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Entro por el callejón oscuro, con el dolor en las articulaciones de los dedos por el peso de las fundas de compras. Cruzo una calle St. Lird y curvo a mi derecha, la mansión Black P. Suelto un suspiro y subo las escaleras. Desde hace 6 años, cuando mis padres me mandaron a trabajar porque la economía era insuficiente, empecé a los 13, cualquier persona diría que esta sería mi perdición pero más bien es mi hogar.

-Hola -dice Neir la chica del aseo casero -Te ayudo, ven.

-Hola Neir, gracias  -Coge las compras y siento que la sangre calienta mis dedos. Neir me sonríe y mira hacia arriba, para ver si la señora Black se asoma por aquí. Los años han hecho que tenga una confianza absoluta en nosotras; su esposo  igual, ni a él ni a ella les agradaría que seamos desleales. El señor Black es una persona de edad, ancha de corazón y enorme de sabiduría, somos como sus dos hijas, las niñas que nunca tuvo; desde pequeñas nos ha ayudado en todo, en lo que sea. Siempre haciéndonos reír.

Entramos en la cocina, y nos ponemos a arreglar en silencio. Al terminar, subimos en total silencio las escaleras de porcelana. La cocinera se encuentra a estas horas ya en su recamara. Ella... no es tan allegada a nosotras. Así que pasamos de largo y Neir entra en su habitación, no sin último brindarme una sonrisa. Entro en el mío, me desvisto y entro en el baño, miro mi reflejo en el gran espejo: ojos castaños, nariz perfilada, labios carnosos, prominentes pómulos, un gran cabello ,argo ondulado igual que el de mí mamá, recuerdo que me hacía largas trenzas de distintos modelos... Pero esas épocas se han ido, y es mejor olvidarlas. Hombros estrechos al igual que la cintura, caderas anchas y piernas largas. <<La belleza es símbolo de debilidad, todos te subestimarían, hijita>> Me solía decir el Tío Vernor. Abro el grifo de la ducha y me chorrea la gélida agua la coronilla, luego los brazos y por último la espada. Al salir, encuentro la ventana algo abierta, es extraño porque yo siempre la cierro. Entra una brisa nocturna enrollando las cortinas blancas y se me eriza la piel. Frunzo el ceño y me acerco para cerrar la ventana. Me visto muy rápido y entro en mi cama. Y lo último que escucho es el golpe sordo de un cuerpo en el jardín.

El pañuelo blanco.Where stories live. Discover now