Pensamientos en prosa.

13. El lugar donde no debo volver

Me estoy fumando el vacío que me dejaste, el amor invisible y el desastre en el que me convertiste. Perdón, no debo echarte la culpa de mis estúpidas ganas de que te quedarás.
He caído en la adicción, en la constante terapia de imaginar que te hablo y que me escuchas.
Conversaciones ficticias para decirte lo que no me atreví, porque te extraño esta noche sin llegar a llamarte, y hablo con tu ausencia para no recaer.
Todos cometemos errores, más tarde sabrás que tu error es no volver. Pero cuando quieras hacerlo, será en un tiempo tardío, no viviré a la espera del celular ni me dormiré pensando que tu cuerpo me acompaña. No abrazaré una almohada imaginado tu alma, ni despertaré sudando buscándote en mis espacios, aquellos túneles deshabitados que antes llenabas.
Es verdad, es cierto, que imbécil por hacer lo equívoco. Por entregarme y pensar que duraría, por hacerte feliz ante la vida pagando el precio con mi muerte.
Estúpido al depender de ti: libertad pura; estrella fugaz... Y siguen pasando los días, sigo fumando lo que se fue, con la esperanza de verte en mis sueños pero Julio no ha terminado, y todavía no me rindo a convertirte en mi amor del próximo abril.
Una parte de mí te extraña, la otra disfruta agosto peleando con sus demonios. Feliz de no tenerte y sabiendo que aunque me llames no contestaré. Recaí tantas veces, que ya no sigo en lo mismo, avancé un poco, aniquilo tu adiós con nuevos besos y mi cama me recuerda que nunca te fuiste, que fui feliz sin ti. Que el amor es breve y sobre todo, que es preferible hablar mil noches con lo que nunca fuiste y decirte lo que no me atreví, a recaer en tus pupilas, deslizarme por tu cuerpo y despertar en el infierno recordando el edén.
PD: Eso siempre serás para mí, la la dualidad eterna. La guerra entre mi razón y el corazón. El edén y el infierno... El lugar donde no debo volver.

Libro: Amor a cuatro estaciones.