EL GIGOLÓ (41)

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Caminos sin salida;
tiempos aberrantes;
con el alma herida
en las oscuras calles
y desiertos aledaños al dolor
en ello el gigoló encontró su labor
con humillación.

Proxeneta dueño del cuerpo poeta
dejó el alma triste, vacía y cubierta
de dolores que se repiten en su habitación,
allí lo explotó igual que a su última pasión.

Cuando sus ojos vieron la luz de los cielos
solo se mantuvo y aguardó en los tiempos
de torrentes aguaceros; cuerpo blanco;
arte expreso; un deseo mágico;
envidia de Prometeo;
diseño del Dios Supremo.

Dinero, mandato y respetó consagró,
y conocer el amor que nunca lo logró. 


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