Luz de luna y aguas azul medianoche

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Sencillamente hermoso, las calles de París eran y son mis favoritas junto con las hermosas calles de piedra de Rumania, tenía que tener en cuenta ambas a fin de cuentas son las calles que me vieron caminar entre el paso de los años, son los sitios que más han pisado y avistado mis ojos y pies, quisiera o no, así era.

Caminar por las calles de este lugar cerca del Rio Sena me era delicioso y mucho mas a un fascinante durante la noche, ya que la luz del día me era totalmente indiferente a como era yo o como me describía las personas que conocía y convivían a mi alrededor. La luz de la luna se encontraba en su apogeo tan suave que hacía que mi piel blanquecina del color del lienzo sin utilizar brillara más pero nunca llegando a parecer la burla que Stephenie Meyer había hecho de sus vampiros.

Ciertamente siempre me habían interesado los libros de mi especie cabe resaltar que al final me gustaba la idea de leer y darme cuenta quien era el más acertado ha nuestra realidad y las que iban a la cabeza eran ni más ni menos que Anne Rice, Carolina Andujar y L.J Smith.

El rio Sena dejaba ver el hermoso reflejo de la luna en sus aguas pintadas de azul medianoche, el ambiente era frio y rebosaba misticismo, lo cual era agradable a la vista de alguien que había pasado años vislumbrando diferentes texturas a pesar de estar… Muerta… o mejor No-Muerta.

Los únicos sonidos que podía escuchar eran el repiquetear de mis tacones de aguja negros en la piedra del puente sobre el rio de hermosas aguas, era medianoche por lo que si mal no leía mi reloj, mi cena aparecería en cualquier momento saludándome desde algún lugar, llamándome cual cantos de una sirena expresando en palabras mudas “ven a mí”. La sangre era mi elixir y uno que había aceptado tomar a cambio de la vida eterna, cruel realidad para una persona que no quería morir a los 21 años de edad pero no se puede hacer mucho como unos pensaba cuando se es eternamente joven.

Termine por reposar mis brazos en la muralla de piedra del puente, estirando mi pálido cuello hacia arriba para mirar la luna mientras mi cabello del color de la tierra caía en una cascada de suaves ondas finalizando en unas hermosas puntas blanquecinas, mis ojos en esos momentos delineados en negro debían de brillar ya que al ser de un color azul platinado daban la ilusión de que eran dos joyas pero, había una fisura en esas joyas y era que tenían el aspecto de un animal, cualquiera que se acercara y mirara bien dentro de ellos se daría cuenta de la expresión de hambre.

Escuche pasos lejanos a unos 7 metros de este lugar, cerré los ojos y perfile una suave sonrisa deleitándome con el paso pesado que tenía el personaje que se acercaba a una muerte posiblemente prematura a lo que Dios planeaba para ese ser pero… “¿Si era él quien los enviaba a morir en manos de un monstruo de fantasías y que nisiquiera deberia existir?”

El sonido pesado de sus zapatos se escuchaba cerca por lo que abrí los ojos como si saliera de una tumba y voltee al lugar de donde vendría él o ella, espere con calma hasta ver… una adolescente… tal vez tenía 17 o 18 años, su cabello era azul eléctrico y sus ojos de un color verde esmeralda con un hermoso y refulgiente brillo, que desaparecia en algun momento.

-¿Qué haces? –le pregunte con voz suave, mirándola fijamente cuando paso detrás mío por sobre mi hombro, la sentí paralizarse por lo que sonreí ampliamente mostrando unos colmillos largos y afilados.

-Ah… ¿Por qué quieres saber? –dijo un tanto altanera mientras miraba hacia enfrente pero no le quedaba mucho y no había visto mis colmillos a pesar de que se los había mostrado, pobre despistada.

Aunque digan que no se puede jugar con la comida era divertido hacerlo por unos leves segundos.

-Solo preguntaba, nada más que eso.

Voltee completamente en mi lugar, me acerque a ella mientras mis ojos brillaban ante el deseo de conseguir la bebida que me daba y devolvía la vida por unos segundos. Le acaricie el cabello y la vi abrir los ojos ante el miedo de lo que podía hacerle, abrí la boca más que mis ojos pasaron de su color azul al rojo en poco tiempo y clave los colmillos sin darle esperanza o tiempo a gritar, cuando reacciono -de forma retardada- peleaba pero no me podía alejar con la poca fuerza que poseía.

Tan cálida, tan dulce, tan deseable era el sabor de ese néctar, de este elixir, el hambre me estaba consumiendo desde hace pocos días y mi primera comida era una de las mejores, ya que, la niña estaba libre de cualquier impureza, era virgen, casta, buena, deliciosa, indescriptible pero era de suponerlo por la razón de que una o un virgen siempre sabría mejor que un hombre de vicios, una mujer impura e infiel.

La sangre me llenaba la boca tanta era que unos finos hilillos de este precioso liquido se desbordaba un poco de la comisura de mis labios, sentía su corazón palpitar de un modo suave y lento como si me cantara una canción de cuna en sus últimos momentos, sus brazos desde hace rato habían caído a sus costados, su respiración irregular era el sonido más hermoso a excepción de su corazón. Cuando cerró los ojos me separe y la deje recostada al lado de uno de los postes de luz, veía sus últimos momentos esperando a que se detuviera aquella trágica sinfonía, cuando exhalo la ultima bocanada de vida hice una suave reverencia con la cabeza agradeciéndole la cena, la vida y su alma.

Solté un suspiro alejándome de ese lugar con una sonrisa amplia y rebosante de felicidad y satisfacción por la sangre que había conseguido -por suerte- esa noche, respire el aire de la noche –cosa que ya no me hacía falta- saboreando con el olfato de un animal el viento impregnado en muerte, sangre, dulzura e inocencia que había dejado el paso de esa niña. Volví la vista a mis espaldas por sobre mi hombro viendo la sombra que se formaba detrás de mí, mi sonrisa había sido arranca de mi cara mientras que la amargura cruzaba por ella.

-¿A qué debo tan dulce visita de un ser que no fue llamado ni pedido asistencia? –mi voz había salido fría como un tempano de hielo pero cuando había dicho “dulce” fue como si en esa sencilla palabra colocara toda mi amargura que él me había traído en tan feliz noche de hermosa luz de luna.

Espere respuesta… cosa que nunca llego de su parte. 

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Bueno, no tengo nada encontra de los libros de la señora Meyer. Me los lei y me gustaron, por lo que no se lo tomen a pecho. 

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora