Capitulo 1: Hogar, dulce hogar.

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Molly era el estilo de esposa moderna, no le colocaba unos cuantos años mayor que yo, cabello castaño largo, ojos oscuros, elegante y presumida a la hora de hablar de su vida personal llena de lujos junto a su esposo. Por el contrario Ana lucía un poco mayor que ella, cabello rojizo, ojos verdes, aunque su rostro reflejaba timidez, como si tuviera miedo de hablar o conocer a otras personas.

-Gracias por su bienvenida, la verdad es que no tengo amigos aquí, acabo de mudarme de la casa de mis padres en Texas y decidí empezar mi vida en California.

-Vaya Texas, eso está un poco lejos.

-Si un poco.

-Tu casa es bastante grande, para una mujer y sola.

-No estoy sola. Y lamento sonar grosera, pero debo ocuparme de algunas cosas de la mudanza, una vez más gracias por el pastel.

No quería dar mayor explicación de mi vida privada a nadie y menos a la vecina que acababa de conocer. ¿Y en ultimas que podría importarle si vivía sola o no? Aquella no es pregunta que le haces a tus vecinos.

-Claro, no queríamos incomodar, nos veremos después, que tengas un buen día.

-Vale, gracias.

Molly dejo la entrada de la casa junto a Ana y yo me devolví al interior de mi casa para continuar desempacando, lo primero que saque de entre aquellas cosas fueron los portarretratos, habían algunas fotos de mi madre y mi padre junto a mi en la granja familiar y otras de mi niñez, y por último estaban las de él.

Odiaba no haberme podido deshacerme de los recuerdos, odiaba no tener el suficiente valor de tan solo tirarlas a la basura.

Realmente era patético y un pensamiento estúpido.

-Basta ya no puede doler -me susurré dejando las fotografías a un lado sin evitar sentir como un nudo en la garganta se me creaba.

Estuve cerca de casi dos horas acomodando un par de cosas en la cocina junto a otras de la habitación. Se suponía que debía empezar a por reparar las goteras del techo de mi casa y algunas tejas rotas, pero dado a mi mala experiencia con las alturas debía recurrir a una segunda mano que me ayudase con aquel trabajo. Así que opte por ir hasta la ferretería de los alrededores que había visto de camino y buscar ayuda de alguien allí pero para mí mala suerte, el chico que se encargaba de aquellos trabajos recientemente había renunciado, y su reemplazo no regresaría sino hasta dentro de dos semanas.

Parecía que al final tendría que romper mi miedo a las alturas si no quería que el techo de mi casa se terminara cayendo a pedazos. Me regrese por el mismo camino que había tomado lo que me permitió darle un amplio vistazo a mi vecindario, era realmente tranquilo no se escuchaba ni siquiera el ruido de una mosca y los autos poco transitaban por allí, las casas eran hermosas y otras más inmensas que otras, pero hubo una en particular que llamo mi atención, una diferente. Una enorme mansión de tres plantas, con un patio cinco veces más grande que el mío, a lo lejos una linda piscina, y hasta una cancha de tenis.

Parecía una idiota mirando a través de las rejas aquella enorme mansión.

-Vaya, eso sí que es lujoso y exclusivo.

-¿Buscaba algo señorita? -escuche una voz masculina salir de la nada.

-¿Quién ha dicho eso?

-La estoy viendo por la cámara -respondió una vez más esa voz.

Mis ojos se fijaron entonces en el moderno citofono de un costado.

-No busco nada en particular, creí que la casa estaba vacía, sola daba un vistazo.

30 DÍAS DE MATRIMONIO (Editandose)Where stories live. Discover now