Querida yo a los 21 años:

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Sé que este capítulo va a ser largo, pero trata sobre una parte de mi vida en la que lo he pasado mal y cómo la vida me dio una segunda oportunidad. Sin duda, creo que leerlo no os va a hacer perder el tiempo, sino que podéis aprender una gran lección: NUNCA TE RINDAS. Es una carta a mí misma para cuando termine la carrera que estoy estudiando.

He de confesarte que las presentaciones de los profesores me imponen mucho respeto: Enfermería no es una carrera fácil. Si estás leyendo esto con la "banda" y el "gorro" de graduación: Enhorabuena; has tenido la fuerza necesaria para ser una gran profesional. Has cumplido tu sueño de trabajar en el ámbito de la salud: Ayudar, curar, cuidar...

Tenías dudas sobre qué carrera escoger: Veterinaria, Psicología, Enfermería, Filología hispánica...Las circunstancias (ya sabes, nuestros problemas familiares) no permitieron que probaras suerte en Santiago de Compostela, estudiando para ser una psicóloga de categoría; tenías que quedarte en Lugo, en casa. Nutrición e Ingeniería de procesos químicos aparecieron en tu preinscripción, aunque de primera estaba Enfermería. No quitaste de tu lista psicología: Siempre podría quedar una pequeña esperanza de que las cosas mejorasen.

Pasaron los días y enfermería te ilusionaba cada vez más y más. Llegó la primera lista de admitidos: tu nombre no figuraba en ella. Lugo vino la segunda: tampoco. Ni en la tercera.

Fue el peor verano de tu vida, o casi. Pasaste el mes de Agosto sin ilusión, mentalizada en que tendrías que cursar un ciclo superior de laboratorio biomédico: que aunque tampoco te disgustaba, no encajabas bien.

Todo iba mal, tus "amigos" tampoco estaban a tu lado, ya sabes, todo lo que nos hicieron pasar.

Llegó el 1 de Septiembre: CONVOCADA. Saltaste de alegría al verlo, podías estudiar Enfermería. Al día siguiente aprobaste la teórica del carnet de conducir. El día 7 empezaste las clases. Todo había cambiado.

Hiciste amigas: María, Elia, Cristina, Lorena y Claudia. Así, en ese orden. Todo funcionaba, aunque te quedaba esa espinita de no poder haberte ido de Lugo, fuera de casa, empezar una vida nueva.

Pero hoy, 9 de Septiembre del 2015, en la primera hora, entre las 8 y las 9 de la mañana, Cachi (la profesora) dijo unas palabras:

"En uno de mis turnos en el hospital, mis compañeras  no paraban de quejarse "del petardo de la 112". Fui a su habitación para averiguar qué le sucedía. Hablando con él me enteré de que lo operaban al día siguiente y tenía miedo de no volver a ver a su nieto: que al ser pequeño no podía visitarlo. Esa tarde la pasé con él y su nieto en el vestíbulo. Por la noche, el abuelete durmió sin dar guerra, algo que mis compañeras no habían conseguido"

Fue justo ahí cuando supiste que querías ser enfermera, y no solo eso, sino qué tipo de enfermera querías ser: una amiga, un apoyo. Felicidades.

Con tinta y papel #Wattys2016Where stories live. Discover now