Capitulo 1: Atacado.

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Silencio.

Solo roto por el trote y relincho de los caballos.

Y como un espectro terrible, avanzaban, por los caminos desiertos, con la fría brisa rozando las pieles que les cubrían.

No era invierno, pero eso no importaba en las Tierras del Norte.

No habia nieve, pero capaz de fino hielo cubrían la tierra y los arboles. Las hojas se movían por el viento.

Pronto empezaría la lluvia y después las nevadas.

Así era, así transcurría el tiempo en aquellas tierras.

Con las riendas tomadas fuertemente, impasible, subido sobre caballo, avanzaba hacia su hogar, hacia su clan. Sus ojos se movían hábiles a su alrededor, observando, observando el viento, el silencio, el frio.

Se habían marchado de las Tierras de los Archivald, nada más terminar de ayudar a organizar todo. No habían esperado, aunque podrían haberlo hecho. Habia sido una ferviente batalla y sus hombres estarían cansados, pero quería regresara a casa.

Giro el rostro y observo a sus guerreros de reojo.

Le seguirían hasta el infierno.

Pero no tenían que hacerlo.

El ya estaba en su propio infierno.

Volvió la vista al frente y cerró los ojos por un instante.

La imagen de Thomas Archivald, con el rostro alzado hacia su sobrina, mientras su machete atravesaba su cuello de un lado al otro y su cabeza caía a sus pies.

Abrió los ojos y sus dedos se apretaron en torno a las riendas, con fuerza, con rabia.

Si Thomas Archivald no se hubiera atravesado en su vida, ahora todo podría ser diferente.

Tan diferente.

-¡¡Laird!! –el grito de uno de sus hombres le hizo tirar de las riendas de su caballo, frenándolo. Lo giro para mirarles y vio a uno de sus guerreros, inclinado en su caballo.

Se acerco a él y frunció el ceño observando su herida.

-¿Por qué no informaste que estabas herido? –Aclair lo miro fríamente

-No quería retrasaros –el hizo una mueca al hablar

-¡¡Pararemos aquí!! –bajo de su caballo y miro al resto -¡¡Ayudadle a bajar y que alguien le cure esa herida!! –tiro del caballo guiándolo entre los árboles y le soltó. Una vez allí solo, escucho a sus hombres preparando lo que sería el campamento, apretó la mandíbula y golpeo el tronco de un árbol. Ya estaban en sus tierras, pero bastante lejos de la aldea y su castillo.

-Mañana llegaremos –Dareck se paro tras el mirándole con cierta precaución.

-Deberíamos llegar esta noche –Aclair se giro hacia él y vio el nerviosismo en sus ojos.

No era igual.

Nada habia vuelto a ser igual.

Ni siquiera él, su mejor amigo, le veía de la misma forma. Y no podía culparle.

Habían sido como.... Hermanos.

Pero ahora veía el desconcierto y el miedo en sus ojos, cada vez que le miraba, como si no supiera cómo actuar con él. Y lo comprendía.

-Ve con los hombres –señalo con la cabeza la dirección en la que se encontraban sus guerreros.

Observo como Dareck se alejaba y después paso la mano por su pelo.

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