CAPITULO 25 LOS TEMPLARIOS

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Se precisó la mitad de la armadura para crearla, me llevo casi un día entero el partirlo a la mitad con mi habilidad ESP (creo que por ser una pieza encantada el proceso era lento) y otros días más para moldearlo necesariamente con el fin de crear la réplica a mi talla, pero finalmente la había terminado, en una canica metálica pequeña comprimí la armadura original y en una más grande la réplica hecha para mí.


Tras guardar la original en uno de mis bolsillos, coloco la creada sobre mi pecho y concentrándome la descomprimo bajo mis órdenes mentales para que esta se colocara sobre mi cuerpo mientras regresaba a su forma normal, la canica responde expandiéndose como una masa líquida que envuelve mi torso y adopta el aspecto de la armadura encantada que había hecho para mi talla, mi obra más reciente estaba listo para ser usada.


Podía sentir como su magia encantada fluía sobre mi cuerpo, mi vitalidad yacía reforzada de solo tenerlo puesto, pero duda albergaba, ¿hasta dónde llegaban sus límites físicos incrementados?, practique con la espada y me sentía más veloz y ágil, aunque en fuerza mucho no denotaba el cambio.


Otra prueba que quería llevar a cabo es llegar a lo alto de un árbol de un solo salto, calculaba unos cuatro metros con el que tenía en frente hacer tal cometido, flexione las rodillas y brinque tan alto hasta llegar a la punta del árbol, con esto queda demostrado que mis actitud físicas con la armadura encantada están sobre el limite humano.


—"Sssheila..."


Era esa voz susurrante que oí aquella vez que toque la armadura por primera vez en Windaz, nuevamente volví a escucharlo en mi cabeza, ¿estoy enloqueciendo o no es simple coincidencia?, todo apuntaba en relación a esta armadura, repetía un nombre, "Sheila", ¿quién será?.


Baje del árbol algo incómodo tras esa experiencia, lo último que quería teorizar es que la armadura más que encantada estuviese "maldita" por quien sabe qué cosa, pero era demasiado pronto para sacar conclusiones precipitadas.


Mi entrenamiento se ve interrumpido con el escuchar de unos pasos rápidos acercándose hacia mí, del arbusto un hombre de unos 30 años armado con una espada y hombreras de cuero se aparece repentinamente jadeando como si hubiese una maratón, tenía la pinta de un mercenario.


— ¿Un niño aquí? –Dice al verme —Perfecto, me servirá, lo siento chico, te tomare "prestado" un momento.


Se acercaba con su espada en alto, no sé qué estaba planeando pero ni de chiste esperaría a que dejara hacer de las suyas, desenfunde mi espada y le apunte con ella a él a modo de advertencia.


— ¿En verdad vas a ponérmelo difícil? –Pregunta el tipo.


— ¿En verdad crees que te voy a dejar hacer lo que se te antoje? –Le conteste yo con otra pregunta.


El hombre se detuvo pero no ceso su hostilidad, de su cuerpo un aura de energía le cubre, era un mago y estaba preparándose para atacarme, pero enseguida unas voces se oyen proceder de la misma dirección de donde vino este sujeto.


— ¡Se fue por aquí! –Exclama dicha voz.


Metalord RevolutionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora