Fidel despertó pasado el medio día cuando Piera ya tenía la comida lista y su humor era aún peor que en la mañana. Él se sentó en la mesa para comer las milanesas con ensalada en completo silencio bajo la mirada acusadora de ella; podía notar la incomodidad y malestar de mi hermano pero Piera parecía no darse cuenta de aquello, sumado a que la charla de Lucy ya me estaba poniendo de malas a mí también.

-Parece que te divertiste bastante anoche –digo aprovechando la rápida huida de Lucy luego de chequear su celular y avisar que le había llegado un mensaje "MegaHiperArchiUltraImportante".

-Creo que se me fue la mano con los tragos –responde con los ojos cerrados y una horrenda mueca de dolor.

-Deberías ser un poco más cuidadoso –explota Piera, evidentemente estaba esperando la oportunidad de que la pequeña cierre la boca. -A pesar de todo sigues siendo profesor de un colegio y varios de tus alumnos también frecuentan aquellos lugares. Brandon y Jaime te arrastraron hasta aquí anoche, eso fue vergonzoso.

-Apuesto que ellos no se veían bien tampoco –dice él justificándose pero seguramente se arrepiente de inmediato ante la mirada que ella le da, yo lo hubiera hecho. –Lo lamento.

-Ustedes deberían madurar de una vez por todas –continúa Piera tan enojada que sus mejillas comienzan a colorearse exageradamente. Yo me río, porque ella tiene razón, pero al parecer me malinterpreta porque ahora sus ojos están en mi persona. –Tú has tenido tus momentos también Rocco, no te burles de él.

-Pero yo tengo 17 años, aún tengo el derecho de hacerlo ¿No crees? -digo de inmediato y ella larga un suspiro de furia. Eso se iba a poner feo.

-No quiero que seas un adolescente irresponsable.

-¿Tú si lo eras pero yo no puedo hacerlo? Eres injusta.

-¿Lo soy? –quiere saber con sarcasmo arrastrando su plato con dramatismo. –Estaba enamorada de mi propio hermano Rocco, no encontré otra forma más que salir a fiestas, drogarme y emborracharme hasta poder olvidar un poco de ese amor enfermizo. Demándame.

-Yo tampoco la estoy pasando bien Piera –respondo de inmediato porque, a pesar de que su adolescencia fue más dura que la mía,  mi vida era tan fácil como ella estaba suponiendo. –Y sé que soy irresponsable pero trata de ponerte en mi lugar.

-Oh vamos –interrumpe Fidel con calma. –Todos la pasamos mal en la adolescencia, no haremos un drama de todo esto.

-¿Te parece justo que juzgue mi comportamiento cuando ella salía todos los fines de semana y siempre regresaba drogada? –continúo enojado porque ella se había metido en un terreno delicado.

-¿Cuál es la diferencia contigo?

-Oye. Estoy portándome bastante bien desde que me mudé con Fidel y debes reconocerme eso –le recuerdo de mala gana. Ella estaba siendo injusta. –Ya no tomo demasiado y no he consumido drogas en muchos meses.

-Si no fuera por Tomás no sería así.

-Estoy poniendo mucho esfuerzo de mi parte Piera, algo que tú no hiciste en ningún momento.

-Oh, perdona por no haber sido un gran ejemplo para ti.

-No se trata de eso, no seas idiota.

-Tú deberías estar agradecido de que la persona que amas corresponde tus sentimientos Rocco.

Se pone de pie y sale de la cocina dejándome con la palabra en la boca. Hasta parecía que estaba a punto de llorar, aunque claro, seguramente todo el tema de la pérdida de memoria de mi hermano no la tenía para nada bien; sin embargo no tenía por qué agarrársela conmigo.

-¿Qué demonios le pasa? ¿En serio piensa que no estoy agradecido por todo lo que ustedes y Tomás hacen por mí?

-Yo creo que lo sabe, sólo tiene un mal día... -dice Fidel disimulando su inquietud.

-Debes decirle –exijo y él me mira desconcertado.

-¿Decirle qué?

-Debes decirle si seguirás con ella o no porque estoy seguro que es eso lo que la está volviendo loca Fidel. Una respuesta positiva o negativa es mejor que la incertidumbre en la que está viviendo.

Él asiente una vez y se pone de pie para levantar los platos aunque ninguno había terminado de almorzar. Lo ayudo un poco y luego voy a recostarme al sofá donde espero tranquilamente el mensaje de Tomás que tarda en llegar bastantes horas, definitivamente ellos la habían pasado muy bien la noche anterior.

Cuando pasan de las 5 de la tarde me llama para decirme que recién estaban despertando; en realidad él porque Nano seguiría durmiendo un rato más por lo que alcancé a oír. Junté algunas cosas y pedí permiso para salir esa noche, cosa que Fidel accedió de inmediato y me pidió que llevara a Lucy a casa de Roxanne ya que necesitaba un tiempo a solas con Piera. Ella aún seguía enfadada, no había salido en toda la tarde de la habitación y no lo haría a menos que él fuera a aclarar la situación.

Al llegar a casa de Nano, luego de pasar por casa de mi hermana mayor y por la rotiseria por algo de comer y beber, me encuentro a Tomás durmiendo en el sofá y no hay rastros del otro chico por ningún lado. Dejo la comida en la cocina y me arrodillo frente al chico que ni siquiera a escuchado mis reiterados golpes en la puerta hasta que había decidido probar si la puerta estaba abierta algo que efectivamente fue así.

-Tomás... -susurré acariciando su rostro. Él se veía bastante cansado, tenía ojeras y mi intriga por lo que había pasado la noche anterior aumentaba considerablemente. –Hey...

-¿Qué? –consulta sin poder abrir sus ojos. Corro su cabello y me siento a su lado para poder besar su frente.

-Vamos... despierta así comes algo –insisto tocando sus parpados para abrirlos, esta vez sonríe pero los mantiene cerrados. –Tomás...

-Estoy cansado...

Toma una de mis manos y la besa antes de bajarla al costado de su cuerpo. Cuando voy a tocarlo con mi mano libre repite la acción y me mira apenas sonriendo.

-Te extrañé.

-Eres un exagerado –digo bajando a sus labios automáticamente, ni siquiera lo había pensando y desearía haberlo hecho, porque cuando respondió no pude detenerme y me acerqué más a su cuerpo. Sus manos soltaron las mías y se afirmaron con fuerza a mi rostro para poder intensificar el momento.

Me separé lo suficiente para poder respirar y él se reincorporó sentándose frente a mí y continuar el beso. Apretó mi cintura con fuerza para poder acercarme a él mientras tomaba su camisa de la misma manera, luchando con su boca que devoraba la mía y viceversa.

-De verdad –dijo entre un jadeo –de verdad te extrañé.

-Yo también –aseguro impulsándome con la intención de ponerme a horcadas sobre él pero no llego a hacerlo, gracias al cielo.

-Se nota que se extrañaron muchachos, pero vamos a comer que tengo hambre.

1. Permanece a mi ladoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt