C A P I T U L O 3.

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Cada mañana me trasforma de mujer a muchacho de servicio y por seis meses mi mentira funcionó. Ahora era tiempo de pagar las consecuencias de mi osadía.

Tomé una bolsa de tela con algunos cambios de ropa, no tenía ni un vestido o gorro femenino, todo era tosco y sucio, mis botas me quedaban algo grandes pero mis calcetines de franela ayudaban con el tamaño.

Una vez más arreglé mi pelo, aun algo húmedo,  en una trenza larga que luego sujete con horquillas hasta que pude cubrir mi pelo con un gorro negro, lo acerqué a mis ojos para evitar que mi rostro se viera en su totalidad y me despedí sin mirar atrás mi cuarto.

Extrañaría a Anderson, decidí, pero no pensaba meterlo en problemas o arriesgar su vida para protegerme, si es que él decidía protegerme, lo cierto es que dudaba mucho que el cocinero arriesgara su vida para ayudar a una mujer colada en un navío de corsarios.

No esperaba que él hiciera nada. Probablemente sorprenderse cuando yo no apareciera puntual antes de que saliera el sol para preparar el desayuno.

Caminé intentando hacer el menor ruido posible.  El sol ya había caído y lo único que ofrecía luz a mis ojos era la luna llena. El piso de madera parecía brillar con una luz grisácea otorgándole la apariencia de un barco fantasma.

Las risas de algunos tripulantes me hicieron esconderme bajo una sombra para impedir que me vieran.

- Escuché que el capitán mando reforzar las guardias mientras estemos por estas aguas - esa voz era ronca y algo rasposa por tanto ron y por lo tanto me costó mucho trabajo reconocerla, probablemente era uno de los veladores, decidí.

- Dicen que los piratas tienen monopolizado este trayecto, si tenemos suerte podemos encontrar algún barco desprevenido al que quitarles unas cuantas pertenencias o un buen botín. Llevamos seis meses sin acción, desde Nueva Orleans.

- Preferiría tocar puerto para disfrutar de las caricias de alguna de las mozas, si me lo preguntas.

Escuché al hombre que estaba acompañando al velador bufar.

- Dímelo a mí. Un mes más teniendo que complacerme solo y voy tener que recurrir a otros medios. - su voz se torno maliciosa. - dicen que el mozo que ayuda en la cocina no tiene mal cuerpo y sus ojos son tan inocentes que se nota a leguas que el chico nunca a tocado a una mujer, probablemente le tenga curiosidad por algo más masculino.

El velador soltó una carcajada y yo me apoyé más contra la pared, asqueada de lo que estaba escuchando.

- Creo que Christopher ya le tiene puesto el ojo - dijo - Tendrás que preguntarle si se vale participar.

- Mmhmm, me pregunto si el chico ya esta dormido, tal vez debería hacerle una visita ésta noche.

Sacudí mi cabeza con una mueca de asco y me alejé de puntillas en reversa, sin perder de vista la silueta de los dos hombres. Choqué contra el estomago de alguien y mi espalda se tensó al punto que dolía respirar. Mi corazón se saltó varios latidos y mis ojos se cerraron por unos momentos pensando en que allí terminaría todo.

- ¿Qué estás haciendo, muchacho? - la voz del cocinero sonaba preocupada y yo casi me desinflo del alivio. Mis piernas temblaron como flanes pero cuando Anderson intentó tomar ambos hombros entre sus manos me aparté como si tuviera garras en lugar de dedos.

-Rien.

- Me imagino que ese "nada" incluye escaparte con un bote de remos y esperar lo mejor, ¿huh?

Parpadee sorprendida y lo miré sin ocultar mi incredulidad. Anderson asintió con la cabeza y sus ojos me miraron amables.

- Charlie, si crees que no me di cuenta en cuanto te conocí que eras una chica, entonces he de ser mejor actor de lo que pensaba. ¿Por qué crees que te regale una espada e insistí en todas esas clases de autodefensa? - bufó, hablando en francés - No creerás que de verdad lo hacía con todos mis asistentes de cocina, ¿verdad?

Capturada Por Un Pirata •••COMPLETADA•••Where stories live. Discover now