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-No puedo creer que me vayáis a hacer esto.- susurró Elle, mirando incrédula a la mansión a través de la ventanilla del coche.
Winstead, era la mejor institución para adolescentes prodigios del país. Winstead había sido construida a finales del año 1834 por el Conde Winstead con el fin de proteger e instruir a chicos cambia-formas, hadas y brujos.
Winstead era una escuela; aunque no parecía en absoluto a eso. Era más una mezcla entre algo salido de una vieja película de terror y los castillos de Disney. Obviamente tenia más de doscientos años. Tenía varios pisos de alto y el último parecía el pico de una montaña, irregular. El edificio era de un gris desteñido, del mismo color de la gravilla de la entrada.
Gigantes árboles de roble rodeaba la entrada, e intercalados arbustos le daba sombra al edificio. Al parecer había árboles donde quiera que miraras. Helechos empolvados delineaban un pasillo hacia la puerta principal, pareciendo arañas gigantes. Era casi como si el edificio estuviera siendo lentamente absorbido por el bosque que lo rodeaba.
-¡Alucinante!-Chilló Hugh- su mellizo-, a su lado. Realmente parecía entusiasmado con la idea de ser encarcelado a aquel lugar.
-¡Mamá! Enserio, dejemos a Hugh aquí y vámonos, ellos ni siquiera notaran que no estoy...¡Por favor!- suplicó Elle una vez más.
-Es un lugar hermoso, ¿verdad qué si?- dijo Vivían haciendo caso omiso de lo que acababa de decir su hija.
Hugh salió del coche dando un portazo y tras él su padre. Elle y su madre fueron las únicas que no se movieron. -Será un gran año, ya veras.
Elle suspiró ruidosamente por la nariz.
- Si fueras tú, estaría encantada de poder conocer por fin mi parabatai.
Elle salió del coche furiosa y fue ayudar a su padre y a Hugh con las maletas. Su madre no la entendía, aquel mundo no era para ella, no le importaba conocer su parabatai o no, solo quería huir de aquel lugar... Y eso que ni siquiera había llegado a entrar...
Lucas - su padre- le lanzó su mirada de "es por tú bien, no seas insolente" la que solía dedicarla siempre que no estaba de acuerdo con algo que ellos le imponían. Lucas Lockwood era humano, pero se había casado con Vivían Field una cambia-forma.
Elle apartó la mirada de su padre y alisó el borde de la falda a cuadros verdes y grises de Winstead. Le parecía ridículo tener que llevar uniforme.
- Realmente es un buen sitio para ti, Elle- susurró su padre tocándole el hombro.- Será divertido conocer a gente como tú, te acabará gustando.
Su padre le dio un beso en la frente y le sonrió dulcemente.
Lucas era el único que parecía comprenderla, era dulce y protector. Ya su madre; era promiscua- propensa a las peleas-, dura y su palabra nunca cambiaba, una vez dicha.
- Supongo.
Se resignó por fin. Discutir no la llevaría a ninguna parte a no ser ganar una mirada envenenada de su madre.
-Vamos, Elle, no te quedes ahí parada.- dijo su madre una vez que se pusieron en marcha. Elle cogió su equipaje y empezó a seguirles.
La mayoría de los estudiantes vagaban por el patio disfrutando de los últimos minutos de libertad, mientras que otros se despedían de sus familiares. Algunos con abrazos apretados, lágrimas y poco más.
Todos ellos llevaban equipajes maltrechos como el de Elle y Hugh aunque también se podían distinguir un par de maletas de Louis Vuitton. Varios de ellos parecían más jóvenes que Elle, por lo que supuso que sería nuevos cómo ella, aunque también se podía distinguir claramente a los veteranos. Por la forma en que miraban a los demás, con una mezcla de superioridad y sabiduría.
Era difícil distinguir que eran la mayoría de ellos. Ya que no había ningún rasgo que los definía. Claro, con excepción de las hadas.
Las hadas eran fáciles de distinguir. Todos eran más alto de lo normal, delgados, tenían una belleza sin igual y sus cabellos eran liso, sedosos y brillante. De tonos fantásticos, desde el violeta hasta el dorado y el pateado.
Las hadas eran los únicos seres mágico que necesitaban utilizar glamour para mezclarse con los humanos. El glamour era un hechizo bastante complejo, dado que requería alterar la mente de los que los rodeaba, lo que significa que los humanos solo los podían ver como la forma de simples humanos en lugar de seres brillantes, coloridos y alados.
- Por lo menos es un lugar seguro...- escuchó a su madre decir a su padre.
- Sí.- contestó Lucas poniéndose cada vez más tenso
Era obvio que su padre no se sentía cómodo con aquel entorno. Tal y cómo Elle, estaba deseando abandonar Winstead en un abrir y cerrar de ojos. Hugh se paró en seco, Elle distraída se chocó contra él.
-¡Ah!
-Mi parabatai.- susurró Hugh con voz queda. Elle y los demás siguieron su mirada para encontrasen con un chico de metro ochenta, corpulento, y de pelo a lo Elvis Presley.
- Parece majo...- susurró Vivían sin mucha convicción.
-Es... ¿raro?- objetó Lucas.
Elle se puso en movimiento algo furiosa. ¿A que venia tanto alboroto por un parabatai? Sólo era una persona que sin opción se había vinculado a ti de por vida, alguien que seria cómo tu sombra y al que tendrías que proteger y defender porque hacia parte de ti y... bla, bla, bla...
Él vino tan rápido que ella no pudo reaccionar a tiempo, un enorme lobo venia a toda pastilla en su dirección y lo menos que pudo hacer fue estar ahí parada y esperar recibir el impacto, pero eso nunca sucedido. Otro lobo, de pelaje anaranjado salió de la nada y se balanceó contra el primero. Elle permaneció inmóvil mientras los dos lobos caían contra el suelo haciendo sonar un gran impacto, no podía escuchar nada, simplemente no podía quitar ojo a los dos lobos que se veían enfrascados en una lucha mortal. Alguien le tiró del brazo alejándola de todo aquello. ¿Qué demonios acababa de pasar? Su madre estaba delante de ella y hablaba y hablaba pero, Elle no era capaz de oír nada, estaba en estado de shock.

La Oscuridad un WinsteadWhere stories live. Discover now