I- Él

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A él le enloquecían los postres.

Literalmente.

Si hubiera un premio por quién comía más postres el tendría el mayor récord.

Gracias a su acaudalada posición le permitía el mejor de los tratamientos dentales que se pudiera ofrecer, lo que para él era lo mejor del mundo. Podía tener una sonrisa reluciente y comer tanto dulce hasta que su estómago doliera.

Cada fin de semana solía ir por las calles del centro de la ciudad, vagando por las múltiples pasarelas y calles en busca de las tiendas con los mejores pasteles o dulces en general. Hoy le tocaba una de las calles sur, en la cafetería Sweet Rose. Abrió la puerta y una clásica campanilla anunció su llegada -algo que le encantó-, y si lo que buscaba de ese lugar era exquisito lo agregaría a su lista de los mejores lugares.

Una joven rubia que atendía en el mostrador le dio una sonrisa- fingida pero convincente-.

-Buenos días. ¿Qué desea servirse, señor?

-Buenos días, señorita.- Miró el mostrador y clasificó uno por uno los postres que probaría. Cuando estuvo contento con su elección se volvió a dirigir a la rubia.- Quisiera pastel de chocolate con frutilla y un café.

Para él no había mejor elección.

- ¿Puede decirme su nombre, señor?- La chica anotó el pedido con rapidez.

- Rick Hader - sin poder evitarlo le dio una de sus inigualables sonrisas.

La chica bufó internamente, pero al escribir el nombre del susodicho se le quedo viendo.

-¿Hader? ¿De Hader Inc.?

La sonrisa del pelinegro flaqueo un poco.

- Si, efectivamente.

Recuperando la compostura, la chica sólo soltó un <<Ah>> y anotó su nombre al pedido.

- Cuando su orden este lista, señor Hader, lo llamarán. ¿Servir o llevar?

El joven asintió, y sonriendo aún le respondió:

- Servir, señorita.- Luego se encaminó a una mesa de las terrazas y esperó allí.

-·-

La terraza de Sweet Rose le daba una aura de tanta paz y serenidad que apenas había sentido cuando una camarera dijo su nombre en alto con su pedido en una charola.

- Gracias.

La joven, que se veía de unos cuantos años menor que él, se ruborizo levemente y tartamudo un <<de nada>> antes de volver a su trabajo.

Agregó cuatro cucharadas de azúcar a su café, y dando su primer sorbo, disfrutando de la delicia que da tomar un café dulce, siguió observando la terraza. Enredaderas llenas de plantas y flores. Suelo y mesas de madera pulida. Pequeños detalles rústicos que se mezclaban con los diseños actuales de vidrio/espejo (como el les llamaba) y estructura de metal. El público, al parecer, prefería de servirse dentro del recinto, así que podía disfrutar de privacidad.

Bien, comencemos.

Postre tras postre fue probando, anotando los que más le gustaban en su preciada libreta.

-·-

Ya terminada la mañana había probado todas las dulzuras que ofrecía Sweet Rose. A su parecer su tarea ya estaba cumplido el objetivo que lo llevo hasta allí. Pidió la cuenta y prendió su celular.

Lady [Agrio pero dulce #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora