1 Una Mujer Misteriosa (Parte II)

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El líder de los rebeldes ha caído al fin… un enemigo menos del que preocuparse - pensé mientras descorría todas las cortinas, dejando que el sol naciente inundara la lujosa y amplia habitación. Era casi como un pequeño apartamento, ya que tenía una pequeña cocina americana, nevera, sofá, televisión, un amplio espacio para hacer mis ejercicios diarios, una puerta que daba a mi cuarto de baño exclusivo, e incluso tenía una cama, que era lo que menos utilizaba pues solía dormir en diferentes lugares.

Lo primero que hice fueron mis ejercicios matutinos: flexiones, abdominales, pesas, estiramientos, etc. Estar en forma, en mi caso, no era algo estético, ni tan siquiera de salud; en realidad, era algo vital para mi supervivencia. Durante los últimos doce años me habían entrenado para defenderme contra poderosos vampiros y licántropos, y eso había requerido mucho ejercicio físico y psíquico, entre otras cosas.

Al finalizar, fui directo a la ducha y dejé que el agua fría recorriera cada parte de mi cuerpo, activándome y relajándome al mismo tiempo. Hoy descubriré el don de la muchacha… -pensé con fervor- ella me llevará hacia el captador que mató a mi madre, lo sé. Y que hoy haya muerto mi mayor impedimento para centrarme en mi venganza es una prueba más de que se acerca el momento en que al fin mataré a Antonio Guzmán.

Con esa estimulante idea salí de la ducha; me vestí con un pantalón fino, blanco y una camiseta de tirantes negra. No me sequé el pelo, en verano jamás lo hacía, y en invierno casi nunca. Por esa razón, cuando me miré en el espejo vi que todo mi cabello era castaño oscuro; cuando estaba seco, y al sol, era de un castaño más claro. Observé a continuación mis ojos, cuyo color anaranjado estaba encendido por la buena noticia recibida; de pequeño mis ojos eran más castaños que anaranjados, pero aquel peculiar color fue intensificándose con los años. También descubrí un par de ojeras delatoras de una noche agitada, pero las ignoré. Tras cepillarme el cabello, salí de la enorme y lujosa mansión en dirección a Chamberí.

Era muy probable que la sede central de la Orden del Sol se encontrara en esa enorme ciudad, en algún lugar, oculta, camuflada… A lo mejor había pasado delante de ella y no lo sabía, eso me frustraba. Si tan solo hubiera sabido dónde estaba, qué establecimiento era la tapadera… lo habría volado en mil pedazos. Aunque lo más probable era que el asesino de mi madre no estuviera allí.

Ese tal Guzmán se dedicaba a la introducción de nuevos miembros, y podría estar en cualquier parte del país. No era cazador, cosa que me enfurecía aún más… ¡mató a mi madre sin ser su trabajo específico! Y para colmo siendo ella humana, algo que, hasta donde yo sabía, estaba prohibido en esa organización. Pero claro, en su retorcido modo de ver las cosas, mi madre era digna de ser la excepción. Aunque pronto lo cazaré yo a él…

En cuanto llegué al edificio donde vivía mi cebo, me senté en el bar que había allí cerca, desde cuya terraza tenía una buena visión de su portal. Estaba muy aburrido de tener que espiar a esa chica a diario, de tener que esperar el momento en el que al fin mostrara su don; pero no podía quejarme, ella era la oportunidad que tanto había ansiado. Me pedí un cortado largo y un pincho de tortilla de patata mientras recordaba el día en el que tuve la suerte de encontrarla. 

Fue el último día de instituto, hacía más de un mes. Caminaba aburrido y, para entretenerme, me concentré en el aura de todos los estudiantes que pasaban cerca de mí. Ninguno mostraba en su aura tener algún tipo de habilidad especial, había variedad de colores, pero todas eran similares. Excepto la de ella.

Todas las personas, todas sin excepción, tienen un don, una habilidad especial, o incluso varias. Pero muy pocas las llegan a desarrollar, y aún menos son las que nacen con dicha habilidad desarrollada –me explicó mi madre mientras paseábamos por la muralla de Lugo observando a la gente-. Hay miles de personas que mueren sin descubrir su don, algunas que lo desarrollan un poco, y una pequeña minoría que sí lo desarrolla o ya lo tenía desarrollado. El aura es la fuente energética de todo ser humano, y en ella podrás llegar a ver cosas de esa persona, como, por ejemplo, si tiene o no una habilidad bien desarrollada.”

Las Sombras de la Tríada (libro 1 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora