*Capítulo 1*

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Hinata destrabó la puerta, ocasionalmente antes de entrar a clases muchos chicos pasaban al baño, vallase a saber sus razones, así que le pareció que sería mejor esconderse en un cubículo del baño, el último para ser más exactos. Arrastró su bolso al igual que sus pies, derramando una lágrima a cada paso que daba, nunca había llorado, siempre era una persona feliz, extrovertida, con una gran sonrisa en los labios, nunca había experimentado tanto dolor, por eso sus lágrimas eran tan grandes y agrias.

Se encerró de nuevo, subió sus pies a la tapa del inodoro y de nuevo se aferro a sus rodillas, escondiendo su cara entre ellas, sollozando un tanto alto de vez en cuando. Escuchando a su corazón romperse lentamente, su estómago le dolía, todo su ser, incluso su alma, le dolía.Fue cuando escuchó la puerta abrirse junto a una voz tan familiar que sonaba preocupada.

-¿Hinata?¿Estas aquí?- preguntó Sugawara, una persona muy especial para Hinata. Él estaba preocupado, porque, según Kageyama, Hinata no se sentía bien, y él, como su Senpai, debía asegurarse por su bienestar. El nombrado abrió la puerta con la mirada en el suelo, dejando casi su cuerpo caer. -Hinata.. ¿Que sucedió?¿Por qué estas así?- interrogó el mayor, acercándose a Hinata no sin antes haber cerrado la puerta del baño. Sacó su pañuelo blanco y se agachó para poder mirar a Hinata.

-M-me gusta Kageyama- soltó llorando el menor-Me gusta mucho Sugawara-san-. Sus lágrimas fueron limpiadas delicadamente por el pañuelo de su Senpai.

-¿Y por qué estas así? Si el enamorarte es algo maravilloso- trató de entender Suga.

-Él ya tiene a alguien... Ya tiene a alguien para amar y ser feliz. Sé que debo dejarlo ser feliz si lo amo, pero.. ¿Por qué tiene que doler tanto?

Sugawara solo lo abrazó, nunca había visto los ojos de Hinata tan cristalinos, pareciesen que si apenas los tocabas, esos bellos orbes se romperían. Solo lo pudo abrazar, con ese aire maternal que solo él tenía. Ya lo había visto venir, había visto como Hinata era más atento a su compañero, como cambiaba de actitud frente a él, como trataba de esforzarse para ser su igual. También sabía sobre la posibilidad de que Kageyama no le correspondiera, pero nunca, jamas de los jamases, hubiera pensado que su niño saldría tan lastimado, si, porque para él, Hinata siempre sería su niño.

Lo alzó y lo llevo hacía el lavabo, donde lo apoyó sobre la mesa de piedra, abrió el grifo del agua y remojó sus manos, para luego pasarla por los calientes ojos de Hinata.

-No llores, Hinata, trata de calmarte- le sonrió, pasó nuevamente sus manos sobre la caliente y roja cara del menor, tratando de refrescarlo -No me gusta que llores-

Hinata apoyó su frente en el hombro de Sugawara, manchando el uniforme del equipo con sus lágrimas, trataba de detenerlo, pero simplemente no podía. Inhalaba, exhalaba, respiraba profundo, suspiraba, ya estaba más calmado.

-¿Ya estas mejor Hinata?- acariciaba los pelos naranjas del pequeño, tal vez así se calmara más rápido.

- Si, Sugawara-san, gracias- le sonrió, con la mejor sonrisa que podía hacer

-Muy bien Hinata ¿Ya estas listo para volver a la práctica de esta tarde?- preguntó sabiendo ya la respuesta.

-No, aun no, por favor, déjeme ausentar esta práctica- le suplico, con esos ojos los cuales nadie podía.

-No.. Hinata, sabes que no puedo contra eso- rió Sugawara, tratando de evitar los ojos de borrego de Hinata -Mmmmm.. YA! me rindo... Esta bien, puedes faltar, pero cualquier cosa me llamas- sentenció Suga, a lo que el menor asintió, bajó del lavabo y fue en busca de su bolso; luego se vio como dos chicos, uno de tercero y otro de primero, salían del baño, con una sonrisa en el rostro de cada uno.

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Matemáticas, no era su mejor materia pero, aunque sonase raro, le gustaba. Nada teórico, le gustaba más realizar las cuentas, operaciones combinadas, sumas algebraicas, aprender la incógnita, eso le gustaba, y se esforzaba en máximo para poder hacer las cuentas correctamente. Así se pudo distraer hasta la hora del almuerzo.

Le gustaba comer cerca del gimnasio, a veces solo o junto a Nishinoya, le agradaba sentir que estaba cerca del Voley Ball. Tranquilo y con sus pensamientos en orden fue caminando a aquel lugar, hoy comería bajo el sol, pero ni eso ya no pudo hacer.

¿Cómo puede estar feliz en un momento y al otro sentir como todo tu ser se derrumba?

Eso mismo de preguntaba Hinata. La vida lo estaba golpeando, y al parecer no sería tan suave.

Kageyama estaba nuevamente besándose con esa chica.. Hoshi Ame ... La zorra para Hinata. Cuanto hubiera deseado poder tirarla de los pelos para que ambos se separasen y golpearla con insultos de regalo,lo hubiera deseado, pero él no era nadie en aquella situación. Retrocedió, despacio, sin despegar la mirada de la pareja, sin cuidado alguno, y de verdad que la vida lo odiaba en ese momento. Tropezó, dejando caer su almuerzo y que este se desparramase por todos lados, el arroz, los bollos de carne con curry, toda su preciada comida había caído.

-Idiota ¿Estas bien?- preguntó Kageyama sin despegarse del cuerpo de la chica, parecía que en cualquier momento iban a coger de lo pegados que estaban.

-S-si, yo.. Lamento interrumpir.. Me voy..- salió corriendo Hinata, sin siquiera haber levantado la caja de su almuerzo, dejando confundidos a la joven pareja que, sin importarles mucho, siguieron en donde los habían detenido.

Ya poco importaba su almuerzo, sus ganas de vomitar eran mas fuertes, corrió al baño, empujando a toda persona que se le cruzara, llegando a duras penas y vomitando lo poco que había comido. Ya no podía hacer nada.

Se dejó caer en el suelo, aún con rastros de vomito en su cara, no sabía que hacer, si rendirse sin haber probado, pero manteniendo lo más que pueda su corazón armado, o intentarlo y salir más lastimado de lo que ya estaba.

¿Valdría la pena el dolor?

No lo se.

¿Por qué estoy llorando si debería estar feliz por ti? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora