Capitulo 1

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•¿Quién imaginaria que con solo 17 años se convertiría en Mortífago? La verdad no esperaba nada de la vida, la marca tenebrosa solo era una más de tantas que poseía sobre su cuerpo, una marca que ardía dolorosamente al ser llamada. Esta era una de las primeras reuniones a las que se presentaría, su padre le había comprado un elegante vestido rojo con pedrería en su prominente escote, pegado al cuerpo y con el largo que le llegaba solo algunos centímetros por debajo del muslo...asqueroso, no era de su estilo.
Dejó el odioso y vulgar vestido tirado sobre el piso de su habitación y abrió el armario de madera blanca desgastada de su habitación, dispuesta a ponerse su vestido preferido. Estiro su pálida mano tomando la prenda elegida y se quitó la ropa que traía en ese momento, colocándoselo por encima de los hombros.
Caminó hacia el espejo con parsimonia y observó su reflejo en el de pies a cabeza.
Su nombre era Hannah , tenía un largo cabello blanco con suaves ondas y un flequillo hacia el costado, color heredado de su familia sangre pura, su piel era blanca también, como la nieve y sus ojos azules resaltaban en su rostro como el océano con una sonrisa que haría temblar a cualquiera, el vestido que tenia era color negro de finos tirantes, que se cruzaban en la espalda, simple hasta las rodilla, en su brazo izquierdo, la marca tenebrosa, colocada allí hace algunos días por el mismo señor tenebroso, aun tenia los bordes rojos de irritación por la llamada de hace unas horas, pero no era el único tatuaje que su piel poseía. En su espalda, sobre sus omoplatos, dos grandes y delicadas alas salían desde su columna vertebral con hermosos y delicados trazos, sus uñas pintadas de un brillante rojo algo descuidado y sus piernas, adornadas por unos zapatos de plataforma negro. Sin maquillaje, sin joyas, nada que opacara a la verdadera persona que era, persona que nadie conocía.
No iba a arreglarse para una reunión de Mortífagos. No tenia que impresionar a nadie, ni siquiera al señor tenebroso. Pero sabía que su padre tramaba algo por lo que debía estar alerta en todo momento.
Alguien la desconcertó golpeando la puerta de su habitación, y giró su dulce rostro redondeado hacia ella.
-Hannah, ya es hora, nuestro señor nos espera-dijo su padre con voz grave mientras entraba a su habitación, tenía un porte aristocrático muy elegante, llevaba una capa negra, uniforme de los seguidores del señor tenebroso, y su pelo era igual de blanco que el de su hija-¿Por qué no te has puesto el vestido que ordene para ti?-preguntó con enojo observando la prenda en el suelo de la habitación.
-porque no soy una prostituta padre- respondió con simpleza sonriendo y devolviéndole una mirada desafiante a esos ojos verdes oscuros que la fulminaban con odio
-Eres una descarada, harás lo que te digo, ponte ese vestido en este instante mocosa -gruñó con voz helada, pero él no le daba miedo, nadie le daba miedo.
-No lo haré padre, ¿no era hora de irnos?-preguntó ignorando la furia de su padre mientras tomaba su varita de la mesa de luz y se acercaba a él con intenciones de retirarse.
-Tienes suerte de que estemos llegando tarde Hannah- respondió acercando su rostro hacia ella-porque sino hubieras corrido el mismo destino que tu madre-pero esto no pareció afectar a la joven, por lo que decidió tomar bruscamente su mano y aparecerse directamente en la Mansión Malfoy.
Caminaron por el sendero de las afueras de la mansión para llegar a las grandes rejas que la rodeaban, las cuales, se retorcieron en forma de rostro preguntándoles el motivo de su visita para luego dejarlos pasar, en los jardines corrían libremente algunos pavos reales y una gran fuente de cemento con bancos alrededor, el sendero de grava que llevaba a la mansión estaba rodeado por setos perfectamente cortados y las ventanas en forma de diamantes del primer piso se iluminaban con furia en medio de la noche oscura y sinuosa que se cernía sobre la mansión.
Las puertas se abrieron automáticamente dándoles paso para entrar al vestíbulo de los Malfoy. Allí el piso estaba cubierto por una gran alfombra y las paredes recubiertas por retratos oscuros de familiares que observaban todo con una mirada altiva.
-Bienvenido sea, señor Hamilton-los recibió un gracioso elfo vestido con la funda de una almohada mugrienta-¿puedo tomar su abrigo?-
Félix Hamilton arrojó su abrigo sobre el escuálido elfo con molestia mientras arrugaba su nariz, odiaba a esos seres, le producían asco su especie. Hannah, también lo hizo, sin darle importancia al pequeño de nariz ganchuda.
-Los amos están en el salón, por aquí señor- dijo mientras con un chasquido desaparecía las prendías y conducía a los magos por la pesada puerta de roble con la manija de bronce.
El salón era una hermosa habitación adornada con colores claros, una gran ventana y una gran chimenea de mármol llamaban su atención, el piso recubierto en parte por la misma alfombra de la sala y una gran lámpara de diamantes colgando sobre el centro de la habitación. Varios sillones eran ocupados por personas que no conocían, varios grupos de Mortífagos reían entre sí con copas de vino de elfo en la mano, algunos parados junto a la ventana observando los jardines, otros, admirando los retratos que adornaban los alrededores, los más jóvenes posicionados en los sillones junto a la chimenea.
-Querido Félix- lo saludó amablemente una señora apenas entraron. Narcissa Malfoy vestía muy elegantemente un vestido color verde oscuro, de mangas largas, pegado a su torso y suelto en la parte de las piernas, donde se arrastraba por el pulido piso-que gusto volver a verte- su sonrisa era frívola, pero había algo que siempre le había agradado de esa mujer, aunque aun no descubría el motivo, suponía que era el parecido con su madre.
-Narcissa, siempre tan hermosa-la elogió su padre, tomando su mano y besando su dorso, lo cual puso incomoda a la mujer mientras cambiaba su mirada a la joven frente a ella.
-Muchas gracias Félix. Hannah, hace tiempo que no te veía, sigues igual de hermosa, me recuerdas mucho a tu madre-le sonrió solo para ella, mientras la joven de cabellos blancos la observaba sin expresión en el rostro
-Gracias señora Malfoy-le devolvió una sonrisa, que puso a Narcissa algo nerviosa, esa jovencita era increíblemente diferente a la gente del entorno que siempre la rodeaba
- Pasen por favor, mi casa es vuestra casa-les invitó mientras los dirigía hacia el salón ya que aun estaban parados a unos pasos de la puerta-Félix, mi marido estaba esperándote por unos negocios, esta por allí con algunos colegas-
-Entonces no hay porque hacerlo esperar más-con una brillante sonrisa se despidió de la bella mujer rubia y se dirigió hacia el ventanal donde Lucius bebía de una copa, y conversaba con algunos Mortifagos que ella no conocía.
-Me han dicho que has decidido unírtenos hace poco Hannah-la felicitó con falsa emoción-tu padre debe estar muy orgulloso-
-Mi padre nunca está orgulloso-respondió con un sinceridad sin que su rostro no cambiara su expresión-pero supongo que será algo interesante estar aquí-
Narcissa soltó una risilla juvenil, esa joven tenía una manera de ser que destacaba en cualquier lugar, su frivolidad y sinceridad eran características arrolladoras en ella, y cuando la veía reír la sonrisa que tenía era deslumbrante.
-Ven por aquí te presentaré a algunas personas- murmuró mientras se dirigía a donde estaba su hijo con los amigos.
No reconocía a nadie del grupo excepto al hijo de la anfitriona, al cual había visto alguna vez de niño aunque ya no lo recordaba con claridad, las jovencitas que allí estaban vestían vestidos cortos e insinuantes, llenas de maquillaje, y arrolladoramente bellas, pero plásticas a la vez, personas huecas que solo sabían batir sus pestañas y reír tontamente, los jóvenes, elegantes túnicas negras, quienes bebían alguna que otra copa también, perfectamente pulcros manteniéndose alertas y algo más serios que las jovencitas.
-Chicos, les presento a Hannah Hamilton, hija de Félix Hamilton-les indicó Narcissa mientras la presentaba a ellos, y el grupo se tornaba silencioso-Hannah, me gustaría hablar contigo en privado más tarde, si me disculpas tengo que ir a atender algunos invitados mas-le sonrió Narcissa, ganándose una mirada curiosa de su hijo, preguntándose porque trataba a la jovencita como si la conociera de toda la vida.

Un Mortifago Angelical - Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora