Prólogo

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­­­- ¿Necesitas ayuda?

Un hombre aparentemente indio de unos 30 años dijo detrás de mí. Su traje de chaqueta perfectamente planchado y el maletín de piel colgando en sus manos hacían ver que era un hombre de negocios. Sus ojos miraban en mi dirección, aunque exactamente no podría decir a donde miraban, ya que, las lágrimas agolpadas en mis ojos me impedían ver correctamente y no sabía si se refería a mi llanto, o a la maleta que desde hace unos minutos intentaba colocar en el compartimento superior de mi asiento.

- No... Gracias.

Me concentré en la maleta, colocándola de una vez en su sitio. Sonreí al hombre y me senté al fin en mi asiento, dejándole paso para que él pudiera sentarse también.

Odiaba llorar y aún más odiaba que la gente supiera que lo estaba haciendo. Me limpié con la manga de mi camisa las lágrimas de mi mejilla y las que nuevamente había por debajo de mis ojos. Inmediatamente el color negro del lápiz de ojos llenó mi camisa blanca.

- Mierda... - susurré inconscientemente cuando vi la mancha oscura.

- ¿Seguro que no necesitas ayuda?

El hombre de negocios volvió a preguntarme. 

"Obviamente sí" pensé.

- No, no, estoy bien, gracias de nuevo - mentí.

El móvil sonó en mi bolsillo. Miré antes de descolgar la llamada. Oculto.

Ande rápido hacia el tercer vagón, donde se encontraba el baño. Por suerte estaba vacío, pues el tren no había salido aún. "Cógelo" me dije a mí misma. Miré el diminuto espejo frente a mí, mi pelo alborotado y recién cortado por encima de mis hombros y el lápiz de ojos corrido no daban de mí mi mejor aspecto. Descolgué y esperé a que alguien hablara al otro lado de la línea.

- Espero que disfrutes de tu viaje, querida. - una voz femenina habló.

La angustia se hizo clara en mi rostro y no me atreví a responder.

- Al menos hasta el próximo túnel ¿no es así? - una risa cínica se escuchó. Aquella risa que tenía grabada en mi mente.

El pitido del móvil indicando que la llamada finalizaba y el ruido del tren contra las vías se entremezclaron para hacerme entrar en jaqueca. Salí del baño intentando aparentar normalidad, miré a través de la ventanilla para ver como dejábamos París atrás.

El viaje había comenzado, de nuevo.


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¡Hey! Quiero aclarar que esta es mi primera novela, por lo que no tengo mucha experiencia en esto, por no decir ninguna.

Sólo pretendo compartir un poco de lo que hago en mi tiempo libre, así que espero que os guste.

Dejad cualquier comentario o consejo de la novela. ¡Y votad si os gusta! Os lo agradecería inmensamente, gracias.

- Ana, xx.

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