Cerca de la ribera del Somme, 01 julio 1916.

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Hasta ayer; todavía podía escuchar el crujir de los huesos de Franz cuándo la sierra devoraba su carne al cercenarle, yo, una de sus piernas.

Ahora ya no escucho las bombas caer, no escucho los aullidos, los alaridos.

Ya no escucho el dolor. Lo siento.

Acaba de atravesar mi cuerpo una ráfaga de balas que no logré esquivar con éxito.

Perdí la audición poco antes de ver despedazados, desangrados y humillados a mis hombres. Lo último que escuché fue mi propio aliento y después, todo fue silencio.

Sé mi amadísima Grace, que no es la mejor forma de comenzar ésta que supone es mi última misiva de amor, pero: quiero dejar memoria de los horrores de ésta guerra para que tu piadoso corazón expíe mis pecados y los odios de la maldad humana.

Sé que prometí regresar amada mía, entero o "a pedazos" como bien lo dijiste; lamento aceptar que quizás y con suerte sólo te llegue esta carta.

No hay salida mi amada Grace, no hay por donde huir ni hacia donde avanzar.

Yazgo en una trinchera al lado millares de ojos con la mirada perdida al cielo, donde dios se ha escondido para no vernos: estamos desamparados a merced del enemigo que viene y va arrancando vidas sin detenerse.

Te amo, te amo y te amo mujer mía.

Perdóname por no estar en cuerpo cuando nazca nuestro unigénito. ¡Qué padre tan inútil fui! Ni siquiera podré escuchar su primer llanto, mas me alegra pensar que mi esencia no morirá aquí en este lúgubre lodazal de sangre.

Promete que nunca lo dejarás partir a ninguna guerra. Juran que ésta es la única y la última pero, dejame decirte que la sed de poder del hombre jamás se detendrá y para resolver un conflicto no recurrirá a estrechar la mano de su vecino; sino que, atacará con bayoneta tras de su espalda y así volverá, de nuevo, a comenzar otra vez.

Me duele Grace, me duele, pero no me duele estar muriendo lentamente. Me duele ser incapaz de volver a tocarte; para verte nada más necesito cerrar los ojos. Estás tatuada en mis pesados párpados y en mi subconsciente sonriéndome, ocultando tus lágrimas y pesares para que todo sea siempre placentero. Yo no sabía qué era vivir hasta después de ti, ahuyentaste mis demonios y los convertiste en duendes que habitan mi corazón.

Dañado, sólo tú supiste darme amor.

Perdóname si desvarío mi amada Grace porque te juro, por este dios que juega a esconderse, que te estoy viendo. Aquí estás resplandeciente, dándome la mano para regresar a casa.

Llévame contigo ¡oh diosa misericordiosa! Allame en tu seno y guarda mi corazón latente entre tus manos.

Apacíguame con tus melódicos cantos, llámame por mi nombre y acudiré a tus brazos de inmediato.

Olvídame Grace, olvídame después de leer esta carta. Olvídame por ser un idiota y morir aquí y no en tu vientre como prometí hacerlo el día que nos casamos.

Carta de adiós en medio de una trinchera.Där berättelser lever. Upptäck nu