De lo Inerte Nace la Vida Parte5

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Permanecimos en la sobremesa durante un buen periodo de tiempo, pues la idea de volver a fundir mi dedo contra mi cámara me devolvía ese fuego interior para el que, sin duda, había nacido. Imaginamos juntos aquella ciudad bohemia y marcada por su apoteósica historia, que la encabezaba entre las más bellas y artísticas del continente.

-Ya tengo ganas de estar allí-afirmé apasionada.

Por un momento, la novedosa y disparatada idea de volver a Kieg con la presencia cotidiana de Emma en mi vida , se aparcó en ese rincón que mi mente esconde y donde guarda cada cosa que pudo haber sido y no fue. Tenía claro que ese proyecto debía ser llevado a cabo hasta el final. Mi madre, siempre me insistía en que los sueños de cada uno han de ser valorados como tal y cuando llegan al presente, nada ni nadie te lo debe arrebatar. Al fin y al cabo, tan sólo serían dos meses que me devolverían a Hastell para descansar un apremiado tiempo; a Hastell o a donde surgiese. Igualmente, me hice recordar a mi misma que Emma era de otra ciudad, y Hastell tan sólo había sido su lugar de vacaciones. Por lo tanto, nada había que debatir, estaba todo claro y un intenso cosquilleo me subió por el estómago mientras saboreaba, ya, cada paisaje que encontraría en esa nueva ciudad.

Amaba la fotografía, de eso no cabía duda, pero también amaba a Emma. Quise pensar que, una vez más, mi fatídico destino estaba trazando laberintos a su antojo que me debilitasen y consiguieran sembrar la duda en mí. Y estaba en lo cierto. Si tenía esa gran oportunidad ante mí y eso provocaba que nuestros caminos se separasen, así debía ser. O al menos, así lo quería creer yo. Pero había algo. Algo que me rondaba la mente y superaba cada escalón que mi entusiasta imaginación había dibujado ante mí simulando ser mi presente. Las ganas de que ese amor fuese verdadero, innato y sincero. Y si así fuese, deseé, no tendría por qué preocuparme pues en algún momento de nuestras vidas, nuestros caminos se volverían a cruzar para regalarnos ese sabor a gloria; ese suculento sabor que devuelve al alma la posibilidad de ser feliz junto a su media naranja. Un reencuentro.

-Bueno, te tengo que dejar guapísima. Me ha gustado mucho acompañarte en este imaginario viaje a Astrug. Espero, y deseo, que todo sea mejor aún-explicaba Mikel a modo de despedida. 

-Pues yo también lo espero. 

-Te llamo cuando sepa mi fecha de partida, que será antes de que tu lo hagas-enunció con un brillo acuoso en los ojos.

Nos levantamos y dejamos tras nosotros un bonito escenario, donde dos buenos amigos habían estado diseñando el sueño de uno de ellos y donde las bolitas de papel, las servilletas decoradas y la mesa algo sucia en general, denotarían el magnífico y divertido almuerzo que ambos habíamos compartido sin importarnos lo más mínimo el caché que allí se respiraba. Subimos entre risas y empujones al ascensor, y allí nos dimos un fuerte abrazo.

-Me bajo en la sexta, quiero ver que tal está Emma-expliqué algo más serena. 

-De acuerdo.¿Sabe que te vas? 

-No, pero yo si sé que ella se va. Mikel, está de vacaciones. En algún momento tendríamos que despedirnos. 

-Bueno, ya veo que estás bastante hecha a la idea. Es el riesgo que conllevan los amores de verano... Por eso yo prefiero enamorarme en invierno-comentaba jovial mientras me miraba con esos dos ojos redondos y expresivos. 

Nos despedimos en el ascensor y, ya en la sexta planta, ideé la manera en que comunicaría a Emma mi marcha en apenas nueve días. También me abordó la opción de que tal vez ella se marchase antes y de nada me serviría preparar un diálogo premeditado y estudiado para que me acabara sorprendiendo con dicha intuición.  

Golpeé la puerta sutilmente y enseguida me contestó una voz adormilada que ya empezaba a echar de menos. 

-Soy Nat, ¿puedo pasar?.

De lo Inerte Nace la Vida Parte1Where stories live. Discover now