Maneras De Suicidarme En Un Apocalipsis Zombie

En La Cornisa

¡Agotada! Agotada era la palabra justa para describir como me sentía.
No sabía cuántos días o semanas habían pasado desde la muerte de mi madre, desde ese momento las cosas no habían cambiado mucho. No dormía, comía poco y a beses nada, corría de los muertos, y me escondía de los vivos.
Seguía atrapada en la ciudad de Atlanta. Se que tendría que salir de aquí, pero no me sentia con fuerzas para ello.
Me encuentro en la azotea de un edificio de más de diez pisos acostada en la corniza un movimiento en falso y todo acabaría.
No más dolor, no más muerte, no más sufrimiento ni lágrimas.
Mi vista estaba clavada en el cielo azul, mi mente vagaba en mis pensamientos más profundos.
Ni yo me entendía.
¿Qué me impedía moverme medio milímetro y terminar todo?
¿Por que no podía? ¿Qué me ataba a este mundo de muerte?
Estaba transpirado llena de sangre y restos de muertos, los gruñidos de los muertos en las calles y en los pasillos del edificio en el que estaba, irrumpian en la tetrica paz en la que el mundo se encontraba.
De pronto una detonaciones irrumpieron dicha paz.
Tire mi cuerpo hacia la azotea y allí me quedé. Los disparos siguieron por un tiempo más así como la alarma de un auto. Después de eso la calma volvió a reinar en la ciudad.
Me levanté de donde estaba acostada tomé mi arco y la escopeta que había rescatado de una vieja armería.
Ya era hora de seguir mi camino.