"El Fin de la Parodia"

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Pues, hoy tenía ganas de actualizar así que como los vi con pocas pulgas para esperar, decidí dejar caer este cap. ahora. Espero les guste y cuando lean, intenten ponerse en los zapatos de Will. Besos a todos ^^

Capítulo XXI:

El fin de la parodia

Abi contuvo el aliento, no había planeado soltarlo de esa forma. Pero ya estaba hecho y no podía borrar sus palabras, Will le sostuvo la mirada al parecer esperando a que continuase.

—Todo esto te va a sonar extraño, incluso a mí me cuesta creerlo... —intentó esbozar un sonrisa que terminó perdiéndose en medio de su nerviosismo—, pero la verdad es que nací en 1993 y estaba festejando mi cumpleaños número dieciocho cuando llegó el momento de pedir un deseo. Ya sabes... el pastel, la vela, esas cosas... —Él no asintió, ni dio señales de comprender lo que decía pero aún la miraba, por lo que Abi decidió no perder la oportunidad. En su mente había representado esa escena miles de veces, al menos él la estaba escuchando y eso debía de ser aprovechado—. No sé por qué lo hice, pero deseé haber nacido en otra época... a partir de ese momento, todo se vuelve algo confuso. Al despertar me encontraba en tus tierras... siendo perseguida por un tigre...

—Panthera.

Ella se sorprendió al oír su voz, pero le fue imposible leer algo en el rostro de Will. Estaba tan serio, tan implacable que parecía menos accesible que antes. Como si acabara de cerrar la puerta y por mero capricho le hubiese echado cinco cerrojos. Eso no podía ser bueno, Abi se sacudió molesta. ¿Por qué no le decía nada?

—¿Will? —instó cuando él apartó la mirada en dirección del suelo, Abi extendió una mano para rozarlo pero él se movió repentinamente, entorpeciendo su cometido—. Will...

—No lo hagas.

Ella bajó la mano, notando que él no quería que lo tocara.

—Dime algo... —susurró en voz baja, tratando de capturar sus ojos. Pero fue una mala idea, pues cuando él le devolvió la mirada ella sintió la frialdad con que la observaba.

—¿Qué quieres que diga? —masculló con una mueca de rabia—. Te pedí honestidad y...

—¡Y eso fue lo que te di! —Abi lo tomó por el brazo y él volvió a sacudirse de su tacto.

—¡No! ...eso... si no quieres... —Él parecía luchar por hallar las palabras adecuadas, aunque a decir verdad Abi dudaba que existieran para esa situación—. Pensé que...

—¿Qué? —inquirió con el corazón en la boca, necesitaba saber lo que pensaba, necesitaba saber si le creía—. ¡Dime, Will!

—Olvídalo... no tienes que inventarme un cuento fantástico, lo entiendo.

—Yo no...

—¡Basta, Abi! —Ella se vio obligada a callar frente a la contundencia de su advertencia—. Espero que toda esta broma, haya sido divertida para ti.

Will le dio la espalda para abandonarla y Abi corrió detrás de él, en un intento por detenerlo.

—¡No me estoy burlando de ti! —le gritó sosteniéndolo de los hombros, Will la tomó por las muñecas y con un solo movimiento la apartó.

—No eres más que una niña —espetó con desdén, Abi abrió la boca incapaz de decir algo. Will ya no la mirada con frialdad, la observaba como si fuese la peor basura del mundo—. Te daré un consejo que espero te ayude: aléjate de las mentiras... y por sobre todo, aléjate de mí.

Los dedos que aún mantenía aferrados a su casaca, lentamente perdieron su fuerza y Abi solo pudo observarlo apartándose de ella.

No fue consciente de nada más a su alrededor, pues en el aire aún parecían flotar las últimas palabras del hombre que ella había decidido amar. Intentó confiarle su verdad, intentó abrirle su corazón y él la había rechazado, la había acusado de mentirosa y lo peor de todo, es que no podía culparlo. ¿Quién en su sano juicio creería una estupidez así? Para Abi todo sonaba como una locura, ¿qué podría esperar de Will? Era un caballero del siglo XVIII, tendría que dar gracias de que no la hubiese acusado de hereje o bruja. Entonces una alarma se encendió en su interior, ¿qué ocurriría ahora? ¿Will la correría de su casa? ¿La llevaría a un manicomio? Quizás él aún no la creía una loca, pero si ella continuaba insistiendo con que venía del futuro, muy seguramente colmaría su paciencia. ¿Qué podía hacer? Había comprobado amargamente que no podía subsistir en ese siglo completamente sola. Y a pesar del dolor que le producía el rechazo, se negaba a dejar a Will. Debía intentar explicarse mejor, había utilizado tantas noches planeando la mejor forma de decirle la verdad. ¿Por qué en ese momento las palabras escaparon de su mente? Tendría que haber sido menos directa, tendría que haber mostrado pruebas... tendría... era estúpido pensar en eso, ya era tarde para reclamos. Todo lo que tendría que haber hecho, lo había olvidado, se había precipitado y había echado a perder lo que quizás fuese su única oportunidad. Will no volvería a escucharla y ella... y ella quizás debería oír su consejo.

Pide un Deseo (Resubida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora