#1. El primer encuentro

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Capítulo 1: El primer encuentro.


— ¡Ethan si no te das prisa vas a llegar tarde otra vez! —me grita mamá dándole un golpe a la puerta de mi habitación. Era la cuarta vez que lo hacía, la mujer parecía no comprender que me estaba vistiendo pero por mi bien y el de la puerta, lo mejor sería que me diera prisa.

Terminé de subirme los jeans y los abotone, me puse mis vans y del perchero tome mi vieja sudadera. Ni siquiera me miré en el espejo antes de salir de la habitación, sólo tomé mi móvil y mi mochila y bajé a la cocina.

—Me estaba vistiendo —le informo casi gruñendo mientras me sentaba frente a mi padre.

— ¿Y yo como iba a saberlo? Por si no te has dado cuenta había una puerta de por medio.

—Sí, aunque me sorprende que siga de pie después de los golpes que le diste —murmuro desviando la mirada.

—Es tan lindo que comiencen el día discutiendo —ironiza papá mirándonos con una sonrisa.

—No te hagas el gracioso, Michael —le advierte mamá apuntándolo con una espátula.

Él se levanta de su silla y la abraza por la espalda como suele hacerlo siempre. Dejé de mirarlos cuando comenzaron a besuquearse puesto a que era algo que me incomodaba bastante, como a cualquier hijo. Fije mi vista en mi plato vacío, dándome cuenta recién en ese momento de que estaba vacío y que lo que mamá estaba cocinando era mi comida.

Casi me tira la puerta abajo para que me apurara pero todavía no tenía el desayuno listo. Gran lógica la suya. Obviamente no se lo diría porque mi madre podía ser asquerosamente tierna pero por las mañanas era el mismísimo grinch, odiaba madrugar y no lo podía disimular, como ya se habrán dado cuenta.

Cuando se percató de que miraba mi comida imaginaria se separó de papá y me sirvió el omelett.

—Cómelo todo, Ethan —no era una petición, era una orden—. Estas muy flaco.

Ruedo los ojos y me pongo a comer. Ella siempre insistía conque estaba flaco, cosa que no era cierta. Estaba bien. Bien para un chico de 17 años.

Cuando termino el desayuno le doy un beso en la mejilla a mamá, acomodo mi mochila y salgo de la casa. Me subo al auto de mi padre y enciendo el estéreo mientras espero a que él llegue.

— ¿Estamos bien de tiempo? —Pregunta abrochándose el cinturón. Asiento sin darle mucha importancia ya que estaba tratando de sincronizar una buena estación de música— Bien.

Nos pusimos en marcha mientras sonaba The Days de Avicii y en unos diez minutos llegamos al bendito instituto.

—Suerte —me dijo antes de que cerrara la puerta del coche. Le respondí con una mueca torcida y me giré para caminar hacia el interior del instituto.

Como si eso fuese posible. Yo no tenía suerte, eso estaba claro. Atraía las desgracias y los accidentes como una especie de imán súper gigante, y no se si no me quedo corto.

Cuando estaba cambiando algunos libros que traía en mi mochila por otros que tenía en el casillero siento una mano posicionarse en mi hombro y automáticamente cierro los ojos arrugando la cara.

— ¿Me hiciste la tarea? —Pregunta la inconfundible voz de Colin Floydd, el capitán del equipo de soccer y mi bravucón personal.

Asiento sin siquiera mirarlo y me pongo a rebusquear entre mis carpetas tratando de encontrar su tarea, mientras le ruego a dios no haberla olvidado en casa porque ese seguramente sería mi fin. Y soy muy joven para morir... además de que sería bastante patético morir a manos de un brabucón de secundaria.

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⏰ Last updated: Oct 17, 2016 ⏰

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Entre chicos malosWhere stories live. Discover now