Una cena, una cena con sus amigos afuera, bajo los fuegos artificiales. Algo simple, pero genial, y hasta romántico de cierta forma, aunque no para él, pues había jurado abstinencia a su mente.

―J.A.R.V.I.S― dijo mirando al cielo, donde él pensó que había un techo, obviamente J.A.R.V.I.S no respondió y el genio se quedó con la cabeza inclinada hacia el cielo azul―. Mierda, olvide que estoy afuera, ¿por qué salí si tengo un gimnasio en mi torre?―. Tomó su reloj apretando un botón en la parte izquierda de este, era obvio que el estar en exteriores no era parte de su esencia.

―¿Señor?― la voz de J.A.R.V.I.S se hizo presente. Tony estaría muy sólo y perdido sin su I.A.

―Reserva una mesa con...― Tony se calló y empezó a contar a sus compañeros―. Cuenta a las personas que te menciono―. Los rostros de las personas que podrían acompañarlo comenzaron a aparecer en su mente―. Musculos, Castroso, Acosador, Pete, Abeja a la moda con problemas de control de emociones, la shipper, Robin, La Shipper maxima, rusia encarnada, emo cantante, la diva y yo―. Había excluidó varios nombres de la lista. Rhodey saldría con sus padres. Ni el caballero negro ni Union Jack eran estadounidenses, al igual que T'challa; y por alguna extraña razón no quería invitar nadie más, sólo a sus amigos más cercanos y a su hijo adoptivo. Una cena íntima y alegre le caería bien a todos.

―¿Desea reservar una mesa de doce personas?― cuestionó J.A.R.V.I.S.

―Exacto. Me has leído la mente― se estaba debatiendo entre si invitar a Jesica o no, pues a pesar de que no quería nada con ella, aún así la consideraba una buena amiga, y siendo sinceros, era genial en todo sentido―. Resérvalo en el lugar más caro y elegante de la zona. Que sea uno de esos lugares en donde hasta el agua es cara. A las nueve Post meridiano.

―¿Está seguro, señor?― al final Tony decidió que sería mejor que Jesica no los acompañará. Esa noche sería sólo para ellos doce. Una noche para el Capitán Rogers y la independencia de un país que a nadie le pertenece.

―Hoy me siento generoso, J.A.R.V.I.S― su respiración se había calmado por completo y el cansancio estaba desapareciendo, pero no tenía ganas de seguir corriendo, jamás volvería a correr a menos que fuera un asunto asunto de vida o muerte.

―Es cumpleaños del señor Rogers, ¿Desea enviarle algún presente?― caminó decidido a su torre para darse una ducha porque, según él, olía como los mil demonios. Pasó entre los caminos de roca de la academia, los demás estudiantes parecían muy concentrados en sus propios asuntos.

―Ordenare algo que le guste a los viejos de la segunda guerra mundial, J.A.R.V.I.S. Te diré lo que planeo en un rato. Que lo envuelvan y lo envíen a la torre. Yo mismo se lo daré― atravesó el campus con pasó firme. Encontrándose con Quill a medio camino, sentado en el banco que era prácticamente el punto de reunión de la escuela.

―Está cambiando, señor Stark. ¿Ha sido envenenado o está sometido a algún tipo de control mental?― comentó J.A.R.V.I.S. Quill se levantó y caminó hacia él, su chaqueta morada se quedo en el banco. Los lentes del guardián eran una especie de espejo psicodelico que le quitaba el problema del sol y sus rayos hirientes.

―No está vez, J.A.R.V.I.S, pero te diré si llega a suceder― saludó a su amigo moviendo la mano. Cuando esté estuvo lo suficiente cerca chocaron los puños y comenzaron a caminar a la torre. Pasaba gran parte de su tiempo con Quill y Scott, y había días enteros en los que se la pasaban en la torre, pero la noche anterior ambos decidieron ir a lugares distintos. Tony se quedó en su torre y Quill salió con Gamora y los demás guardianes, arrastrando a Scott a un karaoke y subiendo las fotos a instagram despues.

―¿Estuviste corriendo?― preguntó el cobrizo mirando la playera de Tony, la cual tenía leves marcas de sudor. Tony hizo una mueca.

―Sí― el castaño vio a su amigo alzar ambas cejas y frunció el ceño―. No es tan raro, ¿Dónde está Scott?―. Era la pregunta que casi siempre se le hacía.

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