Dos.

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El Sombrero Seleccionador y el Torneo de los Tres Magos.

Llegamos a duras penas a lo que parecía un gran castillo; de camino por el lago un pequeño se había caído del botecito donde estaba sentado y eso nos demoro más, al bajarnos de los botes corrimos hacia las puertas del castillo, las cuales se abrieron instantáneamente, sonreí. La abuela casi se resbala con el agua y se tuvo que agarrar del cuello de Hermione. En el techo estaba flotando un poltergeist, ese debía ser Peeves, la abuela siempre se quejaba de el. Camine más rápido y el pequeño hombrecillo le sacó la lengua a la abuela y desapareció de allí.

- ¡Abuelita! - corrí y la abrace, mojándola completamente. Ella sin chistar me devolvió el abrazo.
- Mi niña. Como haz crecido. - susurro mientras daba un beso en mi mejilla.

Mire a los lados, Ron, Hermione y Harry miraban la escena estupefactos. La abuela dejó de abrazarme y se dirigió a los tres.

- Todos, al gran comedor. ¡Ahora! - me miró. - ¡Pero estas empapada! Podrías enfermarte.

Lo que la abuela no sabía era que yo ya me estaba sintiendo mal y que pronto me enfermaría. La abuela saco su varita y con unos golpecitos en mi ya estaba completamente seca.

- Gracias, Abu.

- De nada, mi niña. Ahora, ¡Los de primero conmigo! Ven tú también, Leila.

- Abuela - llame.

- ¿Si?

- La prueba.. Uh.. ¿Es muy dolorosa?

- ¿Prueba? ¿Qué prueba? - me miraba confundida.

- Para elegir la casa, es una prueba ¿no? Y duele.

- No sé de qué hablas, me apuesto a que tú madre lo dijo.

- La mataré. - la abuela se rió y fue con los niños de primer año.

Adentro del gran comedor todo era cálido, habían Cuatro largas mesas llenas de estudiantes. En el taburete puesto al frente estaba un sombrero viejo y arrugado cantando.

Hace tal vez, mil años que me cortaron, ahormaron y cosieron.  Había entonces cuatro magos de fama
de los que la memoria los nombres guarda:
El valeroso Gryffindor venía del páramo;
el bello Ravenclaw, de la cañada;
del ancho valle procedía Hufflepuff el suave, y el astuto Slytherin, de los pantanos.
Compartían un deseo, una esperanza, un sueño: idearon de común acuerdo un atrevido plan
para educar jóvenes brujos.
Así nació Hogwarts, este colegio.
Luego, cada uno de aquellos fundadores fundó una casa diferente
para los diferentes caracteres
de su alumnado.
Para Gryffindor
el valor era lo mejor; para Ravenclaw,
la inteligencia.
Para Hufflepuff el mayor mérito de todos era romperse los codos.
El ambicioso Slytherin
ambicionaba alumnos ambiciosos.Estando aún con vida
se repartieron a cuantos venían,
pero ¿cómo seguir escogiendo
cuando estuvieran muertos y en el hoyo?
Fue Gryffindor el que halló el modo:
me levantó de su cabeza,
y los cuatro en mí metieron algo de su sesera para que pudiera elegiros a la primera.
Ahora ponme sobre las orejas. No me equivoco nunca: echaré un vistazo a tu mente ¡y te diré de qué casa eres!

Cuando el sombrero termino de cantar, la sala rompió en aplausos.

Nos hicieron pasar en una fila hasta el frente, todos me miraban confundidos otros intrigados y algunos con una sonrisa, al llegar al frente la abuela o la profesora McGonagall desenrollaba un pergamino.

- Cuando diga su nombre, se pondrán el sombrero y se sentarán en el taburete. - se dirigió a nosotros. - cuando se anuncie su casa Irán, se sentarán en su mesa correspondiente. ¡Ackerley, Stewart!

La Nieta de McGonagall. HP&Tú.Where stories live. Discover now