Andrew sintió su piel erizarse al oírla detrás de él. Se volvió rápidamente hacia ella; no supo cómo reaccionar al ver a Ian junto a ella.
— Dom...
— Que sorpresa verte aquí —diji Dom, al acomodar su bolso de mano.
— Bueno... Estaba cerca de aquí y no sé... Se me hizo fácil pasar para ver si estabas. Pero, veo que estás ocupada. Será mejor venir en otro momento.
— No está ocupada —se apresuró a decir Ian—. Así que, si querías hablar con ella, es el momento preciso para hacerlo.
Andrew miró con bastante incredulidad a Ian, quién le sonrió. Después de unos segundos, Andrew se volvió a Dominique.
— ¿Me puedes dar una oportunidad para hablar contigo? —le pidió Andrew.
— Yo...
— La noche es larga —comentó Ian al mirar el cielo—. Y yo salgo sobrando aquí. Los dejo solos.
— Gracias —musitó Andrew.
— Gracias por escucharme —le dijo Dom.
Dominique e Ian se abrazaron y se dijeron un par de cosas. Andrew rodó los ojos. Se sintió incómodo al verlos así.
— Dom, haz lo que te dije, eh —le pidió su amigo al entrar al edificio—. Y tú, deja de ser un idiota con ella. Esta mujer es única como para dejarla perder.
Andrew esbozó una sonrisa y miró a Dom, la cual no quiso mirarlo. Ella se limitó viendo a Ian.
— Por eso estoy aquí —dijo Andrew—. Quiero arreglar todo.
— Pues entonces me voy.
Dom y Andrew esperaron a que Ian se marchara. Él se acercó hasta la joven.
— ¿Cómo estás? —le preguntó él.
— Bien, supongo. Con altibajos, pero sobreviviendo.
— ¿Y el trabajo...?
— ¿Viniste a preguntar cosas tan banales?
Andrew suspiró profundamente. Dom no le quitaba la vista de encima. Ella estaba seria.
— ¿Hay una oportunidad? —preguntó él—. Yo estoy... bastante arrepentido.
— Andrew, no sé si pueda darte una oportunidad. Pensé mucho en tomar esta decisión.
— ¿Cuál decisión?
— Al graduarme, me iré a México. No hay vuelta atrás.
— Yo... No sé qué decir. Ya... Ya no te veré.
— Aún hay días antes de la graduación...
— Pero... Dom, me has hecho falta. Y ahora me dices que te vas. Esto...
Andrew quedó atónito al sentir los labios de Dominique sobre los suyos. Posó sus manos sobre su delgada cintura.
— Sería mentira si te digo que no me has hecho falta —dijo la joven—. Cada día te extraño...
— ¿Esto está pasando? —Andrew la miró sorprendido.
— Sí —Dom rió.
— Fui un imbécil —repuso Andrew—. Un vil imbécil.
— Aquí a nadie se le desmiente —bromeó ella—. Como sea, ya pasó.
— Te hice sufrir, cuando juré no hacerlo —Andrew suspiró—. Eso nunca me lo perdonaré. Tuve miedo.
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EL PROFESOR [EDITANDO]
Romance"- Es mi alumna. Y, de hecho, ha sido la mejor alumna que he tenido en todos mis años como profesor de Literatura. Y por eso debo tener en cuenta mi regla principal y la cual, he tenido siempre presente y antes que todas mis demás reglas: Nunca pasa...