1.Libertad

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Erguido en su jaula esperaba el inevitable fin.

Con sus dos metros y cinco centímetros de altura, su magnifica musculatura y su magnifica cabellera rubia el sujeto de pruebas 789 sin duda destacaba en cualquier grupo de hombres humanos. Pero el contar con una cola de casi un metro de largo era lo que le hacia destacar entre sus semejantes nuevas especies.

Esa cola que supuso su calificación como error y el incremento de todas las torturas y sufrimiento habidas y por haber.

Ese día en concreto le habían inyectado por segunda vez una nueva droga experimental, dicha droga después se ser inoculada por primera en él y ser considerada segura fue distribuida entre otros sujetos de prueba.

Todos murieron. 

Sujeto 789 era consciente de los efectos de la droga en su organismo, sus músculos se sentían como perforados por miles de agujas y sus órganos aplastados uno a uno, aun así el sujeto 789 no daba muestras de sentir dolor. Tan acostumbrados como estaba al dolor y a que las muestras de debilidad solo fueran recompensados con mas sufrimiento ni siquiera se planteó exponer sus dolencias.

-¿Como te sientes 789?- el técnico se mantuvo a una gran distancia de la jaula. No seria la primera vez que este sujeto lograba destrozar el cuello de un técnico descuidado.

 Pero no contestó, nunca lo hacia. Si los técnicos quisieran saber los efectos de las drogas en su organismo tendrían que acercarse lo suficiente.

 Con su increíble audición había sido capaz de escuchar los susurros de los médicos. Por algún motivo debían recopilar toda la información y resultados posibles y luego destruir todos los sujetos de prueba que restasen.

Una tal ONE aparecería al amanecer y que para entonces todos deberían estar en otra parte. 789 no sabia que era eso de ONE pero fuera lo que fuere acabaría con su sufrimiento, de una forma o de otra. Esta noche moriría. No importaba.

Pero antes de que acabe el día se llevaría a todos los que pudiera, así que ante los barrotes esperaba a que el técnico se cansara de esperar su colaboración, pidiera ayuda y entre varios lo "sedaran" y entraran en la jaula.

Lo que los incautos no sabían era que desde aquella primera vez que fue inyectado con esa droga en particular ,los calmantes lo le hacían efecto inmediatamente, tal como era el objetivo, sino que tardaban varios minutos más antes de afectarle. 

Unos minutos era todo lo que necesitaba.



Leo (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora