06 Aprendiendo a pedir perdón.

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Haymitch Pov.

Faltaban sólo horas para que llegara el tren, y con el empezará la cosecha y otra vez acompañar a la muerte a dos niños. Ojala pudiera concentrarme en eso, pero no.

Lo único que estaba en mi cabeza, es que en ese tren, trae a la escolta de voz chillona, esa mujer que ocupó mis pensamientos el último año.

Le había dicho cosas horribles, la había lastimado. Cuando me pego, esa noche, me hizo dar cuenta  lo que había dicho. No era capaz de mirarle la cara, había logrado que Effie Trinket, la señorita “buenos modales” en persona, me pegara. La había cagado y mucho.

Que me sienta culpable no quiere decir que no me haya enojado. Después de haber pasado toda esas semanas juntos en el penhouse, cuando la volví a ver siendo la mujer frívola del Capitolio y riendo de los niños del Distrito, incluso de mi… me enojé mucho. Se ve tan real, y feliz siendo así que no puedo creer que sea una actuación. De ser así, entonces es la mejor actriz del mundo.

Sigo enojado, si, pero no puedo dejar de pensar en ella. En su cuerpo, sus pechos, como se retorcía de placer entre mis manos cuando la penetraba lenta y tortuosamente, sus gemidos de placer cada vez que estaba en lo más profundo de su ser, como se aferraba a mi pelo mientras disfrutaba del sabor de su sexo, el calor de su boca en mi miembro… Tampoco olvidó su sonrisa cuando recién se despertaba, o la forma en la que dormía tranquilamente en mi pecho todas las noche…

La extraño demasiado, no debería, pero lo hago. Así que el alcohol,  mi fiel compañero, me ayuda a olvidarla, cada vez que el recuerdo del dolor que le cause, reflejado en sus ojos, me atormenta

Apure de un sorbo lo que quedaba de wisky en mi botella y la dejé caer al piso, mientras me sumía en la tranquilidad del sueño, hasta que llegaban las pesadillas.

Escuché un grito desgarrador, que logro despertarme. Creí que era producto del sueño, pero volví a escucharlo.

“¡Haymitch!” – Era Effie.

Empecé a buscarla por toda la casa, siempre que llegaba al lugar donde creía que estaba, lo escuchaba más lejos, en otra parte. Llegue a mi habitación, aferrando el cuchillo en mi mano. No estaba.

“¡Haymitch!” – Cada vez era más desgarrador.

“¡Effie!” – No podía encontrarla. Por Instinto mire por la ventana. La vi. Tenía puesta una de mis camisa, como si hubiésemos estado durmiendo juntos. Alguien la arrastraba al bosque.

Salí corriendo de la casa lo más rápido que pude, cuando salí ya no estaba, pero corrí metiéndome en el bosque. Ya no la escuchaba gritar y eso solo me preocupaba más.

La encontré unos metros más adelante, en una especie de claro que dejaban los árboles. Estaba tirada en el suelo. Me acerqué a ella y la levanté en mis brazos. Pero al despegarla del suelo empezó a temblar, tanto que casi se me cae. La agarre con más fuerza, mirando alrededor en busca del hombre que la trajo acá. No había nadie. Volví a mirarla cuando sentí un líquido caliente bajando por mi cuerpo, era sangre. La volví a colocar en el suelo, buscando dónde estaba la herida. No la encontré, había demasiada sangre.

Me concentré en su cara, suplicándole que no me dejara, que no cerrará los ojos. Pero estaba demasiado débil.

“Te amo” – Fue apenas un susurro lo que salió de mis labios. Como toda respuesta, ella sólo hizo el intento de una sonrisa.

Me desperté sobresaltado. Todavía las imágenes del sueño invadían mi cabeza, pero lo que más resonaba era el “te amo”.
Me había acostumbrado a tener pesadillas con Effie, desde que la última noche en el tren, las pesadillas sobre los juegos y la muerte de mi familia, quedaron en el pasado. Pero jamás había dicho una cosa semejante. Es un sueño, si. Pero… ¡Le dije que la amaba!

Mire el reloj, “Mierda” en cinco minutos empezaba la cosecha. Si Effie me odiaba, ahora debe pensar que lo estoy haciendo a propósito para hacerla enojar, o peor que es porque sigo enojado con ella.

Me levanto de un solo movimiento y corro escaleras arriba, necesitaba una ducha. Si hay algo que Effie odie más que la impuntualidad, es sin dudas la falta de higiene.

Fue la ducha más rápida que me di en la vida, pero aún así, era tarde, muy tarde. Me acerque a  mi traje nuevo. Si, había comprado un traje como forma de disculpa, aunque jamás lo admitiría. Pero al parecer la suerte nunca está de mi lado.

¡Lo había vomitado! “¡Sos todo un genio Abernathy” Suspire y me puse el mismo de todos los años. Y salí lo más rápido posible de la casa, haciendo una lista mental de no olvidar nada.

Para cuando llegue a la plaza, ya habían elegido a la niña tributo de ese año. Sólo tendría 15 años, por lo menos no era su primer año, tal vez haya aprendido algo útil. Seguí caminando al escenario, por el pasillo que dejaban libres los tributos.

“Y ahora los…” Effie corto su discurso a mitad de la oración, la mire. Estaba mirándome. Y por más que era difícil distinguirlo debajo del maquillaje, podía asegurar que se había puesto pálida. “Ahora es el turno de los hombres” Dijo después de aclararse la garganta. Subí al escenario, y me sente junto al alcalde, quien me miró mal. Sinceramente él no me importaba, así que lo ignore.

Una vez elegido el niño, este si era uno de los más chicos, me fui derecho al tren. No me quedé en el vagón del comedor porque sabía que si los tributos me veían iban a querer algún consejo, y no podía decirles nada. Camine al vagón del bar, ahí sería el primer lugar donde Effie me buscaría, si es que lo hace.

Me quedé pensando en la primera vez que la vi, en ese mismo vagón nos conocimos. Con su voz chillona, y todos esos colores, creo que era igual a la anterior escolta. Pero todo resultó ser muy distinto.

Wow Haymich, estas hecho todo un melodramático”

Escuché como se abría la puerta y me giré sobre mi mismo para verla.

“Hola” Dije con mi mejor sonrisa.

“Llegaste tarde, con el mismo traje de siempre y el pelo hecho un asco. Existen los peines ¿sabías?” Dijo mientras se dirigía a la botella de wisky más cercana y servía dos vasos. Estaba enojada, si, pero eso significaba una oferta de paz.

“Lo intente Trinket pero sabes que esas cosas no son lo mío.” Se encogió de hombros, sacándole importancia.

“¿Me odias?” Se veía como una nena a la que acaban de retar por romper un juguete. “Perdón, en serio Haymich. Jamás quise pegarte, no sé que me paso. Yo… perdón” ¿Ella me está pidiendo perdón a mí? ¡Esto es el colmo! No soy muy bueno con las palabras pero ¿Qué tan difícil puede ser?

“Princesa, no voy a perdonarte nada.” Sus ojos se llenaron de lágrimas. “Porque no tengo nada para perdonarte. Dije cosas que no son ciertas, y que te lastimaron, él que te pide perdón soy yo.” Le explique acercándome a ella y abrazándola.

“Deberías odiarme” Dice al tiempo que me responde al abrazo.

Creo que tan mal no me salió.

“No puedo, ya lo intente.” Susurro contra su peluca.

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Buenas!
Estaba inspirada y con tiempo, así que ya hay 6to capítulo!
Espero que les guste.

Besos

Euge 😄

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