XXI

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[Morgart.]

Él era el arte,
la pasión,
el amor,
una bonita sonrisa a punto de eclosionar,
Y la libertad, cual pájaro a punto de volar.

Y entonces se dio cuenta;
Se dio cuenta de que el arte recorría sus manos, mientras que éstas trazaban la línea de una sonrisa, triste, pero era una sonrisa.
Se dio cuenta de que era libre,
libre como tú, libre como yo.

Que aunque la vida le golpeó como una ola golpea contra un acantilado, él estaba ahí, observando, sintiendo, luchando.

Que el bosque de sus ojos dejó de brillar, pero no por ello su belleza desapareció.

Él era un barco sin puerto,
la luz de la lámpara olvidada en aquel rincón,
la marea,
el mar, porque de sus dedos brota esa energía que hace que sus huellas sean el alma, el mismo alma que plasma en aquel lienzo, lleno de arte, su arte.

Por eso diles;
diles que estás seguro de esta inseguridad,
Diles que el mar ya está en su calma,
que la tormenta no era tormenta,
diles que no podrán contigo, díselo.
Diles que tú eres el arte, y que el arte eres tú.

Pedazos de desastres. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora