#SE - Capítulo 6

Börja om från början
                                    

—Hola, Alejandra —dijo por fin la voz de la criatura.

—Hola, quería hablar contigo —contestó ella, sorprendida ante lo que había logrado hacer—. ¿Puedo hacerte unas preguntas?

—Claro —le respondió—, pero debes ser breve y concisa. No disponemos de mucho tiempo.

—Bueno... quería preguntar un par de cosas. Primero, ¿es cierto que se me prometió a los vampiros antes de que yo naciera?

—Sí, es así —dijo el ave—. Nuestra entonces reina, tu madre, hizo un pacto con los vampiros, más de mil años atrás. El trato consistía en que, si tenía una hija, esta se casaría con un príncipe heredero de los vampiros, pero eso caducó cuando empezó la guerra de los vampiros y las hadas. Ya nada te obliga por ley a casarte... excepto por esa sortija. Además, las hadas siempre deben cumplir las promesas que realizan. Está en su naturaleza, y por ello una parte de ti querrá obligarte a cumplir con tu palabra.

—¡Mierda! —exclamó Alejandra, sintiéndose engañada.

—Sí —dijo el ave—. Tú solita te metiste en este embrollo.

—¿Me quieres contar un poco sobre esa guerra? —le pidió Alejandra—. Pero antes, dime: ¿quién eres?, ¿qué eres?

—Soy Muriz —contestó el ave—, y esta forma en la que me ves es una de las tantas que tengo, ya que poseo la habilidad de desdoblar mi cuerpo y convertir mi doble astral en animales que puedo enviar donde quiera. En realidad, soy un hada, aunque no lo creas.

—¿Y puedes convertirte en cualquier animal? ¡Wow!

—Sí, lo hago para entrar desapercibida en este reino, porque si viniese en mi forma original correría el riesgo de que la bruja pudiese usarme y controlarme, o de que un vampiro me atacase. Y no quiero eso.

—¿Las brujas pueden controlar a las hadas? —preguntó Alejandra, un tanto incrédula.

—Sí, pueden hacerlo. Pueden hechizarnos para que hagamos lo que ellas quieren. Aunque esos hechizos no suelen durar mucho tiempo, como cuando hechizan a un humano o a un vampiro.

—Tienes tantas cosas por contarme... —acertó Alejandra, suspirando.

—Lo sé —contestó Muriz—. Pronto hablaremos, pero ahora no puedo mantener la conexión por más tiempo. Intenta encontrar esa llave dorada antes de que sea demasiado tarde.

—¿Tarde para qué? —preguntó Alejandra, pero el contacto con Muriz ya se había perdido.

Después de esto volvió al palacio y retomó su búsqueda de los aposentos de Nikolav para encontrar la llave. Quizás Muriz había insistido con esto porque creía que era la clave para huir de su promesa, además de que así podría liberar a Lilum. Lo único que le faltaba recorrer era el subsuelo, pero descubrió que la entrada al mismo estaba fuertemente resguardada. «Quizás quieren impedir que yo entre. Nikolav debe tener sus aposentos en ese sitio», pensó. De todos modos intentó pasar, pero los guardias se interpusieron en su camino y sacudieron la cabeza con seriedad.

No podría acceder a la habitación del vampiro antes de haber contraído matrimonio con él. No podría salvar a Lilum antes de esto, pero sería su prioridad sacarla de su prisión una vez pudiera robarle la llave al vampiro. De momento, debía seguir adelante con los preparativos para su boda.

***

Al mediodía, le trajeron un vestido para que se lo probara. Era negro por completo, y le encantaba cómo se veía en él. Las modistas tenían que terminar un par de pequeños detalles, pero estaba prácticamente listo.

Sangre Enamorada: Sangre enamorada #1 (Versión original)Där berättelser lever. Upptäck nu