Razones

22.9K 2.6K 1.2K
                                    



Al mirar de soslayo, Harry descubrió que en ese momento Draco se desabotonaba la camisa verde con suma calma y en un indiferente silencio. Había sido su culpa, lo sabía. No debió insistir en acudir a aquella cena con Ron y Hermione cuando apenas una hora antes había discutido con Draco. Tal vez, ahora sus amigos se habían hecho una idea equivocada del rubio... aunque en el fondo pensaba que si inesperadamente cancelaba la cena, igual habrían pensado algo malo. Sea como fuese, el daño ya estaba hecho.

Él comprendía el enfado aún palpable de Draco. Harry también estaba enojado consigo mismo por todo lo que había ocurrido aquel desastroso día. Mientras se quitaba el suéter que el rubio le había recomendado comprar, recordó aquella misma mañana donde habían sido los rayos de la luz diurna los que lo despertaron. Luego, Draco perezosamente había enredado sus brazos alrededor del cuerpo de Harry y atacó su cuello con suaves besos. Llegó a pensar que ese día su pareja despertaría de mal humor por el conocimiento de que esa noche tendrían que ver a Ron y a Hermione, quienes no eran las personas favoritas del Slytherin; sin embargo, de alguna manera, Draco había entendido que ellos eran parte de su vida de juntos, así como Pansy, Greg, Theo y Blaise lo eran también.

Con todo, eso no indicaba que el día terminaría tan mal como ahora estaba.

Harry suspiró, escuchando el incómodo silencio que parecía haberse plantado de forma permanente en la alcoba.

Cuando Draco se terminó de desvestir, no dudó en irse a acostar en el lecho, aún con su voluntario mutismo del que Harry no podía culparlo. El moreno, semidesnudo, se sentó en la orilla de la cama y rememoró aquellos meses atrás cuando Draco y él se reencontraron. Lo que había empezado como un simple intento de cordialidad por parte de ambos, terminó siendo algo tan extraordinario que era muy difícil de creer. Harry nunca se lamentó de la historia que habían tenido antes, todas esas peleas y maldiciones, porque sospechaba que fue justamente eso lo que los llevó a enamorarse, ya que ambos necesitaban madurar para saber cómo amar apropiadamente. Y por muy absurdo que sonara, precisaron de una guerra para comprender que tal vez merecían darse a sí mismos una segunda oportunidad. Decidieron dársela. Y de alguna manera ilógica e incomprensible, pero también maravillosa, terminaron inevitablemente enamorados el uno del otro.

Sin embargo, la razón del enfado de Draco había iniciado esa tarde, cuando Harry anunció inesperadamente que necesitaba ver a sus tíos. Malfoy le dijo que no le debía nada a esos asquerosos muggles –cuando le había relatado la historia de su infancia, el rubio había declarado odio absoluto por aquellos seres–, y por lo tanto, no tenía por qué visitarlos. No obstante, Harry, que siempre había sido demasiado bueno para gusto de Draco, hizo realidad su capricho: visitó a sus tíos, asegurándole que no tardaría demasiado y no tenía que escandalizarse por algo así.

No obstante, tío Vernon y tía Petunia nunca habían sido –ni serán– las personas más civilizadas del mundo. El hombre acusó a Harry de atraer desagracias a su familia, y que si volvía a presentarse luego de tantos años, seguramente era para arrastrarlos una vez más al sufrimiento. Petunia se limitó a quedarse callada, pero mirando fríamente esos ojos verdes que tanto le recordaban a su hermana Lily, así como lo injusta que había sido con ella. De cómo no pudo despedirse de su hermana por absurdos celos infantiles; de cómo no había sido la persona que Lily hubiese deseado que criara su hijo. Por eso ella despreciaba a su sobrino... por hacerla sentir culpable.

Harry sabía que no debía esperar nada de la única familia que tenía. Sin embargo, algo dentro de él le decía que por muy horrorosa que fuera, era su familia, y tal vez después de tanto tiempo podían mejorar. Claramente se equivocó, y pese a que no debía, aquel desprecio al que tanto se acostumbró cuando era niño, le dolió.

Apariencias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora