Capítulo 16.1 Miedo

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—Estaba en nuestro país cuando comenzó todo, supongo que allá la invasión fue mucho peor —explicó el médico.

—Créeme que lo lamento —aseguró Elijah.

—Gracias ¿sabes una cosa? Creo que eres muy afortunado por tener a la mujer que quieres a tu lado —comentó el médico. Elijah solo miró a Iker con ganas de que pronto se quedara callado y continuase buscando entre el desorden del lugar.

...

En otro sitio al extremo opuesto del pueblo, había un mini supermercado ubicado al costado de la carretera, a su alrededor había casas que acompañaban la infraestructura.

—¡Genial! —exclamó Elisa, al ver el minimarket blindado con una cortina de hierro en todas sus ventanas y puertas.

—Encontraremos la forma de ingresar —prometió el hombre mirando a la joven.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Elisa.

—Ya verás —dijo Lance y se puso manos a la obra. El fue un malhechor aunque últimamente se portaba como héroe, pero como "chico malo" sabía cosas que alguien común no tenía idea.

El hombre caminó hasta una de las casas que estaba al costado de la tienda, ahí se paró en frente de la puerta, ordenándole a Elisa que se quedara atrás de él, para que esta lo mantuviera vigilado y cubierto si es que algún peligro se llegaba a acercar por la espalda, mientras él terminaba de abrir la puerta del inmueble.

Después de aquello, demostró sentirse orgulloso de su habilidad. Elisa en cambio le miraba con cierto grado de admiración y satisfacción.

—¿Dónde aprendiste a hacer eso? —cuestionó Elisa, sonriendo.

—En la Universidad —respondió Lance, con su típica sonrisa irónica. Elisa soltó unas carcajadas que se reflejaron también en Lance—. Es cierto —afirmó el hombre.

—¿Esa universidad se llama universidad de la vida? —preguntó Elisa, sonriendo.

—No, esa es un poco pobre ¿no te parece? —bromeó Lance, tocando el mentón de Elisa ligeramente.

—Si —respondió Elisa, siguiendo a Lance, mientras este recorría los pasillos de la casa.

El inmueble estaba vacío, lo que era bueno. Todo ese pueblo fue evacuado hace algunos meses, la gente fue llevada a las ciudades provisionales que al tiempo de ser organizadas terminaron siendo bombardeadas.

Lance llegó hasta un patio en donde un columpio permanecía solitario, oxidándose sobre el pasto verde y salvaje.

—¡Mira! Podríamos tener aquí un día de campo —propuso Elisa, entusiasmada. Lance sonrió burlándose de aquél comentario.

—Elisa... seamos realistas, ya no puedes hacer esas cosas —comentó Lance, aguando la fiesta.

—Ay Lance, si se pueden hacer esas cosas, este jardín es seguro —afirmó la joven mujer, quejándose.

—Por eso te digo, éste es un jardín, no el campo —comentó él.

—Uf, ya, vamos a ver si ese cochino Minimercado está lleno de comida —declaró la muchacha, encaramándose sobre una silla.

—¿Ves algo del otro lado? —preguntó Lance.

—No, ósea sí. Veo un montón de cajas de bebida, son esas cajas rojas que transportaban en camiones —dijo Elisa mirando hacia Lance, mientras este imaginaba lo dicho por la muchacha.

Lance entonces bajó a Elisa del muro, luego subió él pero antes de pasarse hasta el otro lado, le solicitó a su compañera que no viniese todavía, sino que se quedase sobre la pared sentada y que por nada del mundo bajara hasta al suelo. Ella obedeció y observó cómo el hombre descendió hasta el lugar donde estaban las cajas. Ahí Lance tomó una y la lanzó sobre una ventana pequeña, rompiendo en cientos de pedazos los vidrios, luego retiró los pedazos y astillas sobre el marco de la ventana.

—Te daré la señal, no bajes y sigue vigilando —instruyó Lance a la joven, ella se sintió un poco nerviosa.

El hombre entonces ingresó con algo de dificultad por la ventanilla, que resultaba estar en un baño. El cuarto estaba limpio pero frío y vacío, eso era bueno. Lance comprobó el agua en los estanques del lavabo, corroborando que estos aún tenían agua, lo que también era conveniente.

El sobreviviente abrió una puerta que lo llevó hasta la sala de ventas también estaba vacía –sin moradores o infectados-, algunas cosas tenían un poco de polvo en su superficie, como era el caso de los mesones, la caja registradora, las encimeras de vidrio y las góndolas. Lance entonces revisó el último cuarto, ahí se dio cuenta que la habitación era una sala con un pequeño computador y unos televisores colgados sobre la pared, todo esto acompañado de una cama. Parecía ser el cuarto del vigilante. Solo entonces, Lance recordó a Elisa sobre el muro y abrió la puerta metálica que lo llevaría hasta el patio donde la mujer lo esperaba.

—¡Puedes venir, está limpio! —comentó el hombre, extendiendo sus brazos hacia la pared y sosteniendo a la mujer mientras descendía. Después de eso, ambos ingresaron hacia el supermercado donde estuvieron guardando alimentos y muchos objetos útiles. En especial Elisa, que parecía una niña en una juguetería.



LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]Where stories live. Discover now