01. Rostro de Ángel

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Solo había asistido a una fiesta con mis amigos, no iba en busca de problemas ni nada por el estilo.

Era un simple joven de la preparatoria West, tan común como su nombre la describe.

Tal vez buscaba alguna chica con la cual bailar, pasar la noche tomando algunos tragos y poder obtener su número de teléfono, el cual guardaría en mi bolsillo por el resto de la semana.

Todos mis amigos estaban con alguna joven, y relativamente era obvio, ellos eran más simpáticos que yo.

Me clasificaba como alguien social, cuando estaba con mis amigos, no con un grupo de desconocidos alcoholizados.

Tal vez no tenia autoestima para acercarme a un grupo e integrarme con gran confianza, tampoco para encarar a una joven e invitarla a subir a alguna de las habitaciones.

Pero recuerdo claramente cuando ella entró.

No parecía peligrosa, su aspecto angelical iluminaba el ostentoso ambiente de la fiesta.

Su cabello rubio era como una estrella en el lugar, y ni hablar de sus llamativos ojos, dos esferas azules, similares al mismísimo cielo.

No tenía grandes curvas, aquel vestido negro le llegaba varios dedos arriba de las rodillas, mientras que hacia énfasis en su delicada cintura.

Nunca pensé que se iba a sentar junto a mí, tomó una cerveza de la nevera y se acomodó a mi lado.

La cocina estaba bastante llena, al igual que toda la casa.

¿Por qué se había sentado aquí?

No era el más apuesto de la fiesta, claramente había chicos más guapos que yo.

¿Debería iniciar la conversación? ¿Cuando había dejado que mi autoestima y mi dignidad se arrastraran tanto por el suelo?

Le di un trago a mi cerveza.
Me reacomode en mi lugar y llamé su atención, lo cual no quería lograr.

- ¿No disfrutas la fiesta bailando? - Su voz era suave, parecía un simple susurro en aquel ambiente. Aunque había sido complicado escucharla por la música.

- Claramente no - Le respondí, mientras miraba con determinada atención su rostro.

- ¿Por qué no? - Apoyó su brazo sobre mi hombro con confianza, vaya que me sorprendí.

No le respondí, estaba concentrado mirando sus ojos, que parecían tener alguna clase de imán.

- ¿No te gusta cierto? Es extraño, tengo el leve presentimiento de que te atraen las galaxias y las diversas maravillas que lo integran.

La miré con desconfianza, había acertado.

Tenía una gran afición con las constelaciones y todo lo que tenía que ver con el universo, pero eso no lo sabía nadie más que yo.

Sonrió con autosuficiencia, mientras apoyaba su mano sobre mi pierna.

- Mi constelación favorita es la de Hidra, aquella serpiente retorciéndose.

¿Acaso le interesaba aquél tema?

- Mi favorita es la de Hércules, pero no te relatare su historia, debe ser algo aburrido para ti.

Pero su respuesta fue todo lo contrario, me arrastró hacia afuera (Yo no me opuse, obviamente) y me sentó en uno de los bancos de madera. Me incitó a contarle aquella historia, con la fiel promesa de no aburrirse.

Ardiente VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora