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Cuando Steve era enviado a misiones lo peor era despertar de sus pesadillas sólo, con su mente confusa tratando de ubicarse en la habitación llena de recuerdos de ambos, acostado en la cama matrimonial del lado del rubio, enrollado entre las sábanas y con el sudor pegado al cuerpo. Tardaba entre 5 a 10 minutos darse cuenta de que Steve no lo había dejado y sólo había ido a una misión, que iba a volver por él y que no pensaba que era un horrible ser humano por toda la sangre que aún veía correr por sus manos, incluso cuando era el único capaz de observarla roja y brillante bajando desde sus brazos, y goteando en el piso. Tardaba medio segundo después en darse cuenta en todo lo que habían construido juntos, un hogar y una familia con la pequeña bebé que dormía en la habitación de la lado.
Adoptar a Allie no había sido fácil, al principio se negaba. Y cómo no si cada vez que escuchaba un ruido repentino o un movimiento brusco el se preparaba a atacar. Despertaba gritando algunas noches. Otras despertaba golpeando a Steve, sumido en un terror nocturno. A veces no recordaba ni su propio nombre. Pero su novio quería. Y la quería a ella, ya se había encariñado.
La conoció en una de sus misiones. Su madre, la única familia que la niña tenía, falleció y él sólo la pudo rescatar a ella, una pequeña de dos años. La cuido hasta que servicios social vino y se la llevo con ellos. Él no quería separase de la pequeña que tardo sólo unos momentos en robar su corazón. ¿Y quién era él para decirle que no al hombre que más amaba?
Así que sí, tenían una hija. Y la adoraba. Todo él se había programado para vivir por ella. Incluso cuando no estaba dentro de su propia mente.
Al caer en la realización de eso se quedaba acostado un tiempo más antes de levantarse para luego cambiarse ropa; pantalones y una sudadera de su novio. Novio, y aún no se acostumbraba de la palabra en su boca, en sus oídos incluso con todo el tiempo que llevaban. Hace tantos tantos años había sonado algo imposible por el mundo donde estaban insertos pero el sentimiento estaba ahí, en ambos. Y ahora, con todo relativamente bien en este siglo, al fin habían logrado juntarse como querían, y no sólo como compañeros de batallas y mejores amigos, sino que también como amantes y padres. Luego pasaba por la habitación de su hija y vigilaba que estuviera bien, arropada y durmiendo.
Llegar a la cocina había sido fácil y tranquilo sino hubiera escuchado el ruido de la puerta siendo abierta, por lo que se encontraba alerta a cualquier cosa, con un cuchillo para cocinar en su mano, casi agarrándolo sin darse cuenta, cosa que tendía a suceder a veces, listo para saltar. Pero al final todo su cuerpo se relajó cuando observo a Steve entrar por la puerta, tratando de ser silencioso al ser las cuatro de la mañana, tal vez pensando que él y la bebé estarían dormidos. El suspiro que salió de sus labios lo delato, llamando la atención del recién llegado, que lo miro con una sonrisa en su rostro, con las esquinas de sus ojos arrugadas y soltando la mochila en el piso dio unos pasos hacia él. El cuchillo repiqueteo contra el suelo cuando lo soltó y se tiró a los brazos del rubio, envolviendo sus piernas en su cintura y ocultando el rostro en su cuello. Sabía que la dependencia que tenía hacia él estaba mal, pero no le importaba, lo amaba y además era su única conexión a tierra, no estaría vivo si Steve no estuviera a su lado, no tendría a su hija si Steve no estuviera a su lado, aunque no era algo que dijera en voz alta, el rubio lo sabía absolutamente.
"También te extrañe, Buck." Murmuro contra el pelo castaño y largo que caía alrededor de su rostro, dejando un pequeño beso ahí. Cerrando la puerta con su pie camino por la casa con su novio acuestas, que al parecer no tenía intenciones de soltarlo pronto y él tampoco, si era sincero. La separación para sí mismo como para Bucky y su pequeña bebé era difícil. Tenía tanto miedo de perderlo otra vez y perderla a ella de paso. No podría soportarlo. Cada vez que se tenía que alejar se iba preocupado de que sucedería cuando volviera a casa. Llegaba con constantes preguntas de si Buck se había largado, si había decidido dejarle a él y su hija o sí seguía en casa, tratando de aprender otra vez como realizar su propia vida sin que alguien le ordenará que hacer y cuidando de Allie como sí nada más importara y tal vez para él así era. Subió por la escaleras con él acuesta sin gran esfuerzo de su parte, llegando a la primera parada que quería hacer, la habitación de su princesa. Ella había sido una de las mejores cosas en su vida, incluso si como llego no había sido convencional. Ese día la misión había sido terrible para los transeúntes que paseaban por las calles de San Francisco. Salvar el mayor número de personas era el objetivo y con Sam, Wanda y Natasha lo estaban haciendo bien, pero mientras ellos estaban preocupados de otros sectores, él estaba tratando de sacar a una madre y la bebé de debajo de una pared. Cuando lo logro, la mujer ya no respiraba y ella lloraba como si le hubieran roto un brazo. Pero estaba sana y a salvo. Cuando todo acabo él se quedo con ella en brazos, dormida. Y la decisión ya estaba tomado una hora después cuando la llevaron lejos. Iba a ser su hija, costara lo que costará. Y ahí estaba, durmiendo otra vez en su cuna, en su pijama verde limón y tapada hasta el cuello, tal como sabía Bucky la había dejado.
"Te ha extrañado mucho." Escucho la voz amortiguada de su novio venir desde su cuello, quién al parecer había encontrado una forma de mirar sin despegarse de él. Una pequeña sonrisa se extendió en sus labios, llena de cariño y amor por la persona que tenía en brazos y la que estaba en la cuna, con su cabello negro regado en la almohada.
Dejo la habitación en silencio, volviendo al recorrido hacia la propia, llegando ahí y recostando a su novio en la cama, el cual lo soltó y se acomodó entre las sábanas, esperando a que se uniera a él, después de que se sacó el pantalón que se había puesto hace no más de media hora. Se quitó prenda por prenda hasta quedar sólo en bóxer, para luego dirigirse donde estaba el hombre que le quitaba el aliento cada vez que lo veía, esperando aún con la sudadera puesta. Acomodarse a su lado había sido fácil, como siempre, casi como sí hubieran sido diseñados para encajar juntos.
Sólo unas cuantas respiraciones después de parte de ambos cayeron dormidos, sabiendo que al otro día podían ponerse al día con lo que había sucedido los días que pasaron separados.
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Perdón por las faltas de ortografía.

Old Scars/ Future Hearts. (stucky) Where stories live. Discover now