capítulo 2

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Multimedia: Adalia

Cuando llegué a mi casa abrí la puerta con las llaves. Mi papá estaba sentado en el sillón viendo unos papeles de trabajo... le sonreí y tire mi mochila al piso ignorando el regaño de mi querido padre. Fui a la cocina a decirle a mi mama que iría a una fiesta el sábado, tan solo decirle esas palabras a mi mamá sentí que mi papá entraba a la cocina, joder...

— ¿A qué hora llegaras? —frunció el ceño.

—Papá no exageres sabes que llegare algo tarde, pero si te hace sentir mejor llegare más temprano que antes lo prometo —dije mientras mi labio inferior sobresalía. Mi papá era abogado, de los más conocidos y siempre me recordaba que tenía que comportarme o su reputación estaría en peligro por mi culpa y bla bla bla...

—Tiene razón Daniel, no es necesario exagerar, es una adolecente, tiene que disfrutar su juventud — dijo mamá. Era la persona más adorable para decir verdad, todos mis amigos decían eso... aparte de que ellos la alaben por ser tan guapa para su edad. Su pelo era platinado... sus ojos eran verdes oscuros, los había sacado a mi abuela, quien falleció hace dos años

—Está bien, pero tienes que cuidarte —dijo papá con una pequeña sonrisa. Le di un abrazo de oso de los que tanto odiaba él, pero esos abrazos eran mi manera de agradecerle. Gruñón y todo pero era mi padre... lo único que me molestaba era que siempre su ceño estaba fruncido. Me encantaba como combinaban sus ojos esmeraldas con sus suaves fracciones.

—Lo prometo, eres el mejor— dije separándome de él —Papá...

— No digas nada, supongo que ahora quieres dinero para comprarte un vestido nuevo, igual a tu madre... —suspiró negando con la cabeza mientras sentía la risa de mamá. Yo asentí poniendo cara de gatito la que nunca fallaba con papá... aunque no era de esas chicas que se aprovechaban del dinero de su padre... siempre me ponía los vestidos que tenía en mi closet. Pero esta vez sentí querer verme mejor — está bien, no pongas esa cara— dijo metiendo la mano a su bolsillo y sacando una tarjeta— Ten, y no te compres vestidos tan provocativos— dijo dándome la tarjeta.

— Me pondré un vestido que me llegue al piso papá — dije con sarcasmo.

—Por mí estaría bien —respondió papá. Yo puse los ojos en blanco por su insistencia con que ocupé un vestido tan reservado.

—Como tú digas, estaré en mi habitación —dicho eso me dirigí al segundo piso. Cuando llegue a este, vi que mi hermano iba saliendo de su habitación.

— Hey, ratoncita — odiaba ese apodo, y siempre lo usaba para cuando necesitaba ayuda con una chica. Damien tenía diecinueve, dos años más que yo, ¡pero era un inmaduro! él ya iba en la universidad y era unos de los más guapos y "deseados por las chicas", lo comprobé una vez que me pidió que lo fuera a buscar en mi coche, él estaba rodeado de chicas guapas, rubias, y piernas largas... desagradables necesitadas, mi hermano tenía un físico de un dios aparte de su faceta de chico malo y gracioso, que combinación tan rara.... bueno, ¿pero cómo no iban a andar detrás de él? Agh, tiene mejores genes que yo. Todos dicen que nos parecemos porque tenemos el mismo color de pelo y la misma nariz... entre otras cosas, solo que él saco los ojos de nuestra mamá y yo de nuestro papá.

Por otra parte lo consideraba como un amigo más... era mi confidente, alguien con quien puedo desahogar todos mis problemas o poder divertirme. Mis amigos lo amaban... ¡pero era mío! Es mi hermano, inmaduro, idiota y gracioso pero lo amaba.

— ¿Qué quieres, querido?— dije con una falsa sonrisa.

— ¿Qué te hace pensar que quiero algo? —dijo poniéndose la mano en el corazón haciéndose el dolido.

Desde Que Te Vi ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora