lejos pude ver el carro de Daniel, completamente volcado y ¡en llamas! Corrí hacia el carro para encontrar a Daniel inconsciente dentro del automóvil, hice mi mejor esfuerzo por quitarle el cinturón de seguridad y por fin lo saqué, lo deje a un lado de la acera, esperando que reaccionara, hasta que despertó.

—¿Pero qué...mierda? ¿qué paso? ¿quién eres?....¡mi carro! —dijo Daniel al despertar, estaba realmente confundido, su frente sangraba y se podía percibir la desesperación en sus ojos.

—Tranquilo, tuviste un accidente, pero ahora estás bien —respondí en un tono tranquilo —¿qué sucede con tu auto? —pregunté confundida.

—¡Se está incendiando, maldita sea! ¿eres tonta o que? Mis padres van a matarme —dijo rápida y desesperadamente.

Pero que amabilidad, hombre.

Yo solo abrí los ojos al notar su agresividad como la velocidad y cantidad de maldiciones que salían de su boca.

Intentó levantarse pero no lo consiguió y cayó al piso golpeándose —¡Ah! —soltó un grito de dolor por lo que me acerqué a ayudarle.

—Préstame tu celular, llamaré una ambulancia —dije con preocupación.

Sacó su celular de su bolsillo trasero y lo desbloqueó con dificultad —T...toma —dijo con un gesto de dolor lo cual me hizo preocupar aún más por él.

Marqué el número de emergencias y pedí una ambulancia —Todo va a estar bien —acaricié su cabello, después observé sus ojos con esas magnificas pestañas y sus labios tan...perfectos.

Debo admitir que mi padre fue demasiado generoso con este chico.

Me quedé observándolo un buen rato pero noté que comenzó a sentirse incomodo así que desvíe la mirada —Tú no eres malo, yo lo sé —susurré más bien para mi misma mientras volvía mi mirada hacia él.

Un rato después llegó la ambulancia, los paramédicos bajaron y lo subieron a una camilla y después a la ambulancia. Una mujer me preguntó si iría con él, yo solo asentí y en un instante subí también a la ambulancia. Pocos minutos después llegamos al hospital, yo permanecí en la sala de espera aguardando por noticias de Daniel.

Esperé un buen rato y solo podía pensar en lo afortunada que era al poder conocer por fin al chico mas bello que haya sido creado, me sentía un poco mal porque seguramente estaba herido pero ¡vamos! estaba vivo y eso ya era bastante bueno. Minutos después una señora de una belleza extraordinaria entró al lugar preguntando por Daniel con angustia pura reflejada en sus finas facciones por lo que imagino que será su madre, además tiene esos ojos hermosos idénticos a los suyos.

—¿Cómo está Daniel? —preguntó al borde de la histeria —me dijeron que tú lo trajiste ¿cierto?— la preocupación permanecía en sus ojos —¿qué fue lo que sucedió?— prosiguió aún nerviosa.

Negué con la cabeza —No lo se, el médico aún no me da nuevas noticias, pero creo que estará bien, cuando lo trajeron él estaba consciente ya —respondí tratando de tranquilizarla —no sé con exactitud que sucedió, pero me parece que tuvo un accidente con su auto. Yo solo vi él auto volcado y me acerqué a ver si podía ayudar y encontré ahí dentro a Daniel, así que lo saqué del automóvil porque era peligroso dejarlo ahí dentro con el auto en llamas —le expliqué pero ella solo se preocupó aún más al escuchar mis últimas palabras.

—¡En llamas!— abrió los ojos con gran sorpresa y rió con desesperación —¿segura que él está bien? —preguntó con mayor nerviosismo.

Asentí con la cabeza y acomode detrás de mi oreja un cabello que había caído en mi rostro —Él estará bien, ya verá —dije por último.

—Gracias —dijo con algunas lágrimas en los ojos para después envolverme en un...extraño pero agradable abrazo.

The Last Chance Where stories live. Discover now