[5]-El juego del mal-

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Mis padres siempre me decían que jugar con algo que no conocía era peligroso, siempre se referían a juegos como la Ouija, por ejemplo, me advertían de que nunca jugase a algo así sino quería tener las consecuencias.
Me alertaban porque sabían que mi curiosidad por lo desconocido y lo oculto era muy fuerte, y la de mis amigos también lo era.
Éramos un grupo de chicos y chicas de quince años, estudiábamos pero cuando quedábamos no era para estudiar. Nadie lo sabía pero ya había jugado algunas veces a la Ouija y había tenido algunos "sustos", siempre me prometía que no volvería a jugar, pero cuando me volvían a proponer ir a sus encuentros, accedía sin que hiciese falta que insistiesen.
Decían que era una miedosa, así que quería dar la impresión de que era una valiente -cuando en el fondo ellos estaban en lo cierto, prefería ser una miedosa viva que una valiente muerta-, pero con los días empecé a pensar que sólo era un juego, peligroso pero creía que no me pasaría nada malo.

Era un viernes al salir de clase y escuché que hablaban entre mis amigos.
-¿Qué estáis diciendo?-pregunté mientras era ignorada una vez más.
-No te interesa, de todas formas, si te lo decimos sabemos que no vendrás-me dijo Luisa, así que me mosqueé un poco con su hostilidad pero seguí andando de camino a casa. Me esforcé por no prestar atención en sus comentarios pero palabras como "fábrica" y "abandonada", me llamaron la atención.
-¿Iréis a jugar?-me dijeron que sí.
-Pero tú no estás invitada-se apresuró a decir Luisa que al parecer era quien llevaba la voz cantante del grupo. No le escuché y cuando fue la hora en la que habían quedado, me dirigí a la fábrica más cercana que había allí, decían que era una miedosa pero estaba por ver quienes eran los que pasarían miedo, pensé para mis adentros molesta porque había sido excluida.
Vi que se sentaban en forma de círculo y dejaban el tablero de la Ouija en el centro, yo ya había llegado a la fábrica y les estaba esperando, oculta tras unas vigas que parecían desplomarse en el momento menos esperado.
Empezaron a hacer preguntas y no pasó nada por el momento, así que le di una patada a una piedra y cuando se estrelló contra una pared hizo un fuerte ruido.
-¿Lo habéis escuchado?-preguntó Luisa que lejos de sentir miedo se mostraba emocionada. En cambio, los demás se miraban los unos a los otros preguntándose qué sería lo próximo que debían preguntar. Al hacer una nueva pregunta, lancé una nueva piedra y esta aún chocó con más fuerza que la anterior.
Quise comprobar hasta dónde era capaz de llegar el terror así que seguí haciendo ruido, ahora lanzaba una piedra y después le daba un golpe a la viga y el sonido resonaba por toda la fábrica.
Si quería asustarles, lo logré, cada vez hacían más preguntas y se esforzaban por salir el juego. Supe que ya me había divertido bastante, estaba a punto de salir tras las vigas cuando me di cuenta de que se escuchaba un fuerte ruido como de algo rompiéndose, no supe qué era, sólo que no había sido yo.
Una viga se había caído al suelo y había creado una espesa niebla de polvo que rodeaba al grupo.
-Debemos irnos de aquí-sentenció Luisa mientras recogía el tablero a toda prisa y se ponían en pie.
Fue entonces cuando empecé a ser consciente del peligro que no sólo ellos corrían, sino que también estaba en mí.
Pensé que aquel día habían jugado, pero no había surgido efecto alguno, pero me equivocaba y habían invocado a todo el mal que en aquellos momentos se congregaba entre nosotros.
Entonces pensé que no debería haber ido hacia la fábrica, pero ya no servía de nada, estaba en aquel lugar y debía preocuparme por salir de allí cuanto antes.
-¡Así que has sido tú!-me gritó Luisa, los demás no conseguían articular palabra invadidos por el asombro y el desprecio que les provocó la situación.
-Sólo los primeros ruidos, d-después n-no h-hice nada...-musité cada vez más nerviosa a medida que los ruidos se propagaban entre las polvorientas paredes de la fábrica y cada vez eran más fuertes.
Entonces, no lo esperaba cuando noté que Luisa me estrangulaba presa del odio, los demás se abalanzaron hacia nosotras impidiendo que hiciésemos una locura.
-Debemos salir, de verdad, no es momento para gilipolleces-exclamó David.
Nos fuimos lo más rápido que pudimos pero antes de llegar a la puerta una viga nos bloqueó el paso, la fábrica se estaba empezando a desplomar y era cuestión de segundos que nos atrapase a nosotros. Encontré otra salida y fui la primera en correr hacia aquella dirección, era tanta la sensación de querer sobrevivir que no vi lo que pasaba detrás de mí.
Finalmente salí de la fábrica, y me giré mientras vi que la fábrica caía sobre sus cimientos y me di cuenta de que mis amigos aún seguían allí.
Desesperada, volví hacia la fábrica y entre todas las ruinas encontré los cuerpos sin vida de mis amigos. No respiraban, todo parecía una macabra pesadilla pero era real.
No supe qué hacer mientras que no tenía tiempo ni de llorar su pérdida y me quedé el tiempo suficiente hasta que la sirenas de policía se aproximaron cada vez más deprisa al lugar en el que nos encontrábamos.
El tablero de la Ouija estaba abierto y el dado se movió deprisa para formas las palabras: Fin del juego. Tragué saliva mientras que las sirenas ya habían llegado y no vi de dónde había salido una viga, pero sólo fui consciente de ello cuando ésta se abalanzó sobre mí.
Fue entonces cuando entendí que el fin había llegado también para mí.


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