Una idea

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En la mañana luego de la cena, Emma no quería pararse de la cama, sabía que debía hacerlo, puesto que si no, llegaría tarde a la reunión en la alcaldía. Ir a las reuniones no era algo que le fascinase, solo le gustaba ir para encontrarse con Regina y luego de eso invitarla a almorzar, pero esta vez no sería como aquellos días, ya que al recordar la noche anterior, sus ganas de ver a la morena se esfumaron, no se sentía capaz de estar en la misma habitación que ella, aún tenía mucho para pensar.

Luego de dar vueltas en la cama unos minutos, se puso de pie y razonó en que tenía que ir, ya que era su trabajo como sheriff de Storybroke, y bien, habría mucha gente y evitar a Regina no se le haría difícil.

Al llegar al salón de reuniones, (tarde, como acostumbraba. Ya que aunque lo intentara, siempre llegaba tarde), vio que todo el mundo estaba en su respectivo puesto, y que la reunión estaba a punto de comenzar. Las miradas acusatorias rápidamente se distrajeron, pero una sola mirada quedo en ella, podía sentirlo, podía sentir la mirada penetrante de Regina, esos ojos cafés capaces de perforarle el corazón... No quiso mirarla de regreso, solo se sentó donde debía, a como siempre, fingir que escuchaba y ponía atención.

Al terminar la reunión todo el mundo comenzó a salir rápidamente, la rubia en su intento de huir, dejó caer unos documentos y el detenerse a recogerlos le hizo perder la ventana que tenía

-Emma, ¿lista para ir a almorzar?- preguntó entusiasmada la morena

-Lo siento Regina...tengo mucho trabajo y no tengo tiempo esta vez- respondió Emma sin mucha seguridad, viendo como la expresión en la otra cambiaba rápidamente.

A Regina le dolía el rechazo, pero que fuera Emma quien lo produjera le partía el corazón, habían pasado por mucho, y ya estaba acostumbrada a pasar el tiempo con ella, era su persona favorita, y para su asombro, prefería a Emma sobre Robin, aunque la historia de almas gemelas le hiciera tomar otras decisiones, porque estaba segura de que esa era la única razón por la que había dicho que si. Era la opción más segura, después de todo, no estaría sola, estaría con su alma gemela.

-Esta bien Sheriff Swan- respondió Regina luego de un rato, tratando de que su corazón no se estallara en el proceso.

Cuando Emma llegó a la estación, su padre estaba haciendo rondas, así que tenía el lugar para ella sola y podía sentarse tranquila a pensar...
¿Qué iba a hacer?, ¿Hablaría con Henry?, no, no sería justo, el chico se veía tan feliz cuando recibió la noticia... de repente su cerebro se encendió, recordó la reacción del chico esa noche, no era del todo felicidad, ya que a el chico tampoco le agradaba el forastero.
Sacó su teléfono y le escribió.

-Hey! Chico... ¿Estás en casa?
La respuesta llegó casi inmediata

-Si ma, ¿que sucede?

-Necesito hablar de algo contigo, casi urgente, puedes venir a la estación? -pensó en escribir que lo recogería, pero no se sentía capaz de volver a esa casa, donde seguramente Regina pasaría sus días con Robin.

A los pocos minutos Henry llegó a la estación, con una sonrisa como si algo sospechara. Emma se tomó su tiempo y de la manera más normal que se le ocurrió, le contó a Henry todo lo que sucedía, y todo lo que sentía por su otra madre. Y para su sorpresa, mientras Emma lloraba desconsolada, Henry se puso de pie y la abrazo fuertemente.

-Ma? Y que vamos a hacer?, le dirás a mamá? Tenemos que detener esa boda- afirmó Henry entusiasmado

-No lo sé- Respondió Emma incrédula, no podía creer que su chico lo aceptara tan fácil- no sería justo para Regina, él es su alma gemela, y yo... Solo soy yo... Ella va a tener su final feliz después de todo, y eso es lo único que importa.

Henry quería golpearla en la cabeza, no podía creer que sus madres fueran tan obstinadas.

-Esta bien, esto es lo que vamos a hacer por el momento. Mientras ideamos un plan, iremos a casa y hablaras con Mary Margaret, tal vez ella te de ideas

-Vale... Yo... Iremos ahora-Respondió Emma. Ella no había hablado con sus padres aún, no se sentía lista, pero viendo el apoyo que Henry le brindaba, se sintió muy segura para ir a hacerlo.

Cuando llegaron a la casa, Emma casi se infarta, ya que por las escaleras bajaba nada más y nada menos que la reina en cuestión, llevaba un vestido gris, no cualquiera se corrigió Emma, "el vestido gris", ese que usaba el día que salió por la puerta a recibir al niño que llegaba con una extraña. Tanto tiempo había pasado luego de eso, tantas cosas.

Cuando la mente de Emma volvió al momento, vio como Regina, que ya llegaba a la salida, se volteaba hacia ellos.

-Adiós Henry- le sonrió la morena, pero luego en un tono más serio concluyó- Adiós señorita Swan.

Ninguno de los dos respondió, ambos habían quedado en shock, Emma por el hecho de ser llamada así de nuevo, sabía que Regina le llamaba así cuando estaba enojada y Henry por la reacción de sus madres, aunque volvió en sí rápidamente y repitiendo el momento en su memoria, casi pudo ver una sonrisa en el rostro de la morena mientras salía dejando a Emma casi al colapso, y supo que todo estaría bien.

Esas podríamos ser nosotras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora