Capítulo 41

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El sofá parecía un cálido refugio. Después de algun tiempo en la nueva casa el calor abrazador de una extraña tranquilidad se hacía presente. Los tres chicos entraron detrás de mí. Tyler y Tate se sentaron frente a mí mientras Aiden permanecía de pie.

Miré mi mano llena de sangre. Temblaba como una gelatina. Todo mi cuerpo lo hacía pero ignoraba ese sentir.

—¿Estás bien? —preguntó Tate.

Bajé la mano.

—Sí. Estoy bien —respondí retomando mi postura llena de seguridad—. Mis padres llegarán en la noche. La cocina y la casa en general están a su total disposición. Yo tomaré una ducha.

Me levanté del sofá y me dirigí a las escaleras. Aiden me tomó de la muñeca impidiendo mi paso.

—¿Estás segura de estar bien?

—Sí. Ya han hecho lo suficiente por mí, creo que ya no necesito más de su ayuda.

Aiden deshizo su agarre y yo continué mi camino. Mi habitación era el único lugar que brindaba una intranquilidad impresionante. Las paredes parecían juzgarme y el suelo parecía comerme imaginariamente. Me apresuré a ir al baño, la ducha me esperaba, el agua caliente caía por mi cuerpo y limpiaba la sangre de William. El azulejo se decoró de un rojo débil, y aunque quise sentirme limpia, mi alma se había manchado de ese color para siempre.

Envolví la toalla alrededor de mi cuerpo y me arrodillé para recoger la ropa sucia. Mi blusa anteriormente gris se había cubierto de una gran mancha de sangre, dándole un aspecto aterrador. Sostuve la prenda entre mi pecho y mis dos manos. Las lágrimas recorrieron mis mejillas con delicadeza. Una tras otra hasta formar un llanto descontrolado. Miré nuevamente la mancha y comprendí mi decisión. Le había hecho un bien a Blackbear, a mi vida, a los Brooks, a mis amigos...

Me levanté, me observé en el espejo y limpié mis lágrimas con brusquedad.

—No volverás a llorar, Allison. Eres fuerte, mucho más de lo que él fue. —Me dije con rabia.

—¿Allison? —preguntó Tyler al otro lado de la puerta.

Salí del baño entrando nuevamente a la habitación con la mirada de Tyler sobre mí.

—¿Quieres que te espere fuera de la habitación?

—No, dime, ¿sucede algo? —pregunté mientras buscaba otro conjunto de ropa en los cajones.

—Bueno, es sobre David.

—¿Lo encontraste?

—Algo parecido. Encontré a muchas... personas... —carraspeó al ver que me quitaba la toalla frente a él dándole la espalda. Trataba de cambiarme con rapidez, no lo hacía con ninguna erótica intención. Comenzaba una nueva etapa en mi vida, una nueva Allison. El pudor, la nobleza, el sentimentalismo, todo había perdido importancia—. ¿Estás segura de que no quieres que me salga?

—Por favor, Tyler. ¿Ahora me dirás que nunca habías visto a una chica desnuda?

—A muchas —confesó—. Como decía. Reduje la lista a diez personas, pero solo una tiene la edad del David que buscas; David Seidel. Vive en París.

Puse la última prenda de ropa y me senté en el borde de la cama asimilando la actual información. David estaba a miles de kilómetros de distancia.

—¿Hay alguna forma de contactarlo?

—No, por desgracia. Tengo algunos amigos por esos rumbos. Pero David sigue sumido en las sombras. Tal vez necesita un empujón.

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