Hola Erick

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Se movía cada vez mas lento, pues perdía demasiada sangre. La puerta de la cocina estaba abierta. Erick acelero el paso y sin darse cuenta se interno en el laberinto que se encontraba en la parte trasera de la casa. El nunca se había internado allí, tenia miedo de perderse y de no poder salir. Un segundo mas tarde ya había llegado al centro.

Estaba llorando, estaba solo, en medio de la niebla no podía ver nada, sentía que la cabeza le daba vueltas, tenia nauseas y casi no tenia fuerzas. Se inclino sobre sus rodillas, quedando postrado frente a la fuente, sucia, maloliente, el agua estaba estancada por las lluvias, nadie había estado ahí en muchos años. Pero ahí se encontraba, inerte, inmóvil, pensando en lo que había pasado y recordando en lo que su hermano le había dicho: "producto del demonio". Hablar sobre temas de la muerte o del diablo le daba terror y peor aun si lo llaman a el como parte de eso.

Seguía en silencio y las gotas de sus lágrimas se mezclaban con su sangre, manchando su ropa y el césped e seco que lo rodeaba. Se arrodillo y se inclino aun mas sin importarle la suciedad de aquel lugar. Estaba medio dormido y ni se percato cuando su sangre tomo un nuevo camino: el agua verdosa de la fue te. Gota tras gota, sangre tibia y recién sacada del cuerpo se mezclo hasta ser uno solo con el agua...

Sintió que un cuerpo tibio se
encontraba detrás de el le toco el hombro y le masajeo la cabeza, pero ese calor se volvió frio, escalofriante. Volteo para ver lo que lo acompañaba. Una mujer, hermosa y tenebrosa a la vez, estaba desnuda cubierta solo por una capa negra que le tapaba la cabeza, tenia uñas largas pero unas manos delicadas, unos ojos negros y profundos que parecían mirar solo un punto fijo, a el.

-¿Tienes miedo?

-Ah? ¿quien me habla? ¿Quien habla a Erick? ¿quien eres?

- No necesitas saberlo. Solo quiero ayudarte. Mirate como estas pobrecito.

-¿Ayudarme?

-Asi es, ahora que sabes la verdad no veo porque no hacerlo.

-Verdad, verdad, verdad, verdad.

- Te contare, tu padre, construyo esta enorme mansión gracias a mi, yo tuve que interceder por el, obtuvo riquezas y muchas mujeres, como el siempre quiso, pero a cambio debió dar un pequeño pago.

- Pagar, pagar.

-Si mi niño, ¿sabes lo que me dio a cambio?... El me entrego tu alma.

- No, no, no, papa bueno, papa bueno.

-Después de que lo ayude a ser feliz ¿que es lo que me da?... Basura!!!...Pero sin embargo hay otra condicionante.

-Que , que, que?.

- La muerte.

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