Capítulo III

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Muerte. Lo único que hemos llevado a los mundos donde ponemos los pies es muerte y destrucción. Mis padres se alegraban de ello, y sus padres, y los padres de éstos. Vanagloriaban el caos sobre todas las cosas, incluso sobre sus propias vidas, llenos de dicha por participar en el amado progreso mogadoriano. Sin embargo ahora, estando en las sombras de un lugar convertido en ruinas, bajo la luz tenue de luna de un planeta todavía extraño, morir es el único pensamiento que puedo tener durante todo el día.

Me levanto pesadamente de la cama. Los dos últimos años han sido una carrera constante por sobrevivir; antes más fácil que ahora, debo admitir. Cuando el Anubis cayó, una parte de mi esperanza como mog se fue con él. La nave era la mayor insignia que simbolizaba aquello en lo que fuimos entrenados para creer ciegamente. En ese tiempo, donde Ra vivía y cada miembro de mi raza era un creyente radical, dudar se convertía en el mayor sacrilegio. Ya sólo nos queda la incertidumbre, mientras nos mantenemos en vida en un planeta donde humanos, lorienses y otros mogadorianos nos quieren muertos, en ese orden.

Recuerdo por un instante mi niñez. Tan fría, tan volátil. Me veo a mi misma sentada en mi pequeña cama, acompañada de la luz de una lámpara, haciendo del Gran Libro mi mejor amigo una vez que aprendí a leer. No tenía más de cinco años. Repaso aquellas memorias que por un instante me hicieron feliz, como la vez que mi padre me llevó con él a la base en Virginia Occidental y me mostró todos los "avances" de nuestro pueblo. Era una niña ingenua, maravillada por la excitación de lo novedoso. E inevitablemente llegan a mí los momentos tristes, empezando por la muerte de mi madre y mi hermano, quien lo llegó ni siquiera a nacer, pues ambos fallecieron cuando ella estaba a punto de dar a luz, días antes de mi octavo cumpleaños.

Pensándolo bien, quizás fue ese el momento donde las palabras de Setrákus comenzaron a perder significado. Sus promesas de salvación únicamente me recordaban la muerte de la mujer que me trajo al mundo y la injusticia que aquello representaba. Puedo sentir una tristeza profunda en mi interior, convirtiéndose lentamente en inconformidad, hasta terminar en ira. Es habitual cuando pienso en la muerte de mamá. El supuesto Amado Líder prometió curarnos y en vez de eso nos llevó por un camino que, de saber a dónde nos llevaría, nunca hubiésemos tomado. Él prometió salvarla y no actuó en consecuencia. Nadie lo hizo. Probablemente, nadie salvo Ra podría haberlo hecho.

Aprieto mi puño con fuerza y dejo salir un pequeño aullido de rabia, o de desesperación, no lo sé. A estas alturas no existe mucha diferencia. Noto de nuevo que mi único acompañante es el silencio, impasible, enloquecedor. Me permito extrañar mi antigua vida como mogadoriana. En nuestras bases siempre había algo que llenara el silencio, en cualquier lugar: científicos trabajando, soldados marchando con sus armas o conversando, máquinas funcionando al máximo de su capacidad... Ahora sólo nos queda esta ausencia de ruido, bastante perturbadora considerando que nuestras vidas, por primera vez, están siempre en inminente peligro.

El sonido lejano de una voz ronca me despierta de este momento reflexivo. Me visto con rapidez, tal como me he acostumbrado desde que estamos ocultos aquí. Camino a través de la habitación y observo mi reflejo en un espejo cubierto por una fina capa de polvo. La figura que mis ojos observan es lastimera. He perdido tanto peso que mi cara se ha vuelto ligeramente huesuda; me acompañan grandes ojeras debajo de los ojos; el pelo desarreglado y sucio se encuentra enrollado en una forma extraña sobre mi cabeza; la ropa que llevo denota manchas y percudidas. La imagen es tan deprimente que prefiero retirar la mirada.

La base abandonada donde nos escondemos es más desastrosa que mi apariencia. Adentrada en el bosque, se encuentra debajo de una propiedad que, para los humanos, debió pertenecer a alguien con mucho dinero. La coartada probablemente era la de un hombre de clase media-alta que venía aquí para pasar vacaciones con su familia, si tenía alguna. No obstante, gracias a los estragos de la guerra y con el tiempo de abandono que ha sufrido, este lugar se ha vuelto una pocilga, no muy diferente de nuestros refugios anteriores.

La última expansión [Legados de Lorien]Where stories live. Discover now