Me Enamoré de un Mujeriego {#1} ➸ z.m

➳004.-

— _____, ¿Por qué no quieres salir conmigo?, soy el chico más guapo del instituto, el capitán del equipo del fútbol, el más popular y tengo dinero.

—Suspire— Pablo, no importa si eres guapo o no, o si eres el capital del equipo de fútbol, tu popularidad no me importa y tu dinero tampoco, no saldría contigo por interés...

— Oh, vamos _____, tú eres la más guapa, yo el más guapo, debemos estar juntos. Además se que necesitas dinero y yo lo tengo...—Hizo una sonrisa picara. 

— ¡No! ¡Ya te dije no me importa tu dinero! No me voy a vender por estar contigo. Pablo tampoco debiste intentar besarme...

— Si lo deseabas...

— Te equivocas... Otra vez...

— No, ¡_____! sé que me deseas.

Algunos nos miraron.

—Suspire— Pablo entiende algo. ¡NO! ¡Voy a salir contigo! No me importas, no me importa nada de ti! —Todos rieron. —

Vi la sonrisa de oreja a oreja de Fabián.

— Ya me rogaras, _____.

— No lo creo, no desperdiciaría mi tiempo con alguien como tú.

Pablo cogió sus cosas y salió enojado de la clase. Todos volvieron a reír. Vi como Franco se apoyaba en su mesa.

— Supongo que ahora tengo el camino libre —sonrió—

Franco era uno de los mejores amigos de Pablo.

— Pablo es tu mejor amigo...

— Eso no importa, lo único que importa eres tú —acaricio mi mejilla—

Para mi buena suerte, el profesor entro en clase. Cuando las clases terminaron. Karla y Fabián se acercaron a mí.

— _____, me llamas si puedes ir —sonrió Karla—

— Está bien, pero ya sabes que no te prometo nada.

Karla beso mi mejilla, la de Fabián y se fue.

— Espero que vayas. —sonrió Karla—

— Y yo espero que me den permiso...

— Por cierto —Fabián se acerco a mí— me debes un beso. —sonreímos ambos. —

Me acerque a él, lo tome por la nuca y lo besé, Fabián le respondió con un beso tierno. Cuando se separaron él tenía una enorme sonrisa.

— Te quiero —beso mi mejilla—

— Sonreí— Debo irme...

— Llámame y pasare por ti, si puedes.

— Está bien —sonreí y me fui—

|Zayn|

Estaba almorzando en uno de los restaurantes más caros de New York con una de mis amigas con la que había pasado la noche.

— Lo pase muy bien anoche —sonrió Carol—

— Si, yo también...—Mire mi teléfono— debo irme... —dije levantándome—

— ¿Tan pronto?

— Si —saque dinero y lo deje sobre la mesa— tengo muchas cosas que hacer...

— ¡Llámame!

Subí en mi carísimo coche y lo puse en marcha, no volvería a llamar a Carol, solo la quería para una sola noche al igual que todas las mujeres que conocía... Y esa noche volvería.

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